Resistencia
Tras la llegada del ejército Nazi a su poblado, con la consiguiente destrucción del mismo, los tres hermanos Bielski: Tuvia, Zus y Asael, deciden esconderse en el bosque y organizar desde allí un plan de venganza contra los asesinos de sus padres y vecinos. Pronto sus hazañas comienzan a ser conocidas por toda la región y los supervivientes de otros poblados no dudan en unirse a ellos para formar una comunidad que plante cara a la invasión alemana. (Cineycine).
En este film, basado en hechos reales, el director Edward Zwick nos contó la lucha por una vida digna de un grupo de judíos bielorrusos comandados por los hermanos Bielski en tiempos del exterminio nazi. Un drama con todas las letras que siguió la estela de su anterior película, ‘Diamantes de sangre’, pero cambiando la actualidad por el siglo pasado. Protagonizaron la cinta Daniel Craig, Liev Schrieber y Jamie Bell. Bienvenidos a… ‘Resistencia’.
Crítica de Resistencia.
Edward Zwick es un director que ha cimentado la mayor parte de su carrera en el género bélico, donde parece que mejor se desenvuelve, y una buena muestra de ello fue ‘Resistencia’, película que cumplió a medias con su cometido. Aquí tuvimos una historia más que potente sobre tres hermanos bielorrusos de clase trabajadora que convirtieron su lucha personal contra la invasión germana en mucho más que una vendetta personal… cuando comenzaron a salvar y rescatar a miles de inocentes, a los que daban cobijo y comida a cambio de nada. Poco a poco el número de refugiados fue creciendo, convirtiendo lo que eran unas pocas casas improvisadas en un bosque en toda una comunidad, con escuelas, iglesias y hasta un pequeño hospital.
Mantengo que la película cumplió a medias, porque Zwick falló a la hora de dotar al relato del tono épico que debiera haber tenido. La mayoría de sus escenas de acción estuvieron filmadas de manera bastante fría por el director, todo lo contrario que en ‘Diamantes de sangre’, donde acompañaban de forma notable a la poderosa historia que contaba con unos magistrales Leonardo Di Caprio y Djimon Housoun. En este film, la mayoría de set pieces, carecieron totalmente de garra, y no es que faltara presupuesto o que no viéramos casas volando por los aires o ataques despiadados de aviones alemanes a unos indefensos granjeros. No. Lo que ocurrió es que faltó pasión, y eso por muchas explosiones que metas, no se consigue con Fxs.
La razón por la que ‘Resistencia’ no se hundió fue gracias al meritorio trabajo de sus actores principales, en especial, unos excelentes Daniel Craig y Liev Schrieber, intérpretes que en todo momento lograron transmitir con gran acierto las confrontaciones familiares y los continuos dilemas morales de sus personajes. El tercero en discordia, Jamie Bell, cumplió sin más en un papel que cuanto más avanzaba el relato más tópico se mostraba. Y es que, a pesar de ser un film cuidado hasta el mínimo detalle, donde la fotografía y ambientación resultaron realmente perfectas, ‘Resistencia’ derivó en todo momento previsible… hecho que se podría pasar por alto si las escenas de acción hubieran sido lo suficientemente distraídas, pero ya digo que carecieron de alma, y cuando esto sucede, una mala decisión de montaje da al traste con la emotividad del instante (como en el asalto a la comisaría del poblado en busca de medicamentos, en donde Zwick hizo un uso totalmente erróneo del desenfoque y la cámara lenta, impidiendo visualizar toda la crudeza que dicha escena merecía).
La única escena de acción y tensión que se salvó de la quema fue la primera y trágica misión de los Bielski, en donde se pudo comprobar de primera mano como se las gastaba el ejercito invasor nazi. Este instante, junto a la visita de Tuvia a la casa del asesino de sus padres, fueron de largo los más logrados del conjunto. Aun así, en un film de estas características (un drama bélico que quiere entretener al mismo tiempo que aleccionar) eso no es suficiente. Es por ello que el derrumbamiento moral y físico de uno de los hermanos en pleno clímax final, resulta falso y forzado, por mucho que el actor en cuestión pusiera todo de su parte. Un clímax final que ató los cabos de la forma más tópica posible, de nuevo lastrando el resultado del film, y de nuevo gracias a Zwick, el responsable junto a Clay Frohman del libreto de la cinta. Seguramente si la historia hubiera caído en manos de un director más estimulante como Ridley Scott o John McTiernan, otro gallo nos hubiera cantado, pero eso amigos míos son cábalas que, por muchas vueltas que les demos, nunca llegarán a hacerse realidad. Lo que si es cierto es que si uno es amante del género en cuestión y un apasionado de la historia logrará pasar un rato distraído, pero si lo que busca son emociones fuertes y un drama de grandes proporciones tendrá que seguir buscando.
(El siguiente apartado contiene información relevante de la trama y sus personajes. Si se tiene previsto ver el film, desde Cineycine aconsejamos se lo salten y pasen directamente a «En resumidas cuentas»).
Los Bielski: Héroes de carne y hueso.
Fue durante la 2ª Guerra Mundial, exactamente en el año 1941, cuando los judíos de Europa Oriental estaban siendo masacrados a millares cuando empezó a forjarse la leyenda de los hermanos Bielski y de la comunidad que crearon en los oscuros y glaciales bosques de la Europa Oriental ocupada por los nazis. La historia salió inicialmente a la luz en 1944. En las postrimerías de la Guerra, gentiles del lugar presenciaron un hecho increíble, casi surrealista: más de 1.200 judíos surgieron de repente de las profundidades del bosque. Al principio, los lugareños pensaron que se trataban de fantasmas. “¿Cómo, -se preguntaban-, podían haber sobrevivido estos pocos cuando tantos otros habían acabado en los campos de exterminio?”.
Entre cuchicheos y rumores empezaron a conocerse distintos aspectos de la historia. En una época de creciente antisemitismo, los Bielski se habían criado en la granja familiar de Stankevich, en lo que hoy se conoce como Bielorrusia, pero entonces estaba en poder de los soviéticos. Físicamente imponentes y carismáticos, los hermanos eran conocidos como luchadores, rebeldes y con fobia a la autoridad. Cuando se produjo la invasión nazi (en junio de 1941) arrollando la región con un masivo ataque terrestre y aéreo, los tres hermanos fueron pronto identificados como probables alborotadores y se convirtieron en objetivo de las SS y de la policía local.
Tras ello, se sucedieron rápidamente una serie de devastadoras tragedias, los padres de los hermanos Bielski y muchos de sus seres queridos (incluidas la mujer e hija pequeña de Tuvia) fueron asesinados en una ejecución en masa de 4.000 judíos en el gueto de Novogrudok. Para salvar sus propias vidas, los hermanos escaparon a los bosques locales, una vasta y tupida zona que conocían desde su infancia. Allí, al poder ocultarse de sus perseguidores, formaron un improvisado grupo de partisanos decididos a luchar contra la ocupación nazi y sus colaboradores. Pero lo que empezó como una lucha por la supervivencia y una búsqueda de venganza, pronto se convirtió en algo que transcendió ambas cuestiones: un compromiso por salvar a todos los judíos posibles, jóvenes y viejos, ricos o pobres. Dirigidos por Tuvia, su misión tuvo un éxito que ninguno podría haber imaginado. Con el tiempo, los Bielski se atrevieron incluso a aventurarse de nuevo en los guetos, para ofrecer una oportunidad de escapar a aquellos judíos que se enfrentaban sin remedio a la deportación y la muerte en campos de concentración. Tras meses de implacable persecución, obligados a menudo a trasladarse sobre la marcha en una interminable búsqueda de refugio seguro, acabaron por crear una improvisada aldea en el bosque de Naliboki, viviendo en refugios subterráneos (llamados zemlyankas), donde llegarían a construir un improvisado hospital, un molino, un taller, una panadería, unos baños públicos y hasta teatro y sinagoga. Entre el horror que se cernía a su alrededor, este campamento secreto creció y se llenó tanto de vida que lo bautizaron “La Jerusalén de los bosques”.
A medida que se corría la voz sobre lo que allí ocurría, aumentaron considerablemente en número, hasta incluir a refugiados de todas las profesiones y estratos sociales: desde doctores y abogados, a granjeros y carpinteros, con mujeres trabajando y luchando junto a los hombres. Pese a sufrir innumerables penurias (desde desnutrición, enfermedades contagiosas, luchas con patrullas enemigas y discordias internas) lucharon por mantener un asomo de normalidad en su vida, que les permitiera conservar su esperanza y, lo que es más importante, su humanidad. Los niños acudían a clase, las parejas se enamoraban y se casaban. Todos, jóvenes y viejos, contribuían en lo que podían. Y así nació una comunidad.
Mientras, los nazis ofrecían sustanciosas recompensas por las cabezas de los hermanos con la esperanza de atajar de raíz lo que no tardaría en convertirse en una historia inspiradora que se extendía entre aquellos que necesitaban desesperadamente un mínimo de esperanza. Aún así, la comunidad creció y prosperó. Sus luchadores eran fundamentales para su supervivencia, una improvisada banda que protegía la comunidad a toda costa, saqueaba aldeas enemigas para conseguir comida, suministros y armas, sin las cuales sin duda perecerían. Aunque sus métodos pudieran resultar un tanto extremos y letales, también eran efectivos. El grupo de los Bielski, conocido entre los demás partisanos que se ocultaban en el bosque Naliboki como la “otriad Bielski”, se convirtió en el mayor grupo de partisanos judíos de toda la guerra y logró más bajas alemanas y más vidas judías salvadas que ningún otro (se estima que más de 20.000 judíos participaron en unidades de partisanos por toda Europa Oriental y, aunque hubo otros que sobrevivieron en los bosques, como las otriads Zhukov y Zorin, se trataba de grupos mucho más pequeños).
No obstante, cuando la guerra terminó, la historia de los Bielski quedó prácticamente relegada al olvido. Tuvia y Zus se trasladaron primero a Israel y luego a Nueva York, donde llevaron vidas tranquilas como americanos corrientes, trabajando como taxistas y camioneros. Siempre se mostraron reticentes a hablar del pasado, incluso con sus hijos, pero otros supervivientes comenzaron a hablar de cómo los habían salvado. Sulia Rubin, eternamente agradecida por haber formado parte de su comunidad en el bosque, declaró al periódico The New York Times en el año 2000: “No habría sobrevivido sin los Bielski. ¿Eran perfectos? No, todos cometemos errores. Pero son míos, son mi familia y los quiero”.
Tras la muerte de Tuvia en 1987 fue cuando los investigadores empezaron a revisar de nuevo la historia y sus actos empezaron a conocerse mejor. La más destacada de estos historiadores fue la Dra. Nechama Tec, profesora emérita de Sociología de la Universidad de Connecticut que en 1993 publicó su galardonado libro “Defiance: The Bielski Partisans”. Las exhaustivas entrevistas de Tec a los supervivientes permitieron por primera vez conocer bien su extraordinaria experiencia.
En resumidas cuentas.
La conclusión de esta crítica de Resistencia es clara, es una cinta más cerca del quiero y no puedo que del sólido drama bélico que se esperaba de ella. Fallida dirección de Zwick que se mostró totalmente desapasionado con una historia que daba para mucho más.
El plano: Zus, derrumbado tras conocer la muerte de…
La escena: Tovia, en la casa del asesino de sus padres.
La secuencia: Tovia tomando una brutal decisión tras el intento de rebelión de uno de sus hombres.
La frase:
“Puede que nos cacen como animales, pero no nos convertiremos en animales” (Tovia Bielski).
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