Malasaña 32
Año 1976. La familia Olmedo abandona el pueblo de toda la vida en busca de una próspera vida en Madrid. Para ello ponen todos sus ahorros en la compra de un piso situado en la calle Malasaña 32. Sin embargo, y nada más llegar, en el piso empieza a manifestarse una agresiva presencia paranormal que llevará a la familia al horror más absoluto. (Cineycine).
En la fenomenología paranormal cuando en una casa se produce una gran tragedia la morada queda maldita o impregnada. También es posible que determinados entes que siempre han vivido allí se resistan a marcharse perturbando a los nuevos inquilinos. Este último caso es el que nos vamos a encontrar al abrir la puerta de ‘Malasaña 32’.
“Ya veréis lo felices que vamos a ser aquí” (Manolo)
Crítica de Malasaña 32
En 2017, el director tarrasense Albert Pintó sorprendió con ‘Matar a Dios’, una comedia negra que significaba su ópera prima. Ahora, en 2020, nos vuelve a sorprender con su segunda película: ‘Malasaña 32’. Aquí tenemos un film costumbrista de terror que, supuestamente, está basado en una historia real ocurrida en Madrid. El propio Pintó nos define así su nuevo film: “Una rara avis dentro del cine español. Una película de terror, sustos y tensión, pero también de emoción, sueños rotos y madurez”.
Lo cierto es que no le falta razón a Pintó al definir a ‘Malasaña 32’. Es cierto que estamos ante una película de terror pura y dura… pero también es muy importante la implicación con los miembros de la familia Olmedo, lo que les sucede en la casa maldita y cómo sus sueños se tornan en pesadillas.
En pantalla tenemos una historia que sonará a muchos de nuestros progenitores y abuelos. Me refiero a aquella época en la que los hijos abandonaban el pueblo en busca de la gran mina de oro que representaba ciudades como Madrid o Barcelona. Además, tenemos muy bien escogidos los elementos cotidianos de finales de los 70 como generadores de ambientación y terror. Por eso antes he usado el adjetivo “costumbrista”. Pintó hace uso de la religión, de canciones no originales de Julio Iglesias y Raphael, o de juguetes como las míticas canicas y peonzas, para situar el contexto y entorno y, al mismo tiempo, generar miedo.
En relación con la ambientación hay que alabar todo el diseño del piso en el que transcurre casi por entero la película. Hablamos de un viejo piso de esos de renta antigua con habitaciones y pasillos oscuros, suelo crujiente de madera, puertas con vidrieras y ventanas a los patios interiores. Si has vivido, o vives, en alguna morada como esa, entonces, apreciarás mucho más el trabajo realizado en este sentido. Ni que decir tiene que el propio y anticuado mobiliario es otro terrorífico extra más. El ejemplo perfecto sería la vieja televisión, el teléfono o la mecedora de la antigua propietaria. En todos estos aspectos, ‘Malasaña 32’ es un film muy notablemente cuidado y trabajado.
Llegado este punto conviene ahondar en cómo funciona la película como muestra de cine de género. Aquí hay que decir que el film es un auténtico “tren de la bruja” desde el prólogo y hasta el final. La película da todo lo prometido en su campaña publicitaria y creo que bastante más. Ahora bien, a todo este derroche de terror hay que ponerle un “pero”. Y esa “queja” no es otra que el excesivo abuso de la técnica del “jumpscare”. Todo el metraje está trufado del típico efecto de la subida del volumen y el consiguiente sobresalto para generar sustos fáciles. Eso sí, Pintó los sabe apañar bastante bien y no como sucede en muchas producciones norteamericanas “de baratillo” que nos tragamos casi a diario.
Respecto al guión destaca claramente la influencia de un film mítico como es ‘Poltergeist’ (Tobe Hooper, 1982). Al igual que en aquella legendaria cinta, en ‘Malasaña 32’ también nos encontramos con una familia en problemas a causa de su casa. Además, destaca el empleo de la televisión como elemento perturbador y la presencia de un infante afectado por la fenomenología paranormal. Al margen de guiños y/o influencias, el libreto también sobresale por ir presentando, poco a poco, el misterio de la mitología del piso y la inserción de ciertos toques de crítica social. Eso sí, todo ello centrándose en el terror y dejando al margen cualquier tema político.
También es justo destacar el tremebundo uso del sonido. Más allá de los anteriormente comentados “jumpscares”, el audio del film es de esos que te sumerge por completo en la opresiva atmósfera. Por otro lado, de los anteriormente citados Julio Iglesias y Raphael sonarán: “La vida sigue igual” y “Yo soy aquel”. Como tema original del film tenemos en los créditos finales “Créeme” interpretada por el rapero El Chojin y Nita del dúo Fuel Fandango.
“Bienvenidos a su casa”. Malasaña 32, una casa alucinante.
Pasando al reparto nos encontramos con un casting de intérpretes no muy conocidos. La única cara que todo el mundo reconocerá es la aparición de una popular artista muy querida por todos. Lógicamente no daré el nombre para salvaguardar la sorpresa. Al margen de ella, los únicos protagonistas del film son la familia Olmedo. Vamos con ellos…
La que más destaca y que me parece que tiene más minutos es la joven Begoña Vargas encarnando a la hija mayor, Amparo. A destacar la llamativa personalidad con la que Begoña interpreta a esta especie de “segunda madre” para sus hermanos. Hermanos interpretados por el pequeñín Iván Renedo (Rafita) y Sergio Castellanos (Pepe). El primero destaca por su enorme naturalidad y el segundo por su esforzada labor intentando sacar las palabras.
Por otro lado están los progenitores interpretados por Iván Marcos (Manolo) y Bea Segura (Candela). Iván retrata a un hombre físicamente fuerte, mentalmente autoritario y ciertamente corto pero un buen y trabajador padre. Bea, al igual que el pequeño Iván, destaca por su naturalidad y, al contrario de su “marido”, su carácter amable la lleva a conseguir un puesto en la extinta Galerías Preciados. Finalmente nos queda José Luís de Madariaga dando vida al abuelo, Fermín. El veterano actor hace un buen trabajo entregando a un anciano que pasa la mayor parte del tiempo bastante ido. ¡Ah! y doble papel para Javier Botet. Por una banda interpreta al administrador de la finca y, por la otra, a una criatura monstruosa.
“Esto no es como el pueblo, aquí hay sitio para todos. Incluso para nosotros”
En conclusión.
Termino esta crítica de Malasaña 32, un film que cumple lo prometido derrochando terror en sus 104 minutos. Si eres amante del cine de género repleto de sustos y gustas de buenas ambientaciones debes verla sin dudarlo. Estamos ante una película que claramente supera a recientes producciones hollywoodienses con mucho más renombre. Nuevamente el cine español demuestra que está mucho más allá de aquellos que se empeñan en degradarlo por sistema.
Tráiler de Malasaña 32
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Vista Malasaña 32.
Estoy bastante ok con la reseña de DAVID G. aunque a mi la cinta me ha gustado menos. Creo que toma referencias ya mencionadas y luego al mismo tiempo es una clara respuesta patria al ‘Conjuring Universe’ de James Wan. Lo que mejor valoro es la actuación de la chica protagonista, el asedio en bloque a toda la familia por parte de los espíritus de la casa y el clímax final ya totalmente desatado.
El uso de las notas ascendentes ambientales antes del susto -jumpscare- se me hizo ciertamente reiterativo. Al igual que aunque sufridas, las interpretaciones del resto del elenco las veo forzadas. Mención especial para la aparición de toda una señora actriz del cine español a modo de Lin Shaye castiza. La ambientación es ciertamente insuperable.
D: 7 G: 6 R: 6= 6,5