Escalofrío
La vida de Adam y Fenton parecía ideal… solo se tenían a ellos y a su padre, pero eran felices. Una noche, su padre los despierta alterado porque ha tenido una revelación. Han sido elegidos por Dios para encontrar a los demonios que caminan por la tierra con apariencia humana. El ángel enviado les proveerá de tres armas y les protegerá. No deben contarle nunca a nadie su cometido. Ellos son: Las manos de Dios. (Cineycine).
“El fin del mundo se aproxima. Se acerca. El ángel me lo ha explicado. Nos rodean seres malignos. El demonio los ha soltado para la batalla final, que se está librando ahora mismo. Pero nadie lo sabe excepto nosotros y otros como nosotros. Hemos sido elegidos por Dios. Él nos protegerá. Nos ha encargado unos trabajos especiales. El ángel nos llamó: Las manos de Dios”. Bill Paxton presenta: ‘Escalofrío’.
“Nadie escapa de la cólera de Dios” (Padre)
Crítica de Escalofrío
En 2002, el actor de carácter Bill Paxton dirigió ‘Escalofrío’, su opera prima para cines. Su oportunidad llegó bajo el amparo de Lions Gate Films y con Matthew McConaughey junto al propio Paxton como grandes nombres del reparto. Recordemos que ambos actores coincidieron en ‘U-571’ (Jonathan Mostow, 2000). En ‘Escalofrío, Paxton y McConaughey estuvieron bien acompañados, y secundados, por el siempre notable Powers Boothe y por los infantes Matt O’Leary & Jeremy Sumpter.
‘Escalofrío’ (‘Frailty’, en su título original) se estrenó en cines USA el 12 de abril de 2002. Su presupuesto fue ajustado y de solo 11 millones de dólares. En su paso por cines, el film apenas cubrió la inversión logrando 13 millones $. Fue en el mercado del video/DVD donde comenzó a encontrar su público y a ser valorada, con total justica, como una pequeña muestra del cine de horror fanático-religioso.
El libreto de la cinta fue obra de Brent Hanley, quien nunca más volvió a escribir nada para cines tras el más que intrigante script que aquí nos presenta. El gran atractivo del libreto es que nunca decanta la balanza hacía si la misión es real o producto de la enajenación. De la religión extrema mal entendida, o incluso de la desesperación por no poder hallar un motivo para vivir… Por otro lado, la fotografía, perfectamente medida y dividida en dos partes 1979 y 2000, fue obra de Bill Butler. Sus imágenes reflejan a la perfección la vida en los pueblos de Texas. Para la música, nada estridente y siempre en segundo plano (salvo en momentos puntuales), se contó con Brian Tyler. Un Tyler que, por aquel entonces, era un principiante en el mundo del séptimo arte.
Paxton, en su labor tras las cámaras, va tejiendo una atmósfera realmente opresiva con los elementos justos y nunca recurriendo a la casquería o al susto barato. Esto le da un aspecto más realista al conjunto. Sin duda fue gran trabajo para un novato el que aquí nos entregó. Además, la mayor parte del film tiene apenas tres escenarios claves: la casa tras la rosaleda donde vivían los chicos y el cobertizo que el padre construye para su misión. Y el otro escenario es la oficina de Doyle.
Estamos ante un film que plantea interesantes argumentos. La historia va plantando la semilla de datos y pistas y sí realmente la historia que nos cuentan tiene una base real… o es puramente producto del extremismo católico. En este sentido, el film se va moviendo entre el pasado, situado en el verano de 1979, y el presente. Así veremos cómo una supuesta llamada de Dios llevó al padre de Adam y Fenton, interpretado por el propio Bill Paxton, a comenzar una serie de crímenes para desenmascarar a los demonios que caminaban como humanos por la tierra. ¿El medio? una lista de nombres que le fue relevada. Todo esto contado en retrospectiva por un joven misterioso presentado como Fenton Meiks (Matthew McConaughey) cuando acude una lluviosa noche a la oficina del FBI para contárselo todo a Wesley Doyle (Powers Boothe), el agente al mando de la investigación.
Entre las interpretaciones destacar el peso del relato que va tomando un gran Matthew McConaughey conforme pasan los minutos. Y el tremendo aplomo ante las revelaciones que le van cayendo al personaje del incrédulo Powers Boothe. Y, por supuesto, la bien trasmitida y creíble labor de Bill Paxton en un papel sin ningún tipo de exageración para la galería. Por cierto, los tres actores son de origen texano. También es de justicia resaltar la buena labor de los chavales Jeremy Sumpter y Matt O’Leary, ambos debutantes. Estos dan vida a Fenton y Adam de niños, y tienen mucho peso en el film en la parte que transcurre en los años setenta.
“A veces la verdad desafía a la razón, Agente Doyle” (Fenton)
En resumidas cuentas.
Termino esta crítica de Escalofrío, una propuesta pequeña en medios pero valiente en su contenido. Un film de horror claramente deudor del cine de género de los años setenta. Veraz en su narración y hábil a la hora de usar la religión y la intriga para ello. Además está apoyada en una notable selección de actores perfectamente elegidos para la ocasión. Sin duda merece la pena darle una oportunidad.
Tráiler de Escalofrío
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