Distrito 34: Corrupción total
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“Tu padre era el ejemplo de lo que este departamento había sido. Formaba parte de una tradición establecida por nuestra gente, una tradición que justificaba el uso del apodo ‘los mejores’. Por eso te he elegido para este caso. Quiero recuperar esos valores. Tu primer caso como adjunto del fiscal empezó a las 03:05 de esta madrugada. Una alimaña llamada Tony Vasquez intentó tenderle una emboscada al teniente Mike Brennan. Brennan es el modelo perfecto de policía. Es un caso rutinario. Desde ahora, lo que redactes en el informe es lo que dictamina lo que realmente sucedió…”. Sean todos ustedes bienvenidos a ‘Distrito 34: Corrupción total’.

“Escúchame, Mike: Si estás sucio, caerás” (Al)

Crítica de Distrito 34: Corrupción total

Si existió un director que supo llevar el cosmos de Nueva York, sin dulcificar, a la gran pantalla, ese fue Sidney Lumet. Durante más de cincuenta años de carrera, Lumet se alzó como uno de los grandes artesanos del cine. Un especialista en el thriller dramático criminal y policial, casi siempre plasmado desde una óptica pesimista/realista. Antes de director, Lumet fue actor… y antes de todo ello sirvió en la segunda guerra mundial como documentalista, igual que hiciera John Huston.

Al igual que Huston, Lumet siempre acababa tocando temas recurrentes en sus films. En su caso, temáticas sobre las intrigas de comisarias, despachos judiciales, cortes supremas, acuerdos bajo la cuerda de la ley o los entresijos de la calle. En ‘Distrito 34: Corrupción total’ nos trae de vueltas esos temas ya tocados en cintas precedentes y soberbias como ‘Serpico’ (1973), ‘El príncipe de la ciudad’ (1981) o ‘Veredicto final’ (1982). Temas también expuestos en la posterior, y más incisiva aún desde el punto de vista judicial, ‘La noche cae sobre Manhattan’ (1996).

‘Distrito 34: Corrupción total’ es un film tremebundo en su descenso a los infiernos. Infiernos no sólo los de la calle (los que escenifican los tratos de policías con soplones, criminales de poca monta o mafiosos de gran calibre), sino también de aquellos inframundos de pasillos de oficinas de homicidios repletos de cajas de casos sin resolver que se apilan a cada lado de las paredes. ‘Distrito 34’ escenifica también la imposibilidad del buen policía de cambiar algo si respeta totalmente la ley. Una ley corrupta siempre en algún punto de sus ramificaciones.

Lumet escribe y dirige el film con su particular, práctico y decidido método de control. Ese método que hace que la escena salga adelante, incluso por encima del estilo. De esta forma, nos encontramos con secuencias toscas o demasiado estáticas (véase el encuentro con las prostitutas, quienes salen detrás de las cámaras como si todo fuera un sketch televisivo). Momentos como ese se repiten en el film algunas veces más y chocan con otras secuencias planificadas de forma maestra (ojo a ese movimiento de cámara que sigue un rastro brillante de gasolina reflejado en el agua que va desde un barco atracado en un muelle hasta un personaje que prende la mecha para hacer volar todo por los aires).

Por otro lado tenemos su estilismo magníficamente planificado. Ejemplo de esto es el seguimiento desde dentro del coche policial que lleva a Reilly a comisaría al principio del film en un estado de ánimo entre nervioso y excitado. Mismo seguimiento que se repite al final del film con “otro” Reilly tanto psicológica como físicamente. Una especie de zombi al que le han arrancado el alma y le han roto el corazón a base de tremebundas bofetadas de realidad. Entre medias, más de dos horas de un cine político/criminal absorbente. Un thriller donde Lumet baja el prisma desde el pie de calle hasta a ras de oficinas.

La música corre a cargo del sensacional rey de la salsa Rubén Blades. El panameño entrega el tema original “The Hit” que suena en varios momentos extrayendo la “música” de la historia y los personajes. No puedo, a título personal, dejar pasar la ocasión para citar otra canción que suena en la secuencia de la discoteca After Hours titulada “Islas Canarias”, también compuesta por Blades para la ocasión. La fotografía es obra del luego director de acción Andrzej Bartkowiak, colaborador habitual de Lumet.

El casting lo encabeza el ganador del Oscar más olvidado de la historia (o casi) Timothy Hutton encarnando a Reilly. Hablamos de un actor cuya fama prácticamente se concentró en los años ochenta. Hutton hace lo que puede con las capacidades interpretativas que tiene ante un personaje que lo engulle completamente. Un hombre en guerra consigo mismo y con el legado que le dejó su padre: un policía caído en acto de servicio.

El personaje de Hutton es la contrapartida absoluta de Nick Nolte en el rol de Brennan, un tipo que va siempre de frente y que no tiene cara B. Nolte da un recital tremebundo dando vida a una apisonadora humana en forma de teniente de policía. Su interpretación, ya de por sí, merece el visionado del film y su sola mirada produce escalofríos. Aterrador el momento en que Brennan se queda en blanco mirando a Reilly cuando éste le deja claro que llegará hasta el final del asunto a cualquier precio. Este personaje se eleva entre lo mejor de la carrera de Nolte junto, por ejemplo, al Wade Whitehouse deAflicción (Paul Schrader, 1997). Ojo a su pose corporal, sus andares pesados con botas de cowboy, su barriga prominente y su tremebundo bigote.

Contra Nolte, sin tener ninguna escena conjunta, Armand Assante raya a buen nivel como Bobby Texador, un criminal puertorriqueño que cree estar en una posición de poder por lo que sabe y calla. Assante lleva a cabo un muy buen papel, quizá de los mejores de su carrera. El actor plasma muy bien ese tono de insolencia que siempre se le ha dado en cines al gánster latino. Quien no encaja del todo en el relato es Jenny Lumet como Nancy. El suyo es un papel altamente complicado que nunca termina de despegar por esa molesta sensación que trasmite de actuación forzada. Excelentes son las aportaciones de Charles S. Dutton (Chappie), Luis Guzman (Valentin) y Patrick O`Neal (Quinn). Finalmente, aparición de Paul Calderon como Roger Montalvo, el mcguffin del relato.

“Tú no eres como tu padre. No amas a la policía. Tu padre, ¡menudo poli!, era como yo. El primero en alcanzar una ventana, un tragaluz. Sabía que esa gente eran animales. Sabía que había una línea que los negros, los hispanos, los yonquis y los maricas debían cruzar para llegar a la gente decente ¡Y él era esa línea! ¡Yo soy esa línea! (Brennan)

En resumidas cuentas.
Termino esta crítica de Distrito 34: Corrupción total, un monumental policíaco que toca temas universales como la lealtad, el racismo, el abuso de poder, la familia de sangre y la que uno elige defender. Magnífica, absorbente, muy bien escrita y soberbiamente dirigida.

Tráiler de Distrito 34: Corrupción total

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