Abraham Lincoln: Cazador de vampiros
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Si te dicen que existe un libro titulado ‘Abraham Lincoln: Cazador de Vampiros’ seguro que alucinarás. Si te dicen que lo llevaron a la gran pantalla directamente puedes entrar en trance. ¡No sabes qué pensar, ni por dónde salir! ¿Qué nos espera tras el decimosexto presidente de los EEUU con hacha plateada en mano?

Crítica de Abraham Lincoln: Cazador de vampiros

Antes que nada hay que empezar hablando de Seth Grahame-Smit, un autor que se dio a conocer con su libro Orgullo y Prejuicio y Zombis’. Hablamos de una peculiar adaptación del clásico de Jane Austen, pero con zombis de por medio. Grahame-Smith manifestó que la idea a la hora de escribir ‘Abraham Lincoln: Cazador de Vampiros’ le surgió a raíz de lo que observó durante la gira que realizó en 2009 para promocionar su anterior libro. En sus propias palabras: “Ese año se celebraba el bicentenario del nacimiento de Lincoln. Muchas de las librerías de mi gira promocional tenían dos tipos de expositores: uno contenía libros sobre la vida de Lincoln y el otro relatos de vampiros. Este hecho me condujo a pensar en combinar ambos temas”. Dicho y hecho. ‘Abraham Lincoln: Cazador de Vampiros’ se convertía en la fusión de lo real con lo sobrenatural.

Teniendo en cuenta lo que acabo de comentar, y cuando uno piensa ver una película como esta, se debe empezar por agarrarse bien a la butaca. ¡Las curvas prometen ser legendarias! Ahora bien, cuando se analiza un poco la idea y se pone uno al tema no pinta tan mal como la sensación que se tiene al escuchar por primera vez el título. A partir de ahí, se puede optar por realizar la película de dos maneras: por la vía realista (dentro de lo que permite un título en el que un presidente real de Estados Unidos se dedica a dar caza a los chupasangre) o por el ritmo acelerado y frenéticamente fantasioso.

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Como era de esperar, la cinta de Timur Bekmambetov sigue la segunda senda entregando grandes dosis de flipaduras. Aquí lo que prima por encima de todo es la acción y los efectos especiales. El ritmo que toma el film hacia la mitad del metraje, y hasta su final, es alocadamente parecido a lo visto en ‘Van Helsing’ (Stephen Sommers, 2004). Y no sólo me recordó a esa película en en ese aspecto, sino también en su alma y forma. Os pongo un ejemplo: tenemos una escena con cientos de caballos corriendo endiabladamente campo a través. Un vampiro y Abraham se las están teniendo tiesas. Uno huye y el otro lo persigue. Imaginaos dicha escena en un film algo más serio. Es difícil. Es una escena puesta en bandeja para hacer piruetas y ver como los dos van saltando de caballo en caballo y realizan acciones imposibles.

Tanta «parafernalia» hace que el film quede en un intento de lo que quería ser. Eso sí, un intento bueno y con buenas localizaciones, personajes bien desarrollados y unos efectos estupendos. Aunque todo bastante superficial y en donde la trama es una mera excusa al servicio de la espectacularidad. La generación del efecto digital disfrutará mucho con la sucesión de locuras que aparecen en pantalla. Sin embargo, el que busque otro tipo de film quedará bastante decepcionado.

Comentar que, al margen de lo expuesto, un servidor disfrutó bastante con este espectáculo. Y es que de eso se trata… ¡Un espectáculo servido para divertirte y engancharte con sus idas y venidas! También es cierto que contiene algún que otro giro argumental bastante conseguido. No obstante, aquí nos sentamos para ver sus buenas escenas de acción y, sobre todo, sus buenas dosis de sangre y violencia. Si eres consciente de lo que tienes delante, entonces, puedes acabar pasándotelo muy bien con ella. Eso si, puristas abstenerse.

Respecto al elenco pocas pegas se le pueden poner en un film de las características ya comentadas. ¡Ninguno está en la película para ganar un Oscar! Entre los más destacados os puedo citar a Benjamin Walker como Abraham Lincoln y a Anthony Mackie como su buen amigo Will Johnson. Por la película también veremos desfilar a Mary Elizabeth Winstead como la señora Lincoln y a un montón de buenos secundarios como Rufus Sewell, Marton Csokas y Dominic Cooper.

Conclusiones.
Llegamos al final de esta crítica de Abraham Lincoln: Cazador de vampiros, una cinta sin mayor aspiración que entretenerte y dejarte seducir por sus buenos efectos, sus buenas dosis de hachazos a los chupa sangres y su interés por ver cómo acaba todo el lío. Es cierto que muchos ni eso salvarán, pero como he dicho anteriormente, si tienes ganas de desconectar, no comerte la cabeza con un guión enrevesado y de ver como un presidente de los Estados Unidos se lleva por delante a todo ser oscuro que se le cruce, ésta puede ser tu oportunidad.

Tráiler de Abraham Lincoln: Cazador de vampiros

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