Johnny el Guapo
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Aquí nos encontramos a un mito de los 80 (Mickey Rourke) dando vida a un mito literario (Johnny Handsome). Todo de la mano de uno de los gigantes del cine de los 70 & 80, Walter Hill. Una historia de traición, venganza y de una imposible redención. Esta es la vida de… ‘Johnny el Guapo’.

«Mataron a mi amigo, me metieron en la trena y me clavaron un cuchillo. Esa es mi deuda» (Johnny)

Johnny el guapo

Crítica de Johnny el Guapo

‘Johnny Handsome’, en España conocida como ‘Johnny el Guapo’, fue un proyecto largamente acariciado por varios actores de renombre para llevarlo al terreno cinematográfico. La novela en que se basa el largometraje es obra de John Godoy titulada Los tres mundos de John Sedley’ (1972). Godoy también fue el autor de la novela que dio pie a Pelham 1-2-3(Joseph Sargent, 1974).

Tal y como comentaba, fueron varios los intérpretes interesados en el proyecto. El que más cerca estuvo de lograr el papel, antes de que Walter Hill firmara su versión, fue Al Pacino. El propio Pacino lo relata en el libro de Lawrence Grobel, Conversaciones con Al Pacino: «Harold Becker y yo estuvimos buscando el tercer acto, pero no lo encontramos. La primera mitad es genial. Era mi papel favorito. Me encantaba la idea de un personaje con un aspecto grotesco que ha pasado la vida lidiando con su deformidad y que, de repente, se libera de ella y tiene que volver a enfrentarse al mundo. Me encantaba el personaje. Pero una vez más… era uno de esos papeles que se echan a perder si no logras arreglar el último acto. Mickey Rourke hizo un trabajo extraordinario, pero eso no importa, a la película le falta el final».

Finalmente, Tristar con un presupuesto de unos escasos 20 millones de $ hizo realidad el film con Mickey Rourke como el personaje principal. En su exhibición en Estados Unidos, de la única que hay datos de taquillaje, la cinta sólo logró recaudar unos pírricos 7 millones de $, entrando al número cinco en la semana de su estreno. Aunque el viernes del debut logró el número 1, gracias al tirón que aún mantenía Rourke entre el público femenino. Un público que salió horrorizado al ver de qué iba realmente la cinta dándola de lado. Al final del domingo había caído ya al quinto puesto.

El fracaso de la película supuso el adiós definitivo de Rourke al estrellato. Tras esta se le vio en Orquídea salvaje’ (Zalman King, 1989), ‘37 horas desesperadas’ (Michael Cimino, 1990) y ‘Dos duros sobre ruedas’ (Simon Wincer, 1990). ‘Francesco’ de Liliana Cavani, también de 1989, no vio nunca la luz en Estados Unidos, a pesar de un intento de exhibición para compra en el American Film Market de 1991. Tras una sucesión de fiascos de taquilla, Rourke se alejó del cine y fue a partirse la cara en cuadriláteros de mala muerte. Rourke terminó despotricando contra todo lo que tuviera que ver con Hollywood. Al final, y cuando quiso volver, todos le dieron la espalda… hasta que renació conEl luchador en 2008.

Centrándonos estrictamente en el film, hay que resaltar varios aspectos positivos. Aspectos como la trama, su elenco y su muy bien llevada atmósfera deprimente por parte de Walter Hill. Estos puntos son lo mejor, junto a la ambientación en Nueva Orleans, ciudad en donde es ubicado el relato. Es de alabar que Hill no recurra durante mucho tiempo, o por lo menos no más del necesario, a mostrar planos del John Sedley deforme. Así pues, rápidamente pasamos a ver Sedley en la cárcel y más tarde entregando su rostro y mente a la ciencia del Doctor Resher. Otro de los puntos que juegan a favor del relato, y de la visión de Hill, es que nunca juzga a los personajes protagonistas. Simplemente nos muestra sus actos y vemos como Sedley busca la forma para vengarse contra quienes le humillaron, asesinaron a su amigo y salieron impunes.

Uno de los pocos personajes que de verdad conoce el carácter de Sedley es el poli hostigador del sombrero-permanente al que da vida un por entonces poco conocido Morgan Freeman. Los demás son víctimas del nuevo rostro de Sedley y acaban embaucados por él, sin darse cuentan, en ningún momento, de con quién están tratando en realidad. Hill impregna las imágenes y la película de un acertado tono áspero. Esta aspereza le va de lujo a los hechos que nos son narrados, incluido su clímax final en el cementerio.

Aunque no tiene el tirón de otros clásicos de Walter Hill, esta película es una buena variación de su estilo más rotundo. Un estilo despojado de ningún tipo de humor y con una muy difusa línea entre buenos y malos. Claramente se acerca al tipo de guiones que el realizador escribió antes de dar el salto como director. Libretos como ‘Con el agua al cuello’ (Stuart Rosenberg, 1975) o ‘La huida’ (Sam Peckinpah, 1972). Tras los acordes musicales, una vez más, Ry Cooder. El compositor «da a luz» unos arreglos que se mezclan a la perfección con la descacharrada ciudad de Nueva Orleans como telón de fondo.

Sobre la interpretación de Mickey Rourke decir que está muy bien. Además va ganando enteros desde el momento en que Sedley comienza a hablar. A partir de ese instante, Rourke comienza a degustar mucho mejor al personaje, mostrando de forma excelentemente conseguida la atormentada psique de “Johnny el Guapo”. En este sentido, atención al estremecedor relato acerca del niño gordo que lo humilló siendo pequeño. También al debate de sentimientos encontrados entre la irremediable venganza y la esperanza de una nueva vida con Donna, interpretada por Elizabeth McGovern. Aunque también contiene momentos para la galería, insertados para buscar el suspiro en las féminas con un Rourke en todo su esplendor.

Sobre el resto de intérpretes destacar a un joven y ya orondo Forest Whitaker como el Doctor Steven Fisher. También destaca el ya mencionado Morgan Freeman estando genial como un agente de la ley que sigue a Johnny para llevarse la gloria ensuciándose las manos lo menos posible. Los dos últimos destacados son el siempre magnífico Lance Henriksen como “Rafe, El Cowboy” y la actriz Ellen Barkin explotando su indudable aroma de mujer fatal.

«Un monstruo siempre es un monstruo» (Sunny).

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En resumidas cuentas.
Finalizo esta crítica de Johnny el Guapo, un duro drama de perdedores, trágico y descarnado, incluso más de lo normal en el cine de Walter Hill. El director se acerca más que nunca al estilo del Peckinpah de los 60 y 70. No tiene contemplaciones, no es amable con el espectador y no busca redención. Del mismo modo que ‘Calles de fuego’ era una fábula sobre el rock-roll, ‘Johnny el Guapo’ es una ópera blues.

Tráiler de Johnny el Guapo

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