Robocop 2
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Tras el éxito de Robocop, la productora ‘Orion’ dio luz verde al rodaje de una secuela escrita por el mismísimo Frank Miller. Aunque finalmente el guión original fue modificado debido a la excesiva carga socio-política y la desmedida violencia que Miller tenía prevista para la película, dando lugar a un producto final que si bien conserva mucho de aquel primer guión, se encuentra más enfocado hacía el espectáculo y la acción. En la crítica de Robocop 2 que le ofrecemos a continuación, le daremos un repaso al cómic ‘Frank Miller´s Robocop’, en el cual se adapta el guión original de Robocop 2‘. También hablaremos sobre esta infravalorada secuela que sabe cómo mantener la estela de su predecesora a pesar de los cambios sufridos en pre-producción.

Robocop 2

Frank Miller´s Robocop: La versión que jamás llegó a la pantalla

Frank Miller

Robocop’ (Paul Verhoeven, 1987) se convirtió por derecho propio en un éxito tanto de crítica como de taquilla, propiciando el nacimiento de un nuevo icono cinematográfico y de un mito del fantástico que acabó por formar parte de la ‘cultura-pop’ norteamericana. La repercusión de aquella cinta, la cual satirizaba a través de la crudeza de sus imágenes los temas candentes de la sociedad del momento, fue tal que la compañía ‘Orion’ encontró en el personaje un verdadero emblema que explotar. Fue por ello que la productora dio luz verde a una secuela que se estrenaría en 1990 con un presupuesto bastante más holgado del que dispuso Paul Verhoeven en la primera película: 35 millones de dólares, una cifra nada desdeñable para la época.

‘Orion Pictures’ apostó fuerte, primero, contratando al talentoso y reconocido historietista de cómics Frank Miller para que se hiciera cargo del libreto del film. En aquel entonces Miller ya se encontraba en la cima de su carrera al haber logrado importantes éxitos en el mundo de las viñetas, como fue el caso de su aplaudida obra, la miniserie limitada ‘Batman: The Dark Night Returns’ (1986). Mientras que por otra parte, la realización de la película correría a cargo de Irvin Kershner, responsable de ‘El Imperio Contraataca’ (Star Wars: Episode V – The Empire Strikes Back, 1980), posiblemente una de las mejores películas de la franquicia ‘Star Wars’. Además tanto Peter Weller como Nancy Allen repetirían en el reparto principal de la película, al igual que Dan O’Herlihy como el viejo Presidente de la OCP.

Robocop Cómic

Todo esto generó unas elevadas expectativas propiciadas por la categoría del personal involucrado en la cinta, pero aunque a priori la apuesta parecía segura, los problemas no tardaron en llegar.

Tras recibir el denso guión de Miller, los productores de ‘Orion’ consideraron que buena parte de su contenido apenas se podría trasladar a la pantalla, por lo que contrataron al guionista Walon Green para que llevara a cabo una reescritura del mismo, provocando el descontento del propio Miller. El caso es que razón no le faltó a la productora a tenor de lo visto en el estupendo y, al mismo tiempo, sádico y complejo cómic editado por ‘Avatar Express’ en 2003 ‘Frank Miller´s Robocop’, el cual no era otra cosa que una adaptación al mundo de las viñetas del guión original que Miller escribió para ‘Robocop 2’, ofreciendo el punto de vista exacto que el autor tenía sobre el personaje.

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Compuesto por una serie limitada de nueve números, aquel primer guión fue plasmado en el cómic por Steven Grant y Juan José Ryp, y nos mostraba una Detroit totalmente dominada por la ultra-violencia y el caos, donde la OCP regía por completo en la ciudad y la manipulaba a través de diversos medios de comunicación sin que el endeble y sumiso poder político pudiera hacer nada para evitarlo. El dominio de la megacorporación, cuyo imperio de corrupción y crimen se veía aún más agravado como consecuencia de la huelga policial, era tal que incluso se permitía el lujo de derrumbar y desalojar la vieja Detroit mediante el uso del terrorismo, derramando la sangre de familias enteras como respuesta a su resistencia a ser desahuciadas en beneficio de la construcción de ‘Delta City’. Niños huérfanos, secuestro de menores, dolor y violencia eran el denominador común de una ciudad sumida en el terror.

En mitad de todo el caótico y demencial conflicto, la OCP decidía prescindir de los servicios de Robocop, el cual era reprogramado por la perversa doctora ‘Love’ para evitar que interfiriera en los planes de la corporación, al mismo tiempo que ésta planeaba crear un Cyborg provisto del cerebro de un criminal que obedeciera sin excepción sus órdenes y ejerciera de vigilante en la nueva ‘Delta City’.

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El soberbio guión de Miller se sustentaba sobre una abrumadora y polémica carga socio-política que se encontraba salpicada por interesantes apuntes y connotaciones que abarcaban desde el racismo, la desigualdad y el capitalismo hasta el erotismo, la sexualidad y la prostitución de menores. Todo ello narrado de forma casi macabra a través de una violencia desmedida, gráfica y visceral que rompía con las reglas y los cánones establecidos para el cine comercial. Unos criterios cinematográficos que quizás Miller desconocía en aquel momento debido a su manifiesta inexperiencia como guionista de cine, algo que colisionaba con su amplio sentido de la crítica y del juicio como historietista de cómics.

A pesar del estupendo guión que Miller elaboró, ‘Orion’ se vio obligada a reescribirlo por motivos éticos y presupuestarios: por una parte el libreto original podía resultar demasiado agresivo para el espectador, mientras que por otra la filmación de numerosas secuencias de acción y del universo cibernético ideado por Miller implicada un considerable aumento del coste de producción. Pese a que Miller quedó totalmente insatisfecho con el trabajo llevado a cabo por el guionista Walon Green, el cual suavizó el guión (aunque el resultado final seguiría siendo muy violento) y suprimió algunas de las subtramas ideadas por Miller para dar mayor peso a la acción más superficial, el historietista aceptaría escribir el guion de ‘Robocop 3’ (Fred Dekker, 1993), aunque esto es otra historia de la que hablaremos próximamente.

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Crítica de Robocop 2

Mucho se ha criticado la infravalorada ‘Robocop 2’ por considerarse un film que caía demasiado en los excesos, pero no olvidemos que el fabuloso guión original de Frank Miller también resultaba en ciertos aspectos aún más surrealista que lo narrado en la propia película, algo que habrán comprobado todos aquellos que hayan tenido ocasión de leer el cómic. Y es que el propio Miller se focalizó desde un primer instante en elevar la crudeza, la crítica, los contenidos y el espectáculo ofrecidos en la película que dirigió Paul Verhoeven, por lo que la propia naturaleza de la historia ya alcanzaba elevadas cotas de violencia cibernética y un gran tono surrealista en casi todos sus niveles aún después de haberse modificado el guión.

El problema de ‘Robocop 2’ no es su enfoque surrealista o exagerado, sino más bien todo lo contrario: la reescritura sometida por un Walon Green que, por encargo, se vio obligado a disminuir la extrema dureza mostrada por Miller y suavizar la carga socio-política del guión para dar paso al espectáculo como motor central de la película, lo que convirtió la cinta en un producto mucho más comercial y accesible, pero también, ciertamente irregular al ser despojado de los elementos más interesantes y perturbadores del relato original. Esto no quiere decir que la película quedara exenta de la crueldad tan distintiva del ‘universo Robocop’, pues realmente nos encontramos ante una secuela cargada de la ultra violencia, del pesimismo y de la decadencia tan características de la primera película.

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Porque a pesar de los problemas de guion, Irvin Kershner supo imprimir a su film un carácter propio y, al mismo tiempo, continuista con la atmósfera y las connotaciones moralistas de la primera película. De este modo, ‘Robocop 2’ sabe cómo mantener toda la esencia de su predecesora a través de diversos temas, como la constante lucha interna entre la parte robótica de Murphy y su mitad humana, la cual se representa a través de la obsesión que aún mantiene éste con su exmujer. Asuntos candentes como la manipulación mediática y la corrupción deliberada siguen estando presentes en la trama y de forma aún más agudizada. La ambientación, tan sucia y visceral como lo fue en la primera película, resulta un vivo retrato del apocalipsis urbano que acontece en la cinta como consecuencia de la pasividad de las altas esferas. Una crítica sobre el consumismo y la sociedad que es mostrada al espectador a través de delirantes spots publicitarios, los cuales logran envolverlo por completo en la espiral autodestructiva del relato. O unas intensas secuencias filmadas con gran solvencia en las que un contundente Robocop sigue demostrando que es la única esperanza de la ciudad.

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A todo ello hay que añadir un excelente apartado visual y técnico, donde la acción y los efectos especiales se convierten en los protagonistas de la historia especialmente a partir del segundo acto de la película, en el cual seremos testigos del brutal destrozo físico al que es sometido Robocop y su posterior reconstrucción, de una curiosa e interesante persecución en moto con un Murphy totalmente desatado, o de un agresivo y espectacular combate cuerpo a cuerpo rodado en go-motion entre el robotizado héroe de la función y una imponente máquina asesina que resulta más peligrosa y determinante que el torpe ED-209 del film de 1987. Todo esto convierte la película en una más que estupenda secuela repleta de acción descarnada que, además, aún contiene muchos apuntes y elementos interesantes del guión original Miller. Lo que es bien cierto es que no podemos lamentarnos de lo que podría haber sido, sino centrarnos y disfrutar de lo que realmente es, y ‘Robocop 2’ no es en absoluto una mala secuela, de hecho hay quienes la han llegado a considerar como una continuación a la altura de la original o incluso superior a aquella. En cualquier caso nos encontramos ante una muy decente película que, si bien se encuentra por debajo del film de 1987, quedó lastrada por ciertos desajustes argumentales y puntos de vista equivocados tras ser sometida a la reescritura ordenada por la ‘Orion’, siendo este su mayor problema.

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De este modo, el macabro humor negro de Miller fue suprimido en detrimento de momentos casi ridículos (la cómica presentación de los prototipos defectuosos de Robocop 2, o el espantoso comportamiento filosófico-poético de Murphy una vez que es reprogramado por la OCP, eran narrados originalmente a través del humor oscuro sin necesidad de recurrir a lo burlesco). Por otra parte, la cruel subtrama que nos mostraba la demolición de barrios enteros de la vieja Detroit y los violentos desahucios de aquellas familias que se resistían a abandonar su hogar, fue suprimida a favor de la inclusión en la trama de un tema de moda en los 90: las drogas y su consolidación. En la película representadas a través de una poderosa nueva droga llamada ‘Nuke’, donde se nos plantea un interesante dilema social: ¿si se legalizan las drogas, acabará el crimen y la delincuencia?

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Aquí es cuando entra es escena la peligrosa banda narcotraficante que da forma a la columna vertebral del nuevo guión. Liderada por el sádico, sanguinario y religioso gurú Caín (interpretado por un impresionante Tom Noonan), personaje dibujado como un tétrico mesías, los oscuros planes de la banda son expandir su imperio por toda la ciudad mediante un pacto con el alcalde de Detroit para que éste permita la legalización del ‘Nuke’ y puedan comercializar con la droga libremente. Especialmente chocante resulta el hecho de que la mano derecha de Caín sea un niño de no más de quince años, tan cínico y criminal como su propio líder. El problema del asunto es que la película pierde algo de fuelle y regularidad al ausentarse Robocop de la trama durante demasiados minutos para dar paso al desarrollo del joven personaje, un desarrollo que por otra parte no lo es tal pues se quedan en el aire demasiadas incógnitas sobre los orígenes y los motivos que convirtieron al pequeño Hob (Gabriel Damon) en un verdadero criminal que, por otra parte, resulta inmune a Robocop por el hecho de tratarse de un menor de edad, violando una de las directrices del cibernético policía.

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Pero sin duda, uno de los mejores momentos de la película y, a la vez, uno de los más criticados por su evidente surrealismo, es el nacimiento del antagonista robótico de Robocop. Una vez la banda criminal descuartiza sin compasión a Robocop, la OCP aprovecha la situación para sustituirle por una nueva máquina de guerra avalada por ‘El Viejo’ presidente de la megacorporación para asegurar las calles de la nueva ‘Delta City’. Ante la insistencia y perseverancia de la perturbada doctora Faxx (Belinda Bauer), la cual pretende controlar al robot a través del ‘Nuke’, el nuevo Cyborg será provisto del cerebro del propio Caín tras resultar herido de muerte en un enfrentamiento contra Robocop. Cabe destacar que todo ello resulta bastante fiel con respecto al guión original de Miller, si bien en aquel la banda de Caín no existía, el nuevo Cyborg era creado a partir del cerebro de un maníaco criminal que casi acababa con la vida de Lewis, la cual gozará de un importante peso en la película especialmente durante su parte final.

A partir de este instante la trama se transforma en una espectacular y violenta epopeya futurista cibernética, a ratos incluso aterradora (la llegada del impresionante Cyborg-Caín al garaje en el cual el alcalde y la banda de Hob negocian, resulta estremecedora), donde la destrucción, la pirotecnia, la acción y la batalla predominarán a lo largo de un último tercio sensacional.

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Como conclusión final de esta crítica de Robocop 2, es bien cierto que en comparación con el guión original y, sobre todo, con la primera película, el film resulta más flojo y superficial, y el personaje de Murphy pierde demasiada presencia en ciertos tramos de la historia, lo que da lugar a una secuela menos sólida de lo deseado. Pero aun así estamos ante una magnífica y espectacular continuación centrada en la acción y en la revuelta que será más tolerable si somos capaces de abstenernos de lo que Miller ingenió y, sobre todo, si procuramos no compararla en exceso con el film de Verhoeven. Aunque esto es algo que se antoja complicado básicamente porque “Somos humanos”, como bien afirma el bueno de Robocop en el último plano de la cinta.

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En resumidas cuentas

Violento relato de una Detroit cada vez más podrida, donde la corrupción, el caos y el narcotráfico serán los pilares sobre los que tenga que luchar esta vez nuestro famoso policía. Un Robocop que se inclina más hacía la acción y el espectáculo en una secuela que si bien flojea como consecuencia de su irregularidad, podemos considerarla como una digna continuación de su magistral predecesora. A destacar especialmente la lograda atmósfera cibernética de la película, su tono ‘Cyber-punk’ y los sensacionales efectos especiales y visuales que tiene lugar a partir del segundo tercio de metraje.

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