Ninja III: La dominación
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Tan sólo un año después de producir ‘La venganza del Ninja’ llegaba a las pantallas la tercera entrega de una atípica trilogía. En este caso mezclando el género de las artes marciales con el misterioso mundo de las posesiones infernales. Y es que sólo hay una cosa más peligrosa que un ninja: un espíritu ninja cabreado. Esto es ‘Ninja III: La dominación’.

«Sólo un ninja… puede destruir a otro ninja».-Miyashima.

Lucinda Dickey

Crítica de Ninja III: La dominación

Con esta tercera película finalizaba un proceso que había comenzado tres años antes con La justicia del Ninja’. Recordemos que en esa primera película se observaba un tratamiento bastante tímido de los ninjas. Allí vimos limitada, en gran medida, su aparición en pantalla. Además, la puesta en escena era hortera a más no poder. Ya en La venganza del Ninja nuestro asesino encapuchado obtenía un mayor protagonismo. No obstante, la estética seguía rezumando cierta cutrez escénica. La película que nos ocupa no sólo supone un paso definitivo en la evolución del personaje, sino que ahonda en los mágicos poderes que se atribuyen a los ninjas. Es decir, un asesino sobrenatural experto en liquidar de todas las formas posibles. Un tipo armado hasta los dientes y del que sólo vemos unos maliciosos ojos rasgados. Si alguna vez os encontráis con algo así corred y no miréis atrás.

Sam Firstenberg repite de nuevo en la dirección. Al igual que ocurriera con su anterior película no hay nada destacable en su trabajo. El aliciente en toda película de ninjas que se precie son los combates, sobre todo cuando se trata de una película de bajo presupuesto como esta. Afortunadamente, si algo abunda en ‘Ninja III’ son las luchas. Tan es así que, nada más empezar, presenciamos una sangrienta matanza en un campo de golf que sirve como introducción. Diez minutos inolvidables donde los enemigos del matarife nipón caen como moscas. Curiosamente el baile es otro de los elementos que conforman la historia. Esto es una clara referencia a esa otra cinta dirigida por el propio Firstenberg que fue Breakdance’. Quizás por eso recuperó a la actriz protagonista que se contoneaba a ritmo de rap y la transformó en una jamona poseída por un maligno espíritu ninja.

Ninja III: La Dominación

Obviamente la elección de Lucinda Dickey para el papel se basó en gran medida en su espectacular forma física. Su cuerpo le permitía no sólo interpretar a una instructora de aerobic, sino aprovechar su belleza para liquidar al personal cuando es poseída por el espíritu del ninja. Y dicha posesión se inicia a partir del encuentro fortuito con el ninja antes mencionado, encarnado por el secundario David Chung. Es entonces cuando entra en escena el novio de la chica, un policía interpretado por el actor televisivo Jordan Bennett. El agente, preocupado por su extraño comportamiento, decide llevarla a la consulta de un brujo. Y quién mejor para ponerse en la piel de semejante personaje que James Hong, el inolvidable Lo Pan de Golpe en la pequeña China’.

Una vez diagnosticada la posesión demoníaca de la muchacha llegamos a un clásico en esta trilogía: sólo un ninja puede acabar con otro ninja. Así que, nuevamente, entra en escena el inefable Sho Kosugi. Aquí encarna a Yamada, un misterioso personaje con un estrafalario parche en el ojo que llega para ayudar a la desdichada pareja. Y para otra cosa no lo sé, pero en el arte de rebanar a golpe de katana la solvencia de Kosugi está fuera de toda duda. Así pues, asistiremos a un duelo final infernal, y nunca mejor dicho. A estas alturas igual habrá quien piense que ya no puede sorprenderse con nada, pero ya me contaréis cuando veáis a los monjes budistas poseídos.

No me gustaría terminar esta reseña sin recordar que la puesta en escena y el apartado visual son lo que cabe esperar en una película de este tipo. Nada que ver con los desparrames del cine actual donde la hemoglobina y las explosiones saturan cada plano. Pero sí que se observa una clara mejoría respecto a las dos anteriores películas de la trilogía. Por ejemplo en las ropas que viste el ninja que, finalmente, dejan de parecer un disfraz del todo a cien. Pero las escenas de lucha vienen marcadas más por la coreografía y los intercambios de espadazos que por las salpicaduras de sangre y los miembros cercenados.

Yamada

Conclusión.
Concluyo esta crítica de Ninja III: La dominación, una película de serie B con todo lo que ello representa. Pero, al mismo tiempo, es una cinta ochentera muy entretenida que plantea un escenario realmente novedoso: una mezcla de artes marciales con ese género sobrenatural tan propio de películas como ‘El Exorcista‘. Ver a una tía maciza poseída por el espíritu de un ninja era quizás el sueño dorado para cualquier adolescente de los años ochenta, sobre todo si era un aficionado al cine de artes marciales. Creo que no estamos ante una película que pueda ser despachada con una simple nota. Esta es una cinta que hay que experimentarla, a veces incluso hay que sufrirla. Y, sobre todo, hay que entenderla como lo que es y como hija de su tiempo.

Tráiler de Ninja III: La dominación

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