Million Dollar Baby
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Para ser una gran boxeadora necesitas un pasado de sufrimiento que te permita soportar todo el castigo del cuadrilátero. En esta película, Hilary Swank sufre dentro y fuera del ring. La actriz se convierte en “el amor y sangre” de Clint Eastwood y, bajo la mirada de Morgan Freeman, se alza como la auténtica ‘Million Dollar Baby’.

“Si existe alguna magia en el boxeo, es la magia de presentar batalla más allá de la resistencia… Es la magia de arriesgarlo todo por un sueño que no ve nadie excepto tú” (Eddie)

Crítica de Million Dollar Baby

Cuando ‘Million Dollar Baby’ llegó a cines norteamericanos, 15 de diciembre de 2004, Clint Eastwood ya tenía bastantes películas como realizador a sus espaldas. Incluso había ganado el Oscar al mejor director porSin perdón (1992). Además, en 2004, había recibido otra nominación por su labor tras las cámaras enMystic River (2003). Eastwood ya estaba en la cumbre y era considerado, sin ningún género de dudas, como un gran director. Pues bien, con esta dramática película sobre el boxeo dio otro golpe sobre la mesa. Desde aquí me atrevo a decir que ‘Million Dollar Baby’ es una obra de referencia y puede que la mejor película de Clint como responsable máximo.

La película parte de una serie de historias cortas sobre el mundo del boxeo escritas por Jerry Boyd. Un guionista de nivel como es Paul Haggis las adaptó al libreto. Un libreto que claramente divide la trama en dos partes que no causan indiferencia, especialmente la segunda. Así pues, en primer lugar asistimos a todo un canto al boxeo y a esos boxeadores que no salen en ningún titular. Tipos que golpean el saco y al rival compaginándolo con sus trabajos diarios. Gente desheredada de la vida como “Peligro” o Maggie. Esta última es la gran protagonista de esta magnífica historia. Una historia cuya segunda parte comienza justo en el momento que debía haber sido su cumbre como boxeadora. A partir de ahí, el contenido es tan devastador que te encoge el alma y, si se tiene un poco de sensibilidad, se terminará por derramar lágrimas verdaderas…

La magnífica labor de Haggis en el guión alcanza su cima gracias a la filmación y tiempos manejados por Eastwood. El maestro controla el metraje a la perfección presentándonos a todos y cada uno de los protagonistas. Conoceremos especialmente Frankie, Eddie y Maggie, sobre todo a esta última. Eastwood no regatea ningún tipo de escena para involucrarnos con la joven aspirante a púgil. La veremos entrenar en solitario, la seguiremos en su trabajo diario como camarera y, finalmente, presenciaremos sus entrenamientos y combates al lado de Frankie. Precisamente, la relación entre este último y Maggie es otro de los puntos fuertes del film. Seguirlos en su ascensión al Cielo y en su descenso al Infierno es algo que nadie que vea el film olvidará. Todo ello narrado por un testigo de excepción: Eddie, el mejor amigo de Frankie y “okupa” de su gimnasio.

La ambientación es otro logro más. Eastwood consigue dar al film un auténtico toque atemporal. Esto hace que la película no pierda actualidad y que se pueda ver tan perfecta hoy como hace 15 años o como dentro de 30. Salvo por algunos detalles, cuesta identificar la época en la que se desarrollan los hechos. La presencia de viejas cintas de VHS o la referencia a la campeona de la Alemania Oriental nos pueden servir para situar la acción antes de la caída del Muro de Berlín… pero poco más.

Ayudando y completando la ambientación tenemos la banda sonora. Una banda sonora obra del propio Clint, al igual que en muchas de sus películas. Para esta ocasión nos entrega una música “sencilla” pero que te llega directa al corazón por su melancolía y sensibilidad con el apoyo del piano y otros instrumentos de cuerda. Atención también al uso de las gaitas en determinados momentos.

Respecto a la filmación de los combates y la acción decir que todo es un auténtico lujo y con poco o nada que envidiar a los films de ‘Rocky’. En pantalla veremos claramente dónde y cómo encajan los golpes lanzados por cada boxeadora. Incluso veremos algún que otro gran puñetazo y una escena en concreto que duele con sólo verla… Resaltar que la campeona Lucia Rijker ejerció labores de asesoramiento, entrenó a Hilary Swank y se enfrentó a ella en el combate decisivo transformada en “La Osa Azul”, la musculosa, despiadada e inhumana boxeadora alemana.

El maestro Eastwood terminó toda la película en tan sólo 38 días contando únicamente con 18 millones de presupuesto (elevados a 30 por otros gastos). Aun sin estar totalmente montada, los productores de la WB que la vieron no pudieron evitar la emoción en su visionado. Al final, la película se llevó 4 de los Oscars más importantes de la gala del 2005: Película, dirección (Clint Eastwood), actriz principal (Hilary Swank) y actor secundario (Morgan Freeman).

“Chiquilla, ser valiente no es suficiente”. La chiquilla del millón de dólares.

En el reparto la que más brilla es Hilary Swank encarnando a Maggie Fitzgerald, una treintañera desgraciada que tiene al boxeo como única ilusión en su vida. Swank nos entrega una actuación de matrícula de honor que te llega completamente al corazón y te deja KO. La actriz nos hace absolutamente cómplices de su personaje y nos enganchamos a ella por su corazón, educación, dulzura, encanto, brutal sinceridad y entrega. Pocos personajes me han llegado tanto como su Maggie, una chica que creció teniendo muy claro que su vida era basura y tenía que conseguir una vía de escape: “Sólo me siento bien con esto. Si ya no sirvo… no me queda nada”.

Tampoco se quedan atrás en sus interpretaciones Clint Eastwood y Morgan Freeman. Eastwood es Frankie Dunn, el contrapunto perfecto a las suaves características de Maggie recreando a un preparador hosco y con poco gusto por el riesgo. Todas las escenas entre Eastwood y Swank son oro puro por esa aparente “incompatibilidad” de caracteres. Finalmente, Morgan Freeman da vida a Eddie, un exboxeador jubilado que tuvo su gran oportunidad y que ahora malvive limpiando el gimnasio de Frankie. La interpretación de Freeman desprende amabilidad por todos sus poros. Es la otra cara de la moneda de Frankie, su voz en off se lleva parte de las mejores frases del film y su interacción con Clint también es sobresaliente y ciertamente irónica.

Atención al elenco de secundarios porque encontramos nombres fácilmente reconocibles actualmente. Jay Baruchel destaca con una interpretación muy ingenua dando vida a “Peligro”, un joven “flipadillo” que quiere ser un gran boxeador. Anthony Mackie es Shawrelle, otro joven púgil muy engreído que se cree mejor de lo que es. A su lado está Michael Peña como Omar ayudándole en sus entrenos y riéndole las gracias. Por su parte, Brían F. O’Byrne es el padre Horvak, un hombre de alma seria y con poca dulzura y comprensión como para ser sacerdote. Finalmente tenemos a Margo Martindale y Riki Lindhome encarnando a la madre y la hermana de Maggie, dos auténticas malas víboras.

“El boxeo es cuestión de respeto. De ganarte el tuyo y quitarle el suyo” (Eddie)

En conclusión.
Finalizo esta crítica de Million Dollar Baby, probablemente la cúspide de Clint Eastwood como director. Junto a ‘Rocky’ (John G. Avildsen, 1976) es la mejor película que se ha hecho relacionada con el mundo del boxeo. Una grandiosa historia humana sobre el cuadrilátero, el amor “padre” e “hija” y el debate moral entre vivir o morir. Un film imposible de olvidar y brutalmente emotivo.

Tráiler de Million Dollar Baby

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