Mi amigo el gigante
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En 1989 existió una versión animada de este mismo film realizada para la televisión. Aquella película fue dirigida por el inglés Brian Cosgrove y recibió el título de ‘B.A.G. El Buen Amigo Gigante’. Mucho tiempo después, en 2016, Steven Spielberg nos lo presentó llamándole… ‘Mi amigo el gigante’.

“Para mí, eres mi amigo el gigante” (Sofía)

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Crítica de Mi amigo el gigante

En 1982 Roald Dahl publicó por primera vez su cuento ‘El gran gigante bonachón’. Hablamos de un cuento sobre la amistad imposible entre una niña y un gigante. Ese mismo año, Steven Spielberg estrenó ‘E.T. el extraterrestre’, una película sobre la amistad imposible entre un niño y un extraterrestre. Con estos antecedentes, parecía claro que, algún día, los caminos de Dahl y Spielberg se juntarían. Sin embargo, Dahl falleció en 1990 a la edad de 74 años. Pasados 26 años de su fallecimiento ¡por fin! Roald Dahl se unió a Steven Spielberg en ‘Mi amigo el gigante’. Tal y como se suele decir: «La muerte no es el final».

Y antes de entrar en la review recordar que ‘El gran gigante bonachón’ es un cuento enormemente popular en todo el mundo. Hasta la fecha se ha publicado en 41 idiomas siendo el favorito del propio Dahl. Por su parte, Steven Spielberg siempre fue fan de Roald Dahl. De hecho, y durante años, leyó el libro a sus hijos cuando eran más pequeños: “Cuando les contaba historias a mis hijos que les gustaban especialmente, me suplicaban que hiciese una película de ellas”. Y aquí la tienen…

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Entrando en materia hay que decir que ‘Mi amigo el gigante’ empieza francamente bien con toda la magia indudable que tienen los films de Steven Spielberg (ese gigante ocultándose entre las sombras, esa huerfanita que le ve la mano…). El tema sigue bastante bien ya en “El país de los gigantes”. Ahí vamos viendo cómo se construye la relación entre Sofía y Ñajo, y el descubrimiento del trabajo de “cazador de sueños” de este último. Lamentablemente, llega un punto en que todo esto llega a cansar porque el metraje se hace largo. Para colmo, toda esta magia anterior es rota en mil pedazos en la parte final cuando asistimos a un auténtico esperpento que en nada casa con lo anterior. Un despropósito que me llevó a una gran irritación. No comentaré más para evitar “spoilers”, pero cada espectador que la vea sabrá perfectamente a lo que me refiero.

Respecto a los efectos especiales llama poderosamente la atención que el film haya costado 140 millones de $. En mi caso no veo que se termine de darles brillo en todos los aspectos. Por ejemplo, uno importante es que el trabajo realizado con Ñajo no es todo lo perfecto que cabría desear. Así las cosas, en ciertos momentos, su interacción con Sofía resulta un tanto artificial teniendo en cuenta su animación “súper-realista”. Una animación basada en técnicas de captura de movimientos y acción real. En cambio, los nueve gigantes malvados me parecieron bastante mejor recreados que el propio Ñajo. Al resto de efectos y sets de rodaje (sueños, miniaturas, maquetas, escenarios…) recreados por Rick Carter no les pondría mayores pegas y algunos son bastante destacados.

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Centrándonos ahora en la ambientación la película sí que destaca y resulta muy curiosa. Esto es así porque no hay una línea temporal clara en la que situar la acción del film. Por un lado, la recreación de esas calles tristes y oscuras del orfanato nos retrotraen a la época de Charles Dickens. Sin embargo, y por otra banda, la presencia de coches, y otros vehículos, o la mismísima reina Isabel II y sus “contactos telefónicos” nos remiten a los años 80… Como digo, muy curioso el tema. También destaca la recreación de la guarida de Ñajo con todas sus estancias que nos trasladan a “otro mundo” dentro de la propia película. Un mundo mágico que resulta francamente atractivo de inspeccionar con todo lo que “el gigante bonachón” tiene por allí recogido de sus incursiones en “el mundo de los guisantes”.

La música de John Williams es otro punto a resaltar porque resulta mágica y maravillosa, una delicia. Comentar que, con esta película, el mítico compositor nacido en NY sumó 24 partituras compuestas para películas dirigidas por Steven Spielberg. Una relación que empezó en 1974 con la cinta ‘Loca evasión’.

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“El sueño de Sofía. Un sueño de su corazón”… Guisantes y gigantes.

A nivel interpretativo el film se apoya en la pequeña Ruby Barnhill y en Mark Rylance. Al respecto de Ruby Barnhill decir que esta es su primera película. La jovencita no lo hace nada mal como Sofía, una pequeña huérfana a la que dota de un innegable carácter y que se trabaja cada escena con un innegable entusiasmo. Destacar que, tras una larga búsqueda, Spielberg vio a Ruby (9 años tenía en ese momento) que era una estudiante de Knutsford en Cheshire (Reino Unido) y se quedó de piedra: “Tenía algo, es fascinante y tiene un talento increíble. Es perfecta para este papel”.

Dejando al margen a Ruby, no puedo decir que Mark Rylance esté a su altura. Rylance pone la voz e imagen a Ñajo, el gigante del film, y lo hace mostrando cero sentimientos al doblarlo. Tan es así que no cambia de entonación en todo el metraje; salvo cuando bebe una especie de gaseosa de fabricación casera. Su línea de voz es “monotema” y así es complicadísimo, por no decir imposible, llegar a empatizar algo con su personaje.

También tenemos intervenciones de Rebecca Hall, Penelope Wilton y Rafe Spall. La pena es que poco se puede decir de todos ellos, ya que sus minutos en pantalla resultan muy escasos. La que más destaca es Penelope Wilton por la autoridad y fuerte personalidad que le ponea su rol de Reina Isabel II. Finalmente, el resto de gigantes llevan las voces de: Jemaine Clement (Zampamofletes), Bill Hader (Bebesangres), Adam Godley (Machucahombres), Chris Gibbs (Tragamollejas), Michael David Adamthwaite (Revientahuesos), Paul Moniz de Sa (Picacarnes), Jonathan Holmes (Estrujaniños), Ólafur Ólafsson (Aplastadamas) y Daniel Bacon (Pequeño Carnicero).

“Nunca mires detrás de las cortinas” (Sofía)

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En conclusión.
Concluyo esta crítica de Mi amigo el gigante, un film al que los aires navideños le pueden resultar ideales para comunicar todo lo que quiere transmitir. Verla fuera de esa mágica estación le puede hacer perder puntos. Ahora bien, lo cierto es que, personalmente, no la veo a la altura de las grandes obras de Spielberg. Eso sí, creo que complacerá con facilidad a los más pequeños de la casa y a los seguidores de la obra de Dahl.

Tráiler de Mi amigo el gigante

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