Los creyentes
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“¿Es usted católico? ¡Ellos saben quién soy yo! Los espíritus les ayudan. Atraviesan las paredes, ¡no lo olvide! Van a matarme, puedo sentir que ya han empezado. Dios no puede salvarte. La iglesia tampoco. Penetran en tu cuerpo y no puedes impedírselo. Los siete poderes. Pueden coger a quien quiera. Pueden matar a cualquiera. ¿Usted quiere que sepan quién es?”. Nosotros sabemos que ellos son… ‘Los creyentes’.

“Esto no es santería. Es magia negra. Es brujería. Este símbolo representa el Dios de la destrucción y de la pestilencia. El engañador. El cruel” (Senzine)

Crítica de Los creyentes

John Schlesinger, recordado director de ‘Cowboy de medianoche’ (1969) yMarathon Man (1976), firmó a finales de los años ochenta ‘Los creyentes’ (The Believers). Sin ser una obra a la altura de las mencionadas, sí que fue su mejor aportación a la citada década. El film se estrenó en USA el 12 de junio de 1987 de la mano de Orion Pictures, es decir, ya han pasado ¡35 años!

‘Los creyentes’ comienza con un eco nada disimulado a ‘Marathon Man’, cuando Cal Jamison (Martin Sheen) aparece en escena corriendo de una manera muy similar a la de Dustin Hoffman. Luego nos encontramos una secuencia en la que asistimos a una muerte accidental. Su forma de visualización hará que conectemos o no con el resto del film y con la trama principal…

El caso es que las películas sobre vudú y santería no abundan en el plano cinematográfico… por lo menos no dentro de la primera línea de Hollywood. Sin embargo, dio la casualidad de que en los 80 se juntaron tres films importantes en año sucesivos. Me refiero aEl corazón del ángel (Alan Parker, 1986), ‘Los creyentes’ (Jonathan Schlesinger, 1987) yLa serpiente y el arco iris (Wes Craven 1988). Las dos últimas están basadas en novelas escritas en base a sucesos que acontecieron realmente. Sucesos a los que se les dio una dimensión cinematográfica.

La novela adaptada en ‘El corazón del ángel’ tomaba la santería como parte del puzzle que suponía la identidad del desaparecido Johnny Favourite, el llamado mcguffin del film y sus hechos eran inventados. Por su parte, el film de Craven era, sin duda, el más enfocado al terror con tintes sobrenaturales. Finalmente, ‘Los creyentes’ se quedaría en medio. La santería es clave en el film, pero el tono es más volcado al thriller que al horror. Aunque el trasfondo sea terriblemente desolador toda vez que las cartas se ponen encima de la mesa.

Si el espectador siente una “sana” atracción por este tipo de vehículos esotéricos, entonces, las tres películas merecen ser vistas. Y de las tres, ‘Los creyentes’ seguramente sea la menos conocida de la que podemos llamar “trilogía de la santería”. Y, también, la menos redonda.

Los hechos del film parten de la novela de Nicholas Conde titulada ‘The Religion’. La obra fue adaptada a la gran pantalla por Mark Frost, quien luego lograría la inmortalidad como guionista gracias a ‘Twin Peaks’ (1992). Frost entrega un libreto que quiere abarcar demasiado para los minutos con los que cuenta. Y eso que la película se va casi a las dos horas de metraje, pero claro, debe trazar el perfil de demasiados personajes mientras mantiene el suspense. Y todo siguiendo las pistas de los asesinatos de niños y la podredumbre de Manhattan… Al final, tantos frentes abiertos pesan en contra de su guión y de lo que debía ser una correcta condensación de los elementos destacados de la novela. Tiene toda la pinta que algunas subtramas fueron inventadas para favorecer la aparición de los actores. Por ejemplo, la parte que le toca a Helen Shaver (Jessica).

Todo lo anterior, Frost lo va volcando con referencias que se hacen cada vez más evidentes a La semilla del diablo (Roman Polanski, 1968). Atención a cierto descubrimiento final en la casa de campo del matrimonio amigo de Cal y a su pesadillesco clímax en la fábrica visualizado como una especie de círculo del infierno de Dante… Como ultima curiosidad, apuntar la presencia de Carla Pinza en una doble labor. La primera bajo el personaje de Carmen (una asistenta de hogar con conocimientos de santería “buena”), y la segunda como consultora para trasladar fielmente el tema de dicha religión en el film.

El protagonista principal es Martin Sheen con un correcta labor que presenta buenos momentos de desesperanza para él. Ojo al punto de no retorno de su personaje cuando acude al apartamento del teniente McTaggert y lo que ve y conoce allí… Robert Loggia es quien da vida a Sean McTaggert, el taciturno agente de policía que lleva el caso del niño asesinado que desencadena los eventos. McTaggert es un veterano que echa pestes de la ciudad en donde trabaja y que acaba de ver como su mejor agente pierde el juicio. Loggia entrega una buena interpretación con el talento que tenía para papeles de reparto. Como se suele decir, este rol para un actor como él… tiene el mismo misterio que un wáter atascado para un fontanero.

Por otro lado tenemos a Jimmy Smits como Tom Lopez. La suya es una interpretación desaforada desde el primer minuto. Para el recuerdo queda su escena en la cafetería gritando “¡Culebras, culebras!” y firmando su salida del film… Citar, aunque sea rápidamente, a Harley Cross (Chris) como el chavalín hijo de Cal. Quizás se le pide que ofrezca mucho más de lo que puede a nivel interpretativo. También está Helen Shaver (Jessica) en un rol que se nota claramente impuesto en minutos por el nombre de la actriz. Y Richard Masur (Marty) casi encara un rol de cameo como un abogado aficionado a la magia y amigo de Cal.

Cerrando el repaso al cast tenemos al matrimonio amigo de Cal formado por Lee Richardson (Dennis) y Elizabeth Wilson (Kate). Por su parte, Harris Yulin (Donald Calder) es un magnate hecho a sí mismo, o eso afirma él de puertas para afuera. Un tremendamente inquietante Malick Bowens es Palo, el hombre de blanco. Y, finalmente, Raúl Dávila aparece como una especie de alter-ego del escritor de la novela que da pie al film, Sezine. Aquí es un santero que ayudará en determinado momento a Cal.

“Antiguamente existía un rito… Cuando una tribu era amenazada por la sequía, inundaciones o una destrucción por sus enemigos, tres niños le eran ofrecidos al Dios. El último en el solsticio de verano” (Senzine)

En resumidas cuentas.
Termino esta crítica de Los creyentes, la menos conocida de la comentada “trilogía de la santería”. No obstante, es un estimable thriller con un halo inquietante y una bien trabajada trama de culto pagano sobre la misma. Peca de querer acercarse en demasía a ‘La semilla del diablo’ con la que acaba por traspasar las líneas del parecido razonable cuanto más se va descubriendo de su trama. Aún con todo, tiene unas cuentas secuencias lo suficientemente potentes como para merecer por lo menos un visionado o dos.

Tráiler de Los creyentes

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