Bitelchús Bitelchús
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“Cuando era una adolescente… un demonio bromista aterrorizó a toda mi familia y quiso obligarme a que me casara con él. Creía que se había ido para siempre hasta que has encontrado esto en el desván. No vuelves a pronunciar ese nombre. Si pronuncias su nombre tres veces aparecerá”. Tim Burton regresa con Michael Keaton y Winona Ryder en: ‘Bitelchús Bitelchús’.

“No he visto a esa tía en mi vida. Ni en mi muerte” (Bitelchús)

Crítica de Bitelchús Bitelchús

Más allá del buen recuerdo queBitelchús dejó en el público, allá por 1988, hay tres factores claves para el regreso, treinta y seis años después, de Tim Burton a la que fue su primera película importante de estudio. Un film que rodó con el que durante unos cuantos años sería su actor fetiche, Michael Keaton. Enumeremos pues los motivos de esta vuelta: De un lado está el resurgimiento de Keaton en Hollywood. También tuvo mucha importancia el empeño de Plan B (la productora de Brad Pitt) para resucitar Geffen Pictures y hacer posible la viabilidad económica del proyecto. Y, por último, no se puede obviar el éxito de visualizaciones de la serie ‘Miércoles’ (2022) en Netflix. Recordemos que esta ficción está protagonizada por Jenna Ortega y producida y dirigida por Tim Burton.

Todo lo anterior no habría sido posible sin que también se hubiera alimentado durante tres décadas el factor nostalgia sobre la figura de Bitelchús. Y tampoco sin que Tim Burton acabará por necesitar más a Bitelchús que el personaje al propio Burton. En cualquier caso, el 6 de septiembre de 2024 fue la fecha elegida para el lanzamiento mundial de ‘Bitelchús Bitelchús’. Unos tremendos 100 millones de dólares fue su presupuesto. Los cuales se antojan demasiados, sobre todo sí, como bien se ha encargado de proclamar Burton, la totalidad de efectos usados en el film fueron artesanales. Así pues, todos esos millones, que en pantalla no vemos “gastados”, debieron ir a pagar muy bien a los implicados en la producción. Ya que, para colmo, la película usa como chiste recurrente los mismos efectos que el original… incluyendo protésicos y pantallas verdes claramente “mejorables”.

Es inevitable citar que también regresa dirigiendo la batuta musical, y con mucho trabajo debido al uso de canciones no originales, Danny Elfman. Por otra banda, en la fotografía del evento hallaremos al chipriota Haris Zambarloukos, todo un especialista en fotografiar localizaciones lúgubres.

Toda vez que se acepta que la excusa argumental para traer de vuelta al primer bio-exorcista de la otra vida no tiene ninguna manera de sustentarse, uno debe aceptar lo que le echen encima y dejarse llevar en “la experiencia Tim Burton”. Esto es: un viaje por su imaginación en donde el cineasta revisita sus obras anteriores, hace un enconado intento por adaptarse visual y cómicamente a las audiencias actuales y, al mismo tiempo, abraza totalmente el fan-service. Para lo bueno y para lo malo, es innegable que ‘Bitelchús Bitelchús’ tiene su personalidad’.

Estamos ante una secuela que, sí bien da lo que uno podría esperar como fan, no apuesta por mejorar nada del original… por consiguiente sufre de un claro acartonamiento. Sí, claramente es más grande. Y presenta un tren de la bruja mayor en donde se añaden personajes más extravagantes, inefables cameos, guiños y números musicales ampliados. Pero también carga con que el balance entre lo bueno y lo malo se ha hecho más evidente. Incluso el guión da pie a conocer al hombre que fue Bitelchús antes de convertirse en el demonio bromista que todos conocemos. Ojo, eso sí, a dicha secuencia onírica. La misma deviene pesadísima e impostada. ¡Y para colmo nos la debemos tragar en italiano con subtítulos!

El irregular libreto viene firmado por uno de los guionistas de 1988, Alfred Gough. Se suma la aportación de Miles Millar y la entrada en liza de Seth Grahame-Smith. Entre los tres hilvanan una historia de regreso y aceptación de lo que uno es. Se incluyen rafagazos de humor negro y más números musicales de los necesarios. Se nota en la redacción del guión que se han unido tramas para llenar huecos entre las bien dosificadas apariciones de Bitelchús (Keaton). Este último exigió por contrato no estar presente en más de treinta minutos del corte final. Quizá sea por eso que, en determinado momento, y en un chiste que es el colmo de la desfachatez, Bitelchús desaparezca de la película con la excusa de ir a hacer pis.

Repasamos, ahora sí, el casting con Michael Keaton como el auténtico rey de la función. Keaton consigue que la película no tenga apenas ritmo, sentido, ni fuerza ¡si él no aparece! Esto, sobre todo, viene de que no hay un villano al que enfrentarse. Cierto es que el ímpetu y fuerza no son la mismas que las del Keaton de 1988. Pero, aún con todo, regala algunos buenos momentos, especialmente en su ya desatado clímax final.

Compartiendo amor no correspondido, y menos minutos en pantalla juntos de los que cabría esperar, veremos a una algo perdida Winona Ryder (Lidia). Ella escapa del escarnio, ya que su mismo personaje debe de cargar con una mascarada que hace que su papel sea tan ambivalente. Haciendo de su hija (Astrid) está la muy de moda Jenna Ortega. La joven actriz debe heredar el rol de adolescente rebelde. Ortega aligera la mala baba de su personaje en ‘Miércoles’, pero no cambia en ningún momento la monotemática pose de enfadada con el mundo. Mucho más animadas son las aportaciones de una totalmente desnortada mentalmente Delia Deetz a cargo de Catherine O`Hara. La cual lleva hasta el culmen del absurdo la estupidez de su personaje. Y el patán de dibujos animados a cargo de Justin Theroux como Rory. Ojo a su totalmente adoptado look de Drácula.

Por otro lado, Willem Dafoe (Wolf Jackson) acepta el inenarrable rol de actor del método muerto en plena faena. Ahora se encarga de que nadie rompa las leyes en el otro mundo. Y ya para el final queda Monica Belluci (Delores) en una aparición que Tim Burton le entrega en bandeja de plata. Sin olvidar tampoco al inquietante Burn Goorman como un cura al que le gusta mucho el vino y salir por las noches de Halloween en busca de ovejas descarriadas.

“… Y, recordad: ¡Qué parezca creíble!” (Wolf Jackson)

En resumidas cuentas.
Acabo esta crítica de Bitelchús Bitelchús, una secuela que, si bien cumple lo justo en cuanto a risas y a una mayor exploración del mundo de los muertos, no menos cierto es que deja con cierto regusto a que ya no hay mucho más que rascar. Sirve, principalmente, para poner en órbita el merchandising alrededor de la marca y para que Tim Burton logré minimizar la dañina autoflagelación a su filmografía desde la estimable ‘Sweeney Todd’. Personalmente no me defraudó, puesto que con el tiempo pasado desde la original ya poco esperaba de una continuación.

Tráiler de Bitelchús Bitelchús

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