La piscina
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“La idea de que un objeto inanimado sea una fuente de misterio o terror, una especie de prueba para los deseos más íntimos de alguien, se me grabó a fuego en la imaginación. Las cosas más bonitas estéticamente son siempre las que más daño pueden hacernos…”. Bryce McGuire debuta detrás de las cámaras invitándonos a tomar un terrorífico baño en… ‘La piscina’.

“Ninguna piscina es totalmente segura”

Crítica de La piscina

Esta nueva película de terror nos llega avalada por otra producción conjunta entre James Wan y Jason Blum. Ambos apadrinan el debut en la gran pantalla de Bryce McGuire, un especialista en cortometrajes. Y, precisamente, es su corto ‘Night Swim’ (rodado en colaboración con Rod Blackhurst) el elegido por Bryce para convertirlo en un largometraje en su “opera prima”. El cortometraje original tenía una duración de 4 minutos que en ‘La piscina’ se ven ampliados hasta la hora y media. Una duración estándar de toda la vida que sirve para desarrollar la inexplorada mitología del corto en las grandes salas.

A nivel de dirección, pocas pegas podemos ponerle a McGuire teniendo en cuenta el tipo de producto que es este. Especialmente destaca su buen hacer en todas las tomas que se desarrollan en la piscina del título. McGuire las filma desde muy diversos ángulos destacando ¡claro está! los planos e imágenes submarinas. Estamos ante unas secuencias muy bien filmadas que te atrapan y que son las que tratan de infundir más terror en el público. Y esto es así tanto por el suspense de las mismas como por la sensación de agobio de los protagonistas al ver cómo el ahogamiento está cerca… Además, hay que alabar el trabajo de producción al rodar en una piscina real de una finca residencial californiana. Estas secuencias fueron luego completadas con el rodaje en una piscina olímpica para las escenas a mayor profundidad.

Entrando en el guión, vemos como el propio McGuire se ha encargado del libreto. Y aquí tampoco puedo decir que haya hecho un mal trabajo. Tengamos en cuenta que todo el foco de interés se concentra en la piscina de la nueva casa de los Waller. Así pues, nuestra expectación como espectadores será desvelar, junto a los protagonistas, qué demonios sucede con ella. El resto de elementos del guión los integran los problemas familiares de los Waller. Problemas que, además, van relacionados con la propia piscina. Es decir, estamos ante un lugar u objeto cuya oculta mitología va afectado al existir diario de la familia. En este aspecto, las fuentes ochenteras de esta película quedan muy claras y para nada escondidas por el director y guionista. Por otro lado, es “refrescante” encontrarte con una propuesta que busca la “originalidad” ante tanta secuela, precuela, reboot,…

Las técnicas terroríficas del film están adaptadas al entorno piscinero. Entre los elementos clásicos tenemos los típicos “jumpscares”, aunque estos no son tan abusivos como en otras producciones. Y también están las populares pesadillas y las apariciones fantasmales que aquí básicamente son un visto y no visto. Por último, lo que más abunda de forma lógica con la propuesta es el uso de la piscina como elemento terrorífico. En este contexto se emplean las luces de la misma para crear desasosiego, la creciente e inexplicable profundidad o el inquietante empleo de los skimmers y el sumidero. Entiendo que más que menos se cumple y se explota correctamente la piscina como medio único del terror. Lo cierto es que tampoco creo que diera para mucho más el tema…

Y por último llegamos al reparto que resulta como la propia película, esto es: cumplidor sin llegar a más. El protagonismo va por entero para la familia Waller. El padre (Ray) está interpretado por Wyatt Russell que hace un correcto trabajo encarnando a un profesional del béisbol que carga con una grave lesión a cuestas. Por su parte, Kerry Condon hace notables esfuerzos encarnando a Eve, la madre y esposa que empieza a sospechar que algo no va bien. Y, por último, nos quedan los hijos. La hija adolescente (Izzy) está interpretada por Amélie Hoeferle y el chaval (Elliot) por Gavin Warren. Ambos no caen nada mal y tienen buenos personajes que no son los típicos tontos a los que quieres ver finiquitados. Izzy es la parte fuerte y activa, mientras que Elliot es un chiquillo temeroso al que le cuesta socializar.

El resto del casting queda para completar la historia o bien cómo meros surtidores de información. Entre los primeros el más destacado es Elijah J. Roberts como un chico del que se enamora Izzy en el Instituto. Y entre los segundos la que más importancia tiene es Nancy Lenehan como Kay, la agente inmobiliaria que pondrá a Eve sobre algunas pistas importantes de la casa que les ha vendido.

“Me siento tan bien dentro de la piscina…” (Ray)

En conclusión.
Finalizo esta crítica de La piscina, una película que viene “ahogada” por sus malas críticas y puntuaciones en Estados Unidos. Sin embargo, ni de lejos es merecedora de reviews tan destructivas. Personalmente la veo como un producto con cierta originalidad y que cumple a rajatabla con lo que su título y propuesta dan a entender. No creo que sea justo exigirle mucho más que eso.

Tráiler de La piscina

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