La maldición (The Grudge)
La detective Muldoon acaba de llegar con su hijo pequeño a la localidad de Cross River en Pensilvania. Nada más instalarse, la policía local descubre el cadáver de una mujer fallecida en accidente de tráfico tiempo atrás. Esta muerte lleva a Muldoon a “desenterrar” el expediente de la familia Landers, un caso del que su compañero, el inspector Goodman, no quiere ni oír hablar al considerarlo maldito. (Cineycine).
“Cuando alguien muere presa de una intensa ira… nace una maldición. La maldición se concentra en el lugar de la muerte. Aquellos que se topen con ella, se verán consumidos por su furia…”. Es hora de volver a desenterrar la historia de ‘La maldición (The Grudge)’.
“¿Qué hacemos cuando tenemos miedo?” (Muldoon)
Crítica de La maldición (The Grudge)
A finales de los 90 surgió una fiebre por el terror venido de Japón con sus correspondientes maldiciones y tradiciones. Películas como ‘Ringu’ (Hideo Nakata, 1998), ‘The Eye’ (Pang Brothers, 2002), ‘Dark Water’ (Hideo Nakata, 2002) y otros títulos fueron remakeados por la industria norteamericana con mayor o peor fortuna. Este fue también el caso del film ‘Ju-on’ dirigido por Takashi Shimizu. El propio Shimizu adaptó al mercado yanqui su película bajo el título de ‘El grito’ (2004). La protagonista principal fue la por entonces muy famosa Sarah Michelle Gellar. El film recogía la historia de varias personas diferentes cuyo nexo de unión era una maldita casa situada en Tokio. Una casa en la que había tenido lugar un espantoso crimen quedando impregnada de una implacable y terrorífica maldad.
Es importante tener en cuenta los antecedentes anteriores porque ‘La maldición (The Grudge)’ no es un remake de ‘El grito’. Es cierto que, como veremos más adelante, tiene muchos guiños y una estructura narrativa calcada, ahora bien, insisto, no es un remake. Lo que tenemos aquí es una nueva historia que tiene su punto de origen en la misma casa maldita de Tokio y en su mismo contexto temporal. No obstante, establecido el punto de origen, se pasa inmediatamente a Pensilvania (Estados Unidos). Así pues, y explicado de manera básica pero perfectamente válida, estamos ante un traslado en toda regla de la misma maldición de la casa japonesa a otra casa norteamericana. Ni más ni menos.
Como acabo de exponer, ‘La maldición’ es una película cuyos sucesos ocurren en paralelo a ‘El grito’. Esto queda explicado en los primeros minutos del film cuando vemos a Fiona Landers pisar la casa original de Tokio al tiempo que hace una llamada a su amiga Yoko. Si habéis visto ‘El grito’, entonces, recordareis a Yoko como la enfermera que, en la casa original, ayudaba a la familia norteamericana allí instalada. Y también recordaréis como el implacable espíritu de Kayako perseguía a todo aquel que pisara su morada sin importar lugar. Así pues, esta es la razón de ser de este nuevo film y de esta “nueva” maldición.
Pese al intento de “desligarse” de ‘El grito’, lo cierto es que no sólo la homenajea, sino que también plagia su estructura narrativa. Entre los guiños volveremos a ver el exterior de la villa maldita de Tokio, se replica la escena de la ducha protagonizada por Sarah Michelle Gellar o se mencionan los sucesos ocurridos en la ciudad japonesa. Respecto a la estructura narrativa decir que es la misma en ambas películas. Esto supone que ‘La maldición’ también presenta la historia de varios personajes cuyo nexo de unión es la morada norteamericana. Amén de los continuos saltos temporales, algunos avisados con el rótulo del año y otros enlazados en bruto. Precisamente, estos últimos pueden provocar más de un despiste y un par de escenas quedan colgadas en el aire. Al final de todo, si recuerdas ‘El grito’, entonces, ‘La maldición’ es lo mismo sólo que cambiando escenarios y personajes.
Entrando en los elementos de terror decir que el realizador Nicolas Pesce se equivoca pero también acierta. Se equivoca al trufar todo el metraje de continuos “jumpscares” compuestos de imagen brutal más subida de volumen. El abuso de esta técnica se hace cansino y denota falta de talento para generar verdadero horror. Sin embargo, y por otro lado, acierta al mostrar las tremebundas muertes con sangre y abundancia de moscas y gusanos. En este sentido, atención al tremendo impacto contra el suelo de un personaje que se suicida arrojándose al vacío.
Finalmente, la película muestra un aspecto impecable en su puesta en escena. Aquí destaca la labor tras las cámaras de Pesce eligiendo buenos planos y la cuidada fotografía Zack Galler. Sobre la banda sonora de los The Newton Brothers nada que objetar, es la esperada en este tipo de producto.
“Nunca perdona. Nunca olvida”. Ju-on (2020)
En cuanto al reparto, la protagonista principal es Andrea Riseborough encarnando a la Detective Muldoon, una policía viuda y con un hijo pequeño. La labor que hace Riseborough es realmente seria, creíble y nada dada a dejarse llevar. En la película se impone claramente su faceta investigadora a la de madre que casi queda en un segundo plano.
En comisaría a Muldoon le asignan al inspector Goodman como compañero. Un compañero representado por Demián Bichir en otra muy seria interpretación. De ambos, quien más sobresale es Riseborough porque tiene más minutos y mayor implicación con el espectador. Bichir más que menos queda como una “fuente de información” de hechos y personajes pasados, especialmente de lo sucedido a su excompañero interpretado por un William Sadler atrapado en la locura.
También encontramos un par de parejas formadas por John Cho y Betty Gilpin, y por Frankie Faison y Lin Shaye. Por un lado, Cho y Gilpin cumplen entregando al matrimonio Spencer que están a punto de tener un bebé. La relación con la casa les viene de la mano de John interpretando a Peter, el agente inmobiliario encargado de su venta. Por otro lado, Faison y Shaye interpretan al matrimonio Matheson, los últimos inquilinos de la morada maldita. Aquí quién destaca mucho es Lin Shaye a la que se le otorga un personaje que, para ella, es caviar. Shaye interpreta a Faith Matheson, una anciana mentalmente ida que no reconoce ni a su propio esposo. Shaye tiene además un par de escenas para su lucimiento como especialista en el cine de género.
Finalmente nos quedan con papeles más o menos relevantes Tara Westwood y Jacki Weaver. La primera es Fiona Landers, la mujer que trae la maldición a Pensilvania como si fuera la gripe. La segunda destaca por su calmadísima performance como Lorna Moody, una asesora en suicidios que será carne del susto fácil. Como se puede apreciar, un trabajo demasiado sencillo y breve para una actriz de su talento.
“Quiero enseñarle una cosa”
En conclusión.
Finalizo esta crítica de La maldición (The Grudge), un film que vuelve a insistir en los horrores provocados por Kayako. Si se ha visto la cinta del año 2004 su aportación a la mitología del implacable espíritu japonés es más bien escasa por no decir nula. Así las cosas, queda únicamente recomendada para los legos y amantes del susto fácil.
Tráiler de La maldición (The Grudge)
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