La maldición de Rookford
Florence Cathcart es una reputada desenmascaradora de fraudes paranormales en la Inglaterra de 1921. Un día recibe la visita de Robert Mallory, profesor de Historia en el prestigioso Internado Rookford. Mallory le pide que acuda al internado para investigar la supuesta aparición de un fantasma que tiene aterrados a los alumnos y que amenaza la fama, prestigio y buen nombre de Rookford. Florence acepta y aparentemente resuelve el enigma… pero justo antes de marcharse sucede algo inesperado para lo que no encuentra una explicación lógica. (Cineycine).
Hoy viajamos a la Inglaterra de 1921 para acompañar a Rebecca Hall en su lucha por desenmascarar fraudes paranormales. Es la hora de coger carretera y manta, y visitar un prestigioso internado inglés. Allí parece que está asentada una terrible maldición. Sepamos más de todo esto en ‘La maldición de Rookford’.
«La verdad tiene su precio» (Robert Mallory)
Crítica de La maldición de Rookford
Podría comenzar esta review haciendo referencia a las diferentes y más o menos recientes películas en las que este film se inspira, pero no voy a hacerlo. Y no lo haré porque entonces el posible lector tendría una muy alta probabilidad de averiguar casi toda la trama de ‘La maldición de Rookford’. En consecuencia, la sorpresa sería mínima. Por ello, esta vez dejaré referencias al margen y me centraré en lo que el debutante en la gran pantalla, Nick Murphy, nos ofrece en su ópera prima. Un film que, originalmente, iba a estar ambientado en la época victoriana hasta que a Murphy se le ocurrió la idea de trasladar su desarrollo a un poco tiempo después de la Primera Guerra Mundial.
Lo que Murphy nos ofrece es un film muy bien ambientando en el que todo el protagonismo recae en el personaje interpretado por Rebecca Hall. En una época, 1921, en la que a las mujeres todavía no se las respetaba y valoraba totalmente, aquí tenemos a una mujer como Florence que representaba toda una novedad en aquellos tiempos. De esta manera, nos encontramos con una mujer independiente, libre y formada. Una mujer «empoderada» que se diría actualmente. Florence se atreve con todo y con todos, y supera con tesón los obstáculos y miramientos de su época.
Y siendo una mujer que en aquellos tiempos ya se atrevía a mostrar públicamente su independencia, con los consiguientes problemas y habladurías que esto le podía acarrear, encima se metía a ¡desenmascarar fraudes paranormales! “Yo creo en las pruebas” es su gran lema. Y, precisamente, ese el otro gran tema de la película. De hecho, su tema central. Así las cosas, podremos ver los métodos de trabajo de Florence, y los extraños y aparatosos instrumentos que usaba para detectar el fraude. Gracias a esos mecanismos, y a su inteligencia y capacidades de deducción, lograba desenmascarar a los farsantes. Por consiguiente, la película nos muestra cómo debía ser la lucha contra el fraude paranormal en aquellos tiempos.
En cuanto a su trabajo de edición, el film cuenta todo lo anterior en una especie de división en dos partes. El primer tramo destaca por su narración de forma pausada y con tiempo. Tiempo que es empleado también por Nick Murphy para sembrar pistas de cara al futuro desenlace. Me refiero a pistas en forma de imágenes que no parecen venir a cuento, visualización de determinados objetos,… Así alcanzamos un segundo tramo o «segunda parte» en la que toda esa pausa y calma se convierten en una accidentada narración. Narración en la que, deprisa y corriendo, se suceden los acontecimientos a velocidad de vértigo. Todo esto termina llevando al público a un tremendo desenlace final.
Lo que acabo de comentar creo que es el mayor «defecto» del film: su irregular ritmo narrativo. No puede ser que al principio vayamos “pasito a pasito”, y luego todo se precipite de manera increíble y Florence lleve a cabo acciones que no encajan del todo con el perfil que se había dibujado de ella en buena parte del metraje. Por ejemplo: una mujer como ella no puede pasar de la calma y racionalidad más total y absoluta a un estado mentalmente fronterizo con la locura y la desesperación. Eso no me encaja para nada con lo que había venido viendo y sabiendo de ella.
Respecto a la ambientación, hay que mencionar que los exteriores de Rookford se rodaron en Lyme Park, en el condado de Cheshire. Además, y como la mayor parte de la película se desarrolla en el internado y sus alrededores, los cineastas optaron por tres casas de campo distintas en localizaciones de Berwick-on-Tweed, en la región de los Borders: Gosford House y sus jardines, Manderston y Marchmont House.
Entrando en el casting, la protagonista indiscutible y absoluta es Rebecca Hall como Florence Cathcart. Me cuesta ahora mismo recordar algún plano en el que la actriz nacida en Londres no esté presente. Y lo cierto es que logra una muy buena actuación, quizás la mejor que le he visto. Rebecca es el motor principal de esta película. Su personaje le da para transmitir al público diferentes estados: autoridad, dominio de la situación, ternura, amor, desesperación, dolor, pérdida y horror. Una muy completa performance con varios registros como acabo de poner de manifiesto. Como curiosidad de casting decir que Rebecca fue la primera y única elección que hicieron tanto el director como los productores para el rol de Florence. Desde luego acertaron de lleno.
Junto a ella, el resto de habitantes de Rookford que se quedan a investigar la trama son: Dominic West como Robert Mallory, el profesor de Historia y veterano de la Primera Guerra Mundial. Imelda Staunton como Maud Hill, la responsable del cuidado de los niños. El infante Isaac Hempstead Wright como Tom, el niño al que sus padres no pueden recoger en las fiestas de Navidad. Finalmente tenemos Joseph Mawle como Edward Judd, el desagradable cuidador de la finca… Este cuarteto cumple bien su papel, pero todos ellos palidecen ante el poderío exhibido en pantalla por Rebecca Hall. Admitido el “status” de estrella de Rebecca, los demás se conforman con dar lo mejor de sí para ayudar a que el personaje de Florence Cathcart brille al máximo.
“Es a los vivos a los que debe temer y no a los muertos”
En conclusión.
Termino esta crítica de La maldición de Rookford, un film que tiene en su irregular ritmo y en su cierto parecido con determinados films y series más o menos recientes a sus principales «enemigos». Por el contrario, su principal baza es la gran actuación de Rebecca Hall y el dejar al libre albedrío del espectador determinados sucesos. Unos hechos que pienso darán lugar al debate entre aquellos espectadores que decidan verla. En definitiva, una cinta para amantes del cine “de y sobre espiritismo” y casas encantadas.
Tráiler de La maldición de Rookford
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