Kirk Douglas
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Filmografía de Kirk Douglas.

Cuando era pequeño mi padre solía decirme que un buen actor es aquel que consigue hacerte olvidar que está interpretando. Quizás no sea la mejor definición, pero por aquel entonces devoraba toda película que se me pusiera por delante, y fue una tarde de invierno con ‘Duelo de Titanes’ que descubrí a Kirk Douglas. Desde el primer momento me sedujo la fiereza de su expresión, una mirada profunda que se te clavaba en el alma y que jamás le ha abandonado en ninguno de los papeles que ha interpretado. Daba igual si era un western, una película de aventuras, un drama o una comedia. Siempre se apoderaba del papel con una solvencia y una pasión desenfrenadas que he podido contemplar en muy pocos actores. No sé si Dios creó al hombre, pero estoy convencido de que creó a Kirk Douglas y más de 103 años de cine fueron una buena prueba de ello.

«Nací en la pobreza más absoluta. No había lugar donde ir, sólo hacia arriba».-Kirk Douglas.

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Unos orígenes humildes.
Issur Danielovitch Demsky nació un 9 de diciembre de 1916 en Amsterdam (Nueva York). Hijo de inmigrantes rusos judíos, los inicios en el país de las oportunidades no fueron fáciles. Con su familia sumida en una profunda pobreza, tuvo que trabajar como botones o participando en combates de lucha libre. Con eso podía pagarse la matrícula de la «Universidad de St. Lawrence» y ayudar mantener a su familia. Años más tarde, tras subsistir con pequeños trabajos, decidió probar suerte como actor ingresando en la «Academia Americana de Arte Dramático». Compaginaba sus estudios artísticos realizando pequeños papeles de actor en obras teatrales amateurs, en ocasiones bajo el seudónimo de George Spelvin Jr. También trabajaba como profesor de teatro en el «House Settlement de Greenwich». Su carrera artística comenzó finalmente en los escenarios teatrales de Broadway en 1941, con la obra ‘Spring Again’. Desgraciadamente, y como muchos otros actores, su ascenso se vio interrumpido por la segunda guerra mundial. Hasta 1943 sirvió en la marina, alcanzando el grado de teniente, pero regresó a casa herido tras caer en combate. Ese mismo año se casaba con su primera mujer, Diana Hill, con la que tuvo dos hijos (Michael y Joel) y de la que se divorciaría en 1951.

Su vida artística se reemprende, y con ella cambió su nombre artístico a Kirk Douglas. Cuando años más tarde, en una entrevista, le preguntaron a Kirk Douglas qué le había llevado a Hollywood, él se limitó a contestar: «Bueno, siempre me asustó la idea de ir a Hollywood. Lo que realmente me atrajo de Hollywood fue que cuando estuve allí me encontraba en la ruina. Ya ves, nunca tuve intención alguna de convertirme en estrella de cine. Nunca pensé que podía dar la talla. Mi única idea era ser actor teatral, algo de lo más sencillo. Pero entonces firmé un cheque por valor de quince dólares, el cheque volvió, vi que no tenía fondos y supe lo suficiente de economía como para entender que estaba sin blanca. Así que… en ese momento alguien me invitó a venir a Hollywood, y yo pensé que podía aprovechar la oportunidad».

Comienza la leyenda.
A su regreso a Broadway le surgió la posibilidad de reemplazar a Richard Widmark en una obra teatral. Pero es en ese momento cuando la actriz Lauren Bacall, que había estudiado con él en la academia, lo recomienda al productor Hal Walis para que diera el salto a la gran pantalla. En 1946 rodaba ya su primera película, El extraño amor de Marta Ivers’, donde daba vida a un político alcohólico. Sólo un año más tarde rodó Regreso al pasado’, dirigida por Jacques Tourneur. Pero el éxito le llegó en 1949 con su interpretación de un luchador ambicioso y sin escrúpulos en ‘El ídolo de barro’. Con este papel, que le valió su primera nominación al Oscar, dio a conocer su vigoroso físico, su intensa personalidad y, sobre todo, ese característico hoyuelo en la barbilla que todos conocemos. Le costó hacerse con el papel, ya que por entonces había interpretado personajes muy diferentes: «Tuve que convencer a Kramer y Foreman de que podía interpretar a Midge Kelly. Tenían dudas acerca de mi […] Aunque intentaban ser diplomáticos, se preguntaban si podría interpretar a un boxeador. Finalmente me di cuenta de lo que querían, supongo que es lo que hacen las estrellas: me quité la chaqueta y la camisa, tensé el torso y flexioné mis músculos. Ellos asintieron satisfechos al ver que no habría problema. Probablemente sea el único actor en Hollywood que se ha tenido que desnudar para conseguir un papel».

Consolidó su posición en los años 50 con películas nada desdeñables como Música en el alma’ de Michael Curtiz o El gran carnaval’ de Billy Wilder. Por aquel entonces Kirk Douglas ya se había labrado un nombre y estaba consolidado como actor. El espaldarazo final le llegó en 1952 con una magnífica película de Vincente Minelli, Cautivos del Mal’, que le valió su segunda nominación al Oscar. En ella interpretaba a un productor de cine sin escrúpulos que no duda en aplastar a sus allegados para conseguir los mejores resultados. Otros papeles memorables como el que interpretó en ‘Río de sangre’ le acabaron de convertir en un actor emblemático y le abrieron la puerta al emergente género del western. La fama, sin embargo, fue algo difícil de llevar para Douglas. En 1957, en una entrevista con Mike Wallace, desgranaba con detalle lo que le había acarreado la popularidad en aquellos tiempos.

-De acuerdo, ¿dinos qué ocurre cuando te conviertes en una estrella?.
-Bueno, lo que ocurre cuando te conviertes en una estrella es que, de repente, te das cuenta de que eres un gran negocio. Ya no eres sólo un tipo que dice ‘Mira, quiero interpretar este o aquel papel’. Si eres una estrella, eres un gran negocio. Te conviertes en un hombre de cuyo trabajo muchos dependen para vivir. Y creo que eso te convierte en una especie de monstruo, sin duda es lo más difícil de llevar. No se trata de actuar. Cuando actúas sientes que pones toda tu vida en ello, te gusta sentir que eres un actor que conoce su oficio, pero para lo que nunca estás preparado es para el éxito. Nunca fui a una escuela que me enseñara cómo manejar ese tipo de situaciones, y eso lo convierte en algo difícil. También tiene un precio. Hay un montón de cosas acerca de la fama que convierten la vida del actor en algo complicado.
-¿Como por ejemplo…?.
-Bueno, la pérdida de tu privacidad. O como el hecho de que, justo ahora, en tu programa, esté nervioso mientras realizas una especie de disección de mi persona. Bien, esto es a lo que la fama me ha llevado.

En 1954 se casó con Anne Badyens, con quien tuvo dos hijos (Peter y Eric), y ese mismo año rodó 20.000 leguas de viaje submarino’, dejando muy claro que el cine de aventuras no se le daba nada mal. Al año siguiente se hacía con dos papeles, uno en  ‘La pradera sin ley’ de King Vidor, y otro en ‘Pacto de honor’. Además, decidió adentrarse más profundamente en el mundo del cine abriendo su propia productora, Bryna Productions.

En 1956, nuevamente de la mano de Vincente Minnelli, nos ofreció una de sus más grandes interpretaciones dando vida a Vincent Van Gogh en la película El loco del pelo rojo’, acompañado por un soberbio Anthony Quinn. Su trabajo mereció su tercera nominación al Oscar y el premio de la crítica de Nueva York. Como él mismo suele decir fue su papel favorito: «Por primera vez en mi carrera artística, el papel me absorbió por completo. Incluso dormí en la habitación donde él se suicidó».

El magnetismo que desprendía, su fuerza y su carácter le hacían encajar perfectamente en el cine de acción, concretamente en el western. De hecho, en 1957 rodó la magnífica ‘Duelo de titanes’, dirigida por John Sturges, donde interpretaba al famoso Doc Holiday en una revisión del duelo en O.K. Corral. Repetiría con el emblemático director dos años más tarde con ‘El último tren de Gun Hill’.

Si sus colaboraciones con Minnelli habían sido cruciales para el ascenso de Kirk, no menos importantes fueron las películas que hizo de la mano de Stanley Kubrik. Su primer trabajo en común fue Senderos de Gloria’, una película tan profundamente antimilitarista que no encontraba a nadie que se atreviera a producirla. El proyecto estuvo en stand by hasta que en 1957 Kirk Douglas se involucró a través de su propia productora, rebajándose el sueldo a un tercio de lo acostumbrado. El actor produjo muchas de sus películas y quizás una de las que recuerdo con más cariño sea ‘Los vikingos’, un film de aventuras épico estrenado en 1958 que contó con actores de la talla de Tony Curtis o Ernest Borgnine, y en las que Kirk daba vida a un orgulloso vikingo con sed de gloria y fortuna.

Por aquellos tiempos salió a la luz que en la película, rodada en Alemania, habían trabajado algunos antiguos miembros del partido nazi. Eso era algo de por sí relevante, dado que Kirk Douglas era judío y nunca había ocultado su mezcla de sentimientos hacia el pueblo alemán. Pero aún así mostró una clara despreocupación por el tema cuando le preguntaron si no le interesaría saber esos detalles de antemano: «No me interesa  por la sencilla razón de que eso representaría una completa investigación de cada persona que trabajara en el equipo. Me gusta pensar que la guerra ha acabado. Estamos en paz, trabajando juntos, de otra forma sería absurda mi presencia aquí. Si vengo como un detective privado, dispuesto a investigar a cada persona, nunca podría llegar a hacer ninguna película».

Su segunda colaboración con Kubrik, más importante aún si cabe que la primera, fue conEspartaco’ en 1960 interpretando a un esclavo rebelde y tenaz en uno de los papeles más inolvidables de su carrera. Eran los tiempos del «macarthismo» y con esta película Douglas rompió la famosa «lista negra» de Hollywood al dar trabajo como guionista a Dalton Trumbo, perseguido por sus ideas políticas.

En el pasado Kirk había sido crítico con el comunismo. Sin embargo, en este asunto, ya no podía transigir por más tiempo: «Probablemente sea la cosa de la que estoy más orgulloso… romper con la lista negra. La Era McCarthy fue una auténtica vergüenza. Quiero decir que fue una de las épocas más negras de nuestra historia. Todo el mundo estaba asustado. Todo el mundo era acusado de ser comunista. Los guionistas y escritores eran acusados si eran demasiado liberales o hablaban demasiado. Pero se supone que no es un crimen ser comunista. Este es un país libre». Treinta años habrían de pasar para que la «American Civil Liberties Union» y el «Writers’ Guild of America» reconociera su esfuerzo y coraje.

Ya en 1962 trabajó a las órdenes de David Miller en ‘Los valientes andan solos’ junto a Gena Rowlands y Walter Matthau. Como él mismo ha reconocido siempre fue una de sus películas favoritas: «Me gustaba el personaje. Di vida a un buen chico. Era intrépido y tenía una maravillosa amistad con su caballo». Entre sus producciones también destaca una película de 1964 dirigida por John Frankenheimer, Siete días de mayo’. En esta película, ambientada en las intrigas militares y políticas de Washington, Douglas tuvo la ocasión de trabajar de nuevo con su amigo Burt Lancaster (con quien en total rodó siete películas) y la divina Ava Gardner.

En 1965 regresó al cine de aventuras con una vibrante película bélica dirigida por Anthony Mann, Los héroes de Telemark’, un film basado en la historia del sabotaje aliado contra la fábrica alemana de agua pesada en Noruega durante la segunda guerra mundial. Y aunque no puede considerarse una de las mejores obras de Mann, es un thriller bélico de calidad que sabe explotar el duelo interpretativo entre Kirk Douglas y Richard Harris. No abandonaría el género, ya que al año siguiente estrenaba ‘¿Arde París?’, un apasionante relato con guión de Gore Vidal y Francis Ford Coppola. Protagonizada por estrellas del celuloide como Orson Welles, Glenn Ford o Simone Signoret, la película retrata el levantamiento de París ante la ocupación nazi en toda su crudeza. Ya en 1967 retoma el western protagonizando junto al legendario John Wayne Ataque al carro blindado’, un film rutinario pero efectivo cuyo mayor aliciente consiste en contemplar juntos a estos dos monstruos del cine.

La década de los sesenta tocaba a su fin y la estrella de Kirk Douglas comenzaba a declinar. Pero en 1968 se estrenaba Mafia’, ambientada en las relaciones personales de una familia de gangsters y clara precursora de ‘El Padrino’. Una película nada pretenciosa pero muy entretenida que contó con unas intensas interpretaciones. Poco después participaba en uno de los proyectos menos satisfactorios de Elia Kazan, El compromiso’, un interesante drama basado en las relaciones de pareja en el que Kirk compartía cartel con Faye Dunaway y la divina Deborah Kerr. Y bueno, llegados a este punto podemos decir con toda seguridad que el mejor trabajo del actor en esta etapa de su carrera fue ‘El día de los tramposos’, del gran Joseph L. Mankiewicz. Un atípico western de temática carcelaria que contaba con la inestimable presencia de Henry Fonda. En cierta forma podemos decir que esta película fue ideada como un auténtico tratado de la abyección humana, y aunque la crítica de su tiempo no fue generosa con ella, creo que el tiempo la ha puesto en el lugar que le corresponde.

El ocaso de la estrella.
La década de los setenta se caracterizó por su participación en una serie de películas mediocres, algunas incluso lamentables. No en vano los más puristas afirman que artísticamente «murió» por esas fechas. Pero también participó en proyectos simpáticos. Por ejemplo, quizás los más nostálgicos recuerden La luz del fin del mundo’, una coproducción de 1971 puramente de aventuras basada en una novela de Julio Verne. El mayor atractivo de la cinta reside en la atmósfera tenebrosa que genera y en su cartel, que además de Douglas contó con un enigmático Yul Brinner y nuestro querido Fernando Rey. De ese mismo año es El gran duelo’, un curioso western que proponía un enfoque diferente en un género que por aquellos tiempos estaba agonizando, y que salva los trastos gracias al carisma de Douglas.

Debido a los constantes desacuerdos de con los directores, decidió arriesgarse y dar el salto a la dirección. Su ópera prima fue ‘Pata de palo’, rodada en 1973, un rotundo fracaso en todos los aspectos. Dos años más tarde sí que cumplió las expectativas con ‘Los justicieros del oeste’, donde interpretaba a un cowboy rudo y ambicioso, aunque no volvió a sentarse en la silla del director. Quizás lo más bizarro que se puede encontrar a estas alturas de su carrera es Holocausto 2000’, una producción italiana que toca el tema del apocalipsis y las profecías bíblicas. No sólo es una película mala, sino que además carece de todo sentido, con lo cual únicamente puede ser disfrutada por los amantes del gore y la violencia absurda. Quizás para redimirse nos regaló un trabajo más que correcto en La furia’, dirigida por Brian De Palma en 1978 y que curiosamente seguía ahondando en el tema de lo paranormal como hiciera dos años antes con ‘Carrie’. Un año más tarde protagonizaba la que para muchos, y entre ellos me incluyo, es la peor película de toda su carrera. Hablamos de Cactus Jack’, que contó con la colaboración de un joven Arnold Schwarzenegger y que cualquier fan querrá olvidar lo antes posible.

A partir de 1980 se redujo considerablemente el número de trabajos. Vale la pena recordar ‘Saturno 3‘, una película de terror espacial que, pese a contar con un buen guión y unas buenas interpretaciones, falló tremendamente en su puesta en escena, acabando relegada a ser un producto de serie B denostado por la crítica (Kirk fue nominado a los premios Razzie por esta película). El mismo año participaba en El final de la cuenta atrás’, una incursión bastante acertada en el género de la ciencia ficción que se inspiró en supuestos hechos reales acaecidos en 1943. En 1983 se adentraba en el creciente género de acción con una película de persecuciones, ‘La fuga de Eddie Macon’, pese a ser un producto de entretenimiento bastante aceptable está lastrado por numerosos fallos y carencias. Poco más hizo, ya que a partir de 1983 se dedicó a realizar episodios para series de televisión y algún que otro papel de secundario en películas mediocres como Oscar’, una comedia fallida con Sylvester Stallone.

Finalmente no podríamos terminar sin recordar dos películas cuanto menos entrañables que realizó en su vejez, Diamonds’ y Cosas de familia’, en donde trabajaba ni más ni menos que con su hijo y también actor, Michael Douglas. Paradójicamente, al final de su carrera consiguió interpretar a un personaje que era lo más cercano a él mismo. «Creo que cada personaje que interpretas refleja una fracción de tu personalidad. No tengo el coraje de Espartaco pero como actor eres un instrumento, y usas lo que puedes para conseguir plasmar el personaje. En ‘Diamonds’ soy simplemente yo. No creo que jamás haya interpretado un personaje que tenga tanto de mi, un hombre que está sobrellevando una trombosis».

Su faceta de escritor.
Un aspecto poco conocido de Kirk Douglas es la de escritor, algo que comenzó en 1988 cuando, a los 72 años, publicó sus memorias bajo el título ‘El hijo del trapero’ (‘Ragnar’s Son’ en original). Un viaje de autodescubrimiento bajo un título que evoca el oficio de su padre: «Mis padres eran pobres y analfabetos. Al llegar a Estados Unidos creían que las calles americanas estaban construidas con adoquines de oro. Mi padre se hizo trapero porque a los judíos les estaba prohibido trabajar en las fábricas, y yo soy el fruto de estas circunstancias. Cualquier americano es una mezcla de razas y culturas, y ser hijo de judíos me llena de orgullo». También tocó el género de novela, escribiendo en 1990 Baila con el diablo’ y Último tango en Brooklyn’.

En 1992, inspirado por un grave accidente aéreo que casi le cuesta la vida, publicaba la novela El regalo’. Y fruto de esa traumática experiencia empezaba a escribir su segundo libro biográfico, ‘Ascendiendo la montaña’, que vería la luz años más tarde y que le valió en septiembre de 1999 el «Premio Literario del Festival de Deauville». Y es que dicho accidente, en el que murieron dos personas, le hizo preguntarse por qué había sobrevivido. Una pregunta que se repitió cuando años más tarde resistía milagrosamente una apoplejía. A partir de ahí, y tras asumir que a los 14 años había tratado de dejar atrás el judaísmo, hizo inventario de su vida plasmando los resultados. También escribió un par de libros infantiles, entre ellos Jóvenes héroes de la Biblia’. Ya en el 2002 escribía su tercer libro biográfico, Mi golpe de suerte’, y en 2008 escribió un bello libro que llevó por título Afrontémoslo: 90 años viviendo, amando y aprendiendo’.

Una leyenda viva.
Llegados a este punto habrá quien se pregunte cómo es posible que este actorazo, este monstruo de la escena, no tenga ni un solo Oscar… Pero sí, lo tiene, y al menos se lo han dado en vida para poder subsanar en lo posible tan enorme despropósito. Como he comentado antes, en 1991 Kirk Douglas sufrió un accidente aéreo salvando la vida milagrosamente. Y tres años más tarde sufría un ataque de apoplejía que le dejaba postrado y con problemas de movilidad. Supongo que ante la perspectiva de que esta leyenda viva se muriera sin haber sido premiado, la Academia decidió otorgarle en 1996 un Oscar especial por sus 50 años de carrera artística. Ya forman parte de la historia las palabras que pronunció emocionado ante una multitud puesta en pie: «Veo a mis cuatro hijos y están orgullosos del viejo. Yo también estoy orgulloso de haber formado parte de Hollywood». Un premio insuficiente, ya que si algo se puede asegurar de Kirk Douglas es que mereció el Oscar en más de una ocasión. Incluso el propio Kirk se mostró enormemente decepcionado cuando no se le premió por su papel de Vincent Van Gogh declarando «Realmente creí que esta vez podía ganar».

No creo que haya suficientes adjetivos para describir a este gran actor, y si los hay seguramente nos quedaríamos cortos en esta filmografía de Kirk Douglas. Quizás las nuevas generaciones no sean capaces de apreciar en toda su magnitud la labor realizada por este hombre. Cómo un inmigrante que no tenía nada consiguió llegar a lo más alto mediante esfuerzo, sacrificio y una inquebrantable voluntad. Pero para los que crecimos con sus películas jamás será olvidado. Me gustaría finalizar citando una frase suya. Una frase que, en los tiempos que corren, y con la constante devaluación que está sufriendo el cine de entretenimiento, debería hacernos reflexionar a todos. Porque es la esencia del cine y quién mejor que este hombre para recordárnoslo a todos.

«Puedes hacer una declaración o comunicar algo, pero tiene que ser entretenido».-Kirk Douglas (1916-2020)

Premios.
1949: Manzana de Oro al actor más cooperativo.
1950: Nominado al Oscar al mejor actor por ‘El ídolo de barro’.
1986: Nominado al Globo de Oro como mejor actor por ‘Brigada 21’.
1953: Nominado al Oscar al mejor actor por ‘Cautivos del mal’.
1956: Globo de Oro al mejor actor por ‘El loco del pelo rojo’.
1957: Nominado al Oscar al mejor actor por ‘El loco del pelo rojo’.
1958: Premio al mejor actor en el Festival de Cine de San Sebastián por ‘Los Vikingos’.
1963: Nominado a los BAFTA como mejor actor extranjero por ‘Los valientes andan solos’.
1968: Globo de Oro especial ‘Cecil B. DeMille Award’.
1975: Nominado al Oso de Oro del Festival Internacional de Berlín por ‘Los justicieros del oeste’.
1980: César honorífico.
1981: Nominado a los Saturn Awards como mejor actor por ‘El final de la cuenta atrás’.
1986: Nominado al Globo de Oro como mejor actor de miniserie de TV por ‘Amos.’
1987: Cámara de Oro por una vida de logros.
1991: Premio honorífico del Instituto de Cine Americano.
1991: Premio Meltzer del Gremio de Guionistas en reconocimiento por su lucha contra la persecución política en 1960.
1996: Oscar Honorífico por sus 50 años de carrera.
1996: Premio Carl Foreman Prize de la Fundación Americana del Cine.
1997: Premio a una vida de logros del Festival de Cine de Hollywood.
1999: Bota de Oro.
1999: Premio a una vida de logros del Gremio de Actores.
2001: Oso de Oro honorífico del Festival Internacional de Berlín.
2005: Premio a una vida de logros del Festival Internacional de Cine de Palm Springs.

Filmografía completa.
El extraño amor de Martha Ivers (1946), de Lewis Milestone.
Retorno al pasado (1947), de Jacques Tourneur.
A Electra le sienta bien el luto (1947), de Dudley Nichols.
Al volver a la vida (1948), de Byron Haskin.
Murallas humanas (1948), de John M. Stahl.
Mi querida secretaria (1949), de Charles Martin.
Carta a tres esposas (1949), de Joseph L. Mankiewicz
El ídolo de barro (1949), de Mark Robson.
El trompetista (1950), de Michael Curtiz.
El zoo de cristal (1950), de Irving Harper.
Camino de la horca (1951), de Raoul Walsh.
El gran carnaval (1951), de Billy Wilder.
Brigada 21 (1951), de William Wyler.
La ley de la fuerza (1952), de Felix Feist.
Río de sangre (1952), de Howard Hawks.
Cautivos del mal (1952), de Vincente Minnelli.
Tres amores (1953), de Gottfried Reinhardt.
Hombres olvidados (1953), de Edward Dmytryk.
Acto de amor (1953), de Anatole Litvak.
Ulises (1954), de Mario Camerini.
20.000 leguas de viaje submarino (1954), de Richard Fleischer.
Hombres temerarios (1955), de Henry Hathaway.
La pradera sin ley (1955), de King Vidor.
Pacto de honor (1955), de Andre de Toth.
El loco del pelo rojo (1956), de Vincente Minnelli.
Intriga femenina (1957), de H.C. Potter.
Duelo de titanes (1957), de John Sturges.
Senderos de gloria (1957) (también productor), de Stanley Kubrick.
Los vikingos (1958), de Richard Fleischer.
El último tren de Gun Hill (1959), de John Sturges.
El discípulo del diablo (1959), de Guy Hamilton.
Un extraño en mi vida (1960), de Richard Quine.
Espartaco (Spartacus) (1960) (también productor), de Stanley Kubrick.
Ciudad sin piedad (1961), de Gottfried Reinhardt.
El último atardecer (1961), de Robert Aldrich.
Los valientes andan solos (1962), de David Miller.
Dos semanas en otra ciudad (1962), de Vincente Minnelli.
Silencio de muerte (1963), de George Seaton.
El último de la lista (1963), de John Huston.
Tres herederas (1963), de Michael Gordon.
Siete días de mayo (1964), de John Frankenheimer.
Primera victoria (1965), de Otto Preminger.
Los héroes del Telemark (1965), de Anthony Mann.
La sombra de un gigante (1966), de Melville Shavelson.
¿Arde París? (1966), de René Clément.
Camino de Oregón (1967), de Andrew V. McLaglen.
Ataque al carro blindado (1967), de Burt Kennedy.
Sindicato de asesinos (1968), de David Lowell Rich.
Mafia (1968), de Martin Ritt.
El compromiso (1969), de Elia Kazan.
El día de los tramposos (1970), de Joseph L. Mankiewicz.
Con los dedos cruzados (1971), de Dick Clement.
La luz del fin del mundo (1971) (también productor), de Kevin Billington.
El gran duelo (1971), de Lamont Johnson.
Un hombre a respetar (1972), de Michele Lupo.
Pata de palo (1973), de Zoran Calic y él mismo.
Los justicieros del Oeste (1975), de él mismo.
Una vez no basta (1975), de Guy Green.
Holocausto 2000 (1977), de Alberto De Martino.
La furia (1978), de Brian DePalma.
Cactus Jack (1979), de Hal Needham.
Una familia de locos (1979), de Brian De Palma.
Saturno 3 (1980), de Stanley Donen.
El final de la cuenta atrás (1980), de Don Taylor.
El hombre del río nevado (1982), de George Millar.
La fuga de Eddie Macon (1983), de Jeff Kanew.
Otra ciudad, otra ley (1986), de Jeff Kanew.
Oscar ¡quita las manos! (1991), de John Landis.
Bienvenido a Veraz (1991), de Xavier Castaño.
Los codiciosos (1994), de Jonathan Lynn.
Diamonds (1999), de John Asher.
Cosas de familia (2003), de Fred Schepisi.
Illusion (2004), de Michael A. Goorjian.
Los asesinatos del Empire State (2008), de William Karel.

«Kirk, Gracias por regalarnos tu fuerza y tu talento».-Carlos G.

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