Emperador
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La guerra perdida, el país asolado y un símbolo del pueblo japonés en entredicho: su ‘Emperador’. Con estos elementos el director británico Peter Webber aborda los momentos posteriores al final de la Segunda Guerra Mundial. Unos sucesos poco conocidos pero que fueron cruciales para la reconstrucción del país del sol naciente.

«Cumplimos con nuestro deber, pero perdimos nuestra humanidad».-General Kajima.

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Crítica de Emperador.
Dejando a un lado el documental, podemos decir que hay dos tipos de película histórica: la que aprovecha un suceso real para crear un producto de entretenimiento, y la que básicamente se ciñe a los sucesos históricos para dar una visión concreta de los mismos. Y el principal problema que encontramos en ‘Emperador’ es que navega a la deriva entre ambas fórmulas, sin buscar el puro divertimento pero también sin tratar el tema con rigor. Hay que reconocerle a Peter Webber que la premisa argumental es interesante, a partir de una novela de Shiro Okamoto toca el tema de la rendición de Japón y busca escarbar en un periodo de la historia que no suele ser conocido por el público en general. Pero la frialdad y la funcionalidad que predominan a lo largo de la película le restan enteros, más aún cuando Webber trata de aportar el elemento dramático en forma de romance innecesario…

Romance innecesario que viene de la mano de un correcto Matthew Fox en el papel de General Fellers. Aquí se nos narra su relación con una joven japonesa que conoció antes de la guerra a base de flashbacks, mientras la investigación acerca de los crímenes de guerra prosigue su curso. No hablamos de un gran actor, de hecho creo que en el apartado romántico no es la mejor elección, pero gracias a su personaje podemos entender mejor a la sociedad japonesa. El modo en que se retrata al Japón de la postguerra, con las ciudades en escombros y su población humillada, es francamente acertado tanto a nivel visual como documental. Como destacable es el modo en que se explican los valores del pueblo nipón y el por qué de su enfermiza devoción a la figura del emperador. No obstante, hay una objetividad cuestionable al tratar la culpabilidad del emperador que estropea el conjunto, ya que esto a fin de cuentas es una película que narra unos sucesos históricos.

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Lo que hace esta película con el emperador Hiro Hito puede parecer un masaje de manual, donde se le retrata como un pacifista que acaba cayendo bien al espectador, lo cual es significativo. Cierto es que como figura simbólica el emperador estaba muy sujeto por el estamento militar, pero no podemos obviar los crímenes cometidos antes de la segunda guerra mundial, cuando los japoneses realizaron atrocidades inenarrables en China y el sudeste asiático. Tampoco es del todo satisfactorio el modo en que se retrata a McArthur y al gobierno norteamericano, con Tommy Lee Jones en un papel puramente alimenticio donde lo único que consigue cuadrar con éxito es la peculiar rudeza del veterano general. Pero ni un solo comentario crítico a las dos bombas atómicas que arrasaron a la población civil japonesa, mujeres y niños principalmente.
En otras palabras, cualquiera podría decir que Hiro Hito era un buen hombre y que los japoneses que cometieron barbaridades que rivalizan con las del Tercer Reich eran gente de altos valores y no criminales. Como también podríamos pensar que McArhur era la quintaesencia de la bondad, y el gobierno norteamericano una ONG cuya mayor preocupación era salvar a Japón del abismo en que había caído. Quizás por eso se disfraza de perdón lo que en realidad fue una tremenda humillación infligida a todo un pueblo. Sin duda es una visión que a norteamericanos y japoneses les parecerá fantástica, pero la realidad fue otra.

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Conclusión.
A pesar de la cera que acabo de dispensar a lo largo del texto principal de esta crítica de Emperador, creo que este film es una película que sirve para aproximarse a unos hechos históricos poco conocidos. Está correctamente interpretada y es un buen ejemplo de lo que era la burocracia militar en los años de la postguerra. Pero es una lástima que con un romance de pega y un trato demasiado tibio y partidista a la historia se acabe diluyendo. Es una película que podría haber sido muy grande, tenía mimbres para ello. Pero finalmente sólo queda un producto que entretendrá a los aficionados a la historia y que probablemente no dejará del todo contentos a los que simplemente busquen una película bélica.

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