El mago de Oz
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¿Quién le iba a decir a Victor Fleming que ‘El mago de Oz’ se acabaría convirtiendo en uno de los mayores musicales de la historia del cine? Ríos de tinta se han escrito sobre esta película repleta de valores. Una cinta convertida en todo un icono de referencia para cualquier cinéfilo que se precie. A través de conceptos tan mundanos como la esperanza y la amistad, nos lleva de la mano a un mundo de fantasía del que ninguno querría regresar. Acompañemos a Dorothy y veamos qué hay al final del camino de baldosas amarillas.

«Toto, me parece que ya no estamos en Kansas…» (Dorothy)

Crítica de El mago de Oz

Es difícil comentar esta película tratando de aportar algo novedoso y original. Tanto se ha escrito y tantas cosas se han dicho sobre ‘El mago de Oz’ que poco podemos añadir. Sin embargo, vamos a intentarlo… La película está basada en una novela publicada en 1900 por el escritor L.Frank Baum que llevaba por título El maravilloso mago de Oz’. Tal fue el éxito de la novela que el escritor llegó a publicar trece libros más acerca de este fantástico mundo. La obra fue adaptada al teatro para ser representada en Broadway. Además se llevó a la pantalla gracias a varias películas mudas que, desgraciadamente, se han perdido. Una de las películas que sí se han conservado es una curiosa versión cómica realizada en 1925. Esa versión contó con la participación del popular Oliver Hardy en el papel de Hombre de Hojalata.

Para la película que nos ocupa todo comenzó con el estreno deBlancanieves y los siete enanitos’ (1937). El clásico Disney demostró que los cuentos infantiles podían ser llevados a la gran pantalla con éxito. De esta forma se abrieron las puertas a un nuevo género. En el caso de ‘El mago de Oz’ las primeras complicaciones surgieron con el guión. La primera idea fue rebajar el tono mágico del cuento original. Tras varios cambios de guionista, el libreto acabó siendo redactado por más de una quincena de profesionales. Cada uno de los escritores aportó su particular granito de arena llegando, en ocasiones, a no saber ni siquiera en qué estaban trabajando exactamente. Cabe decir que se cambiaron aspectos importantes de la novela. El mayor cambio de todos consistió en transformar la experiencia real de Dorothy en un sueño para atraer más fácilmente al público.

El director escogido fue Victor Fleming. Por aquel entonces estaba dirigiendo simultáneamente ‘Lo que el viento se llevó’ (1939). Esto le obligaba a ausentarse del rodaje en más de una ocasión. De hecho, las escenas en blanco y negro que conforman la parte de la trama ambientada en Kansas fueron dirigidas por King Vidor. Y es que las labores de dirección también fueron una auténtica odisea. Aquí se llegó a implicar temporalmente a otros profesionales de la talla de George Cukor o Richard Thorpe. No obstante, el resultado final es impecable, con un meticuloso diseño de producción y un despliegue técnico y artístico brillante.

Un aspecto que llama poderosamente la atención es el contraste cromático. Este contraste se establece entre el Kansas rural donde vive Dorothy y el mundo de Oz al que es transportada. Tengamos en cuenta que, en aquellos años, las películas solían rodarse en blanco y negro. Así pues, es fácil imaginar la sensación de sorpresa que produjo en el público ver esas escenas rodadas en Technicolor. Una explosión de colores y luminosidad que transforman la gris y monótona existencia de Dorothy en un fabuloso viaje a lo increíble con «Over the rainbow» una canción ya memorable. ‘El mago de Oz’ fue tan pionera en el uso del color como lo fue ‘Avatar’ con la tecnología 3D.

En el casting resultó un acierto contar con la presencia de Judy Garland. No obstante, el personaje de Dorothy había sido creado para Shirley Temple. Esta no era la primera película de Judy, pero sí con la que alcanzaría el estrellato, anticipándose a esa otra que rodaría años después bajo el título ‘Ha nacido una estrella’ (George Cukor, 1954). Ver a una jovencísima Judy Garland corretear por el camino de baldosas amarillas, mientras canta con esa voz excepcional que sólo tienen las viejas estrellas «We’re off to see the Wizard of Oz», es una imagen que no sólo ha perdurado en el tiempo… sino que se mantiene tan fresca como el primer día. Y es quizás la férrea convicción de los actores al ponerse en la piel de sus personajes lo que convierte a esta película en algo tan grande.

Porque Dorothy no sería nada sin esos tres peculiares amigos que la ayudan a llegar a Ciudad Esmeralda. Ray Bolger, un espantapájaros que quiere un cerebro para poder pensar. Bert Lahr, un cobarde león que carece del valor necesario. Y Jack Haley, un hombre de hojalata que busca desesperadamente poseer un corazón que le haga sentir. Inteligencia, valor y amor. Tres anhelos que cada uno de ellos expone a través de temas musicales hábilmente insertados en la trama. Es obvio que los actores ya contaban con una notable experiencia en vodeviles y musicales. No obstante, hubo detalles que complicaron una vez más el rodaje. Por ejemplo, el pesado disfraz de león que llevaba Bert Lahr que le ahogaba de calor.

Tampoco podemos dejar pasar el excelente trabajo de dos secundarias como son Billie Burke y Margaret Hamilton. La primera poniéndose en la piel de una bondadosa bruja que guía a Dorothy hacia Ciudad Esmeralda. Y la segunda dando vida a una terrible bruja. Una malvada tan bien dibujada que no tiene nada que envidiar a lo que puedan ofrecernos películas más actuales. Es curioso, porque lo que abrió las puertas de la película para Hamilton fue la negativa de la actriz escogida inicialmente, Gale Sondergaard, a maquillarse y salir fea en pantalla. ¿El motivo? Prefería el glamour y la belleza de la bruja de ‘Blancanieves y los siete enanitos’.

Hablando de enanitos… vale la pena comentar el meticuloso trabajo realizado para recrear la aldea de los Munchkin. Se llegaron a contratar a más de cien enanos. Cada uno de ellos llevaba su propio traje confeccionado por el departamento de vestuario de la MGM. A lo largo de los años surgieron numerosas historias alrededor de estos pequeños actores: que se pasaban el día borrachos o que montaban verdaderas orgías tras el rodaje. Todas ellas son falsas. Si bien, otras anécdotas que se cuentan sobre el film son ciertas. Por ejemplo: Margaret Hamilton estuvo a punto de morir quemada en una toma. Otra es que el tema ‘Over the rainbow’ casi se queda fuera de la banda sonora.

El apartado musical es uno de los elementos que más engrandecen esta película. Todos los temas están en un equilibrio perfecto. Además están insertados magistralmente para no entorpecer al desarrollo de la trama ni gozar de demasiado protagonismo. La música y las letras de los temas fueron compuestas por Harold Arlen y E.Y. Harburg. Por su parte, el compositor Herbert Stothart se encargó de toda la parte instrumental. No obstante, hay aspectos interesantes como el hecho de que ninguno de los enanos cante. En realidad fueron todos doblados y las voces se aceleraron para poder crear esas vocecitas chillonas.

A lo largo de los años se han rodado diversas versiones de esta película. Quizás una de las más curiosas sea El Mago’, basada en un popular musical de Broadway e interpretada por un elenco de actores negros que incluía a Michael Jackson o Diana Ross. Allá por 1985, la factoría Disney se encargó de realizar una secuela titulada Oz, un mundo fantástico (Walter Murch, 1985). Y claro, también se hizo en 2005 una película dirigida a la televisión protagonizada por los entrañables Muppets. Finalmente, en 2013, llegó una especie de precuela/reboot protagonizada por James Franco, Oz, un mundo de fantasía (Sam Raimi). Sólo es una pequeña muestra de la enorme cantidad de películas que han surgido a partir de esta gran joya.

Conclusión.
Termino esta crítica de El mago de Oz, podríamos escribir páginas sobre esta película y sólo arañaríamos la superficie. Hablamos de una obra que ya forma parte de la iconografía popular. Una cinta que ha influido en un sinfín de autores y que ha sido objeto de numerosas interpretaciones sociopolíticas. Pero también hablamos de un cuento de niños, de la inocencia y la amistad. De valores ya olvidados a los que nadie presta atención. Hablamos de una niña que sólo busca escapar de sus miedos viajando más allá del arcoíris. De zapatitos de rubíes, de baldosas amarillas y majestuosos castillos verdes. Pero, sobre todo, hablamos de cómo aquello que más deseamos lo tenemos a menudo en nuestro interior… aunque no lo sepamos y necesitemos que alguien nos lo recuerde.

Tráiler de El mago de Oz

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