El juego del asesino
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“Si un león se come a alguien y lo encierras en una jaula durante diez años y le dices «no lo vuelvas a hacer» para luego, diez años después, soltarlo ¿Qué crees que hará? Solo hay una palabra que retumba una y otra vez en la mente de estos delincuentes: Hazlo, hazlo, hazlo,…”. Henry Cavill y Ben Kingsley salen de caza en… ‘El juego del asesino’.

“La gente que persigo vive en la oscuridad” (Marshall)

Crítica de El juego del asesino

El 13 de septiembre de 2019 se estrenaba directamente en cuatro ‘El juego del asesino’. La película no pasó por cines ni ha sido editada en DVD ni Blu-ray en España, al menos todavía. En Francia o Alemania sí que llegó a ser lanzada en formatos caseros y en los pocos países que logró llegar a las salas tan sólo fue capaz de acumular 1.415.590 $ en total. Una cifra desoladora para un film que ni mucho menos es un horror, pero que tiene un problema… Cuando dependes casi exclusivamente de tu guión para hacer que una película avance, y vas justo de pirotecnia, más te vale que el libreto valga la pena. Y aquí, y salvo por un par de secuencias bien realizadas y su ciertamente inesperado giro, todo es bastante rutinario.

Lo que vemos en ‘El juego del asesino’ se ha hecho cientos de veces en los noventa siguiendo la estela del inevitable tótem del género, Seven (David Fincher, 1995). Sin ir más lejos en el tiempo, Prisioneros (Denis Villeneuve, 2013) ya dejó bien claro que el listón estaba insuperable. Y en una liga menor, pero con reminiscencias, encontramos La sombra de los otros (Måns Mårlind y Björn Stein, 2010). Todos estos films se toman como referencias en ‘El juego del asesino’. Y con todos sale perdiendo en la comparación.

La dirección y el libreto corren a cargo de David Raymond, quien debuta tras las cámaras y firma su segundo guión para un largometraje. Raymond resulta mejor en la dirección destacando con su prometedor inicio, el ambiente opresivo y algunos momentos de tensión bien conseguidos. Con los lápices se nota que acaba por verse importantemente perjudicado por un montaje recortado. Una edición con personajes que van para importantes y son borrados del film sin despedirse, o con otros que entran y salen según puedan ser útiles. Además la trama promete ahondar en varios aspectos pero todo queda demasiado en el aire. Por si fuera poco, tampoco se beneficia de una atropellada resolución en donde, de repente, a todos les entran las prisas por acabar el film.

No obstante lo anterior, justo es decir que la cinta tiene como acierto lo gélido de su ambiente y fotografía. Algo que acaba por contagiarse a todas las interpretaciones del elenco actoral. Esto es así, todos los actores terminan la película con el mismo tono en que la empezaron, sin cambiar en ningún momento su interpretación.

En el casting tenemos a un apesadumbrado Henry Cavill como Marshall. A pesar de lucir físicamente muy amenazante, y a punto de explotar, Cavill es frenado por la cordura de Alexandra Daddario en su rol de Rachel, una investigadora psicológica. Rachel quiere conocer los entresijos de la mente del sospechoso. Sin embargo, el laberinto de su mente se torna altamente inaccesible y el tiempo vuela… Daddario no es ni mucho menos mala actriz. Aquí hace lo que puede con un personaje que debe estar en mil fregados y pasar por infinidad de emociones, pero claro, el guión no ayuda para que se pueda lucir.

También tenemos a Ben Kingsley como Cooper, un antiguo defensor de la ley ahora convertido en juez y ejecutor. Cooper usa como cebo a una joven para llevar a cabo su particular ajuste de cuentas. La secuencia que presenta a su personaje al público es de lo mejor del film. A partir de ahí Cooper ya solo va cuesta abajo.

Entre los secundarios encontramos a Stanley Tucci en el rol del comisario Harper que quiere cerrar el caso cuanto antes. Finalmente quedan Nathan Fillion (Quinn) y Brendan Fletcher (Simon). Fillion es un actor ciertamente conocido de la televisión por ‘Castle’ (2009-2016) y que el público puede identificar con rapidez. Aquí forma parte del equipo de ciberdelincuencia de Rachel y casi todas sus apariciones las tiene sentado frente al ordenador. Por su parte, Fletcher es el eje principal de la trama, un joven que se revela como una paradoja. Un tipo incapaz de hablar con claridad, con problemas de audición y que ha sido detenido en una casa con multitud de chicas y pruebas que lo implican en torturas y asesinatos enrevesados. Mejor no decir mucho más de su papel para no entrar en importantes destripes.

En resumidas cuentas.
Finalizo esta crítica de El juego del asesino, una cinta pasable y para ver sin pretensiones. No llega a la altura de un telefilm pero tampoco merecería un estreno en grandes salas a bombo y platillo. Muy válida, sobre todo, para fans de Henry Cavill, espectadores con la exigencia justa o seguidores acérrimos de los thrillers con asesino psicópata de plan intrincado.

Tráiler de El juego del asesino

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