Diamante de sangre
En una Sierra Leona desgarrada por la guerra, el mercenario Danny Archer se gana la vida para poder salir del continente vendiendo al mejor postor los diamantes que saca de las zonas de conflicto. Un día llega a sus oídos que un pescador llamado Solomon puede haber encontrado un diamante de un gran valor. Esa piedra puede ser su pasaporte de salida. Para conseguirla deberá ayudar a Solomon a encontrar a su hijo que parece estar retenido por las fuerzas rebeldes. (Cineycine).
A medio camino entre la denuncia, y el cine de aventuras clásico, Edward Zwick se embarca en la que probablemente sea una de sus cintas más interesantes. Una película protagonizada por un Leonardo DiCaprio que ya empezaba a meterse de lleno en sus papeles. Bienvenidos al corazón de Sierra Leona en los años 90. Una tierra desgarrada por la guerra en la que se unirán los caminos de un mercenario y de un padre desesperado. En su ¡15º aniversario! conocemos la sangrienta historia que hay detrás de un ‘Diamante de sangre’.
“Esa piedra vale más que tu vida y la mía” (Archer)
Crítica de Diamante de sangre
Esta es una de esas raras ocasiones en las que un realizador “artesanal” como Edward Zwick consigue sacar adelante una superproducción con tintes de denuncia y equilibrarlo todo de la mejor forma posible. Zwick contó aquí con algunos de los mejores actores posibles y con la Warner Bros respaldando la propuesta. Así las cosas, y como ya adelanté en la introducción, ‘Diamante de sangre’ combina el entretenimiento más puro y clásico con la denuncia social más cruda. Y todo esto lo consigue ofreciendo un conjunto notable y sólido. Mérito por tanto para Edward Zwick, que además consiguió que la producción recibiera cinco nominaciones a los Oscars 2007. Entre esas nominaciones estaban las correspondientes para Leonardo DiCaprio y Djimon Hounsou. Por desgracia, la película al final no se llevó ninguna estatuilla.
‘Diamante de sangre’ parte como referencia de un artículo de C. Gaby Mitchell. Un escrito en el que hablaba de la compraventa ilegal de diamantes en regiones de conflicto en África. Siendo más específicos se refería a la Sierra Leona de los años 90. El nombre que recibieron estos diamantes fue el de, precisamente, “diamantes de sangre”. Hablamos de piedras preciosas que eran sacadas de las zonas de guerra para ser vendidas a grandes joyerías occidentales. Las operaciones se hacían a través de mercenarios y compradores que operaban en las zonas en cuestión. El dinero obtenido se usaba para comprar armas y financiar a las fuerzas rebeldes que luchaban contra los gobiernos de la región. De Sierra Leona se sacaron una cantidad ingente de dichos diamantes.
Personalmente considero a Edward Zwick un buen cineasta artesanal. En esta ocasión dirige el bien planteado guion de Charles Leavitt, probablemente su mejor script. Zwick consigue convertir el libreto en una obra notable, dirigida con un buen pulso y una planificación visual realmente impactante. El director no se corta ni un pelo en mostrar las atrocidades tanto del bando de las fuerzas del FUR, como de las corruptas y débiles fuerzas gubernamentales. Se denuncia así el atroz conflicto ocurrido durante los años noventa en el país africano. Atención a cuando el personaje de Leonardo DiCaprio explica cómo funciona el negocio. En esa secuencia se expone, sin tapujos, que a la sociedad occidental no le importa absolutamente nada que el diamante comprado venga de una zona de conflicto y sangre. Lo importante es el jugoso beneficio.
Edward Zwick se las sabe ingeniar para combinar el elemento de denuncia con el elemento de blockbuster de acción y aventuras. En este sentido un “personaje” importante del film es el propio continente africano. Zwick saca un enorme provecho de los escenarios naturales de Sudáfrica para dotar del realismo al film. En esta labor se ve apoyado por la naturalista fotografía de Eduardo Serra destapada como una de las mejores bazas de la cinta. Tampoco debe obviarse al maestro James Newton Howard al frente de la batuta de la banda sonora. Su mezcolanza de sonidos tribales, voces africanas y elementos más modernos como guitarras eléctricas… redondea la propuesta. Quizás estemos ante uno de los mejores trabajos de Howard.
Sin embargo, el punto flaco del film llega hacia la mitad del metraje. Creo que en ese punto Zwick pierde el ritmo y decide dar un respiro demasiado largo al público. Un “alto en el camino” que termina quitándole algunos puntos a la narrativa de la película y que se podían haber solucionado en la sala de montaje. Afortunadamente, y hacia el final, se acaba por recupera el ritmo y se “salva” el escollo narrativo que termina siendo esa parte media de la cinta.
La película está protagonizada por un trío de actores cuya profesionalidad está más que demostrada. En primer lugar tenemos a Leonardo DiCaprio interpretando a ese mercenario sin escrúpulos que es Danny Archer. Por este papel, y el de ‘Infiltrados’ (Martin Scorsese, 2006), empezó a ganar estima y un mejor aprecio por parte de la crítica y de sus detractores. DiCaprio trabajó a fondo a su personaje para que sonara como un auténtico sudafricano. Además demostró que podía hacerse cargo de roles más complejos y alejados con los que, originalmente, empezó su carrera. Merecida nominación al Oscar para él.
Por su parte, Djimon Hounsou se saca de la chistera el que, probablemente, sea el mejor rol de toda su carrera. Su personaje de Solomon Vandy, un auténtico padre coraje, representa el horror y la miseria que suele acompañar a las gentes de África. Hounsou se entrega a fondo y se podría considerar el alma de la película. Por esos azares del destino se encontrará el valioso diamante que podemos considerar como el Macguffin de toda la trama. También merecida nominación al Oscar para Hounsou en la categoría de «secundario».
En tercer lugar de importancia tenemos a Jennifer Connelly, una actriz notable cuando el papel la invita a ello. Creo que en esta propuesta está muy bien, solo que no termina de alcanzar las cotas de brillantez de sus dos compañeros de reparto. Además su “romance” con Danny Archer es un tanto tópico. Aquí encarna a Maddie Bowen, una periodista que sigue al mercenario para descubrir la compraventa de diamantes. Por otro lado tenemos a Arnold Vooslo como el coronel Cotzee, uno de los jefes de Archer. Y, finalmente, crédito para David Harewood como Capitán Veneno y un cameo expendable de Michael Sheen como uno de los jefes de la joyería que le compra los diamantes a Archer.
En conclusión.
Termino esta crítica de Diamante de sangre, uno de los mejores films de Edward Zwick junto con ‘Tiempos de gloria’ (1989) y ‘El último samurái’ (2003). Su sentido de la planificación unido a la narración más los ingredientes adecuados, y bien utilizados, dan lugar a una inteligente propuesta que junta el cine de denuncia con el cine de acción/aventuras más hollywodiense. En definitiva, una más que recomendable mezcla protagonizada por dos actores a plena potencia interpretativa.
Tráiler de Diamante de sangre
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