Prisioneros de Ghostland
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“Hemos perdido a mi Bernice. Y me han dicho que usted, señor, es el más idóneo para este trabajo. Su traje está lleno de explosivos. Los pantalones también. Uno en cada testículo. Si al concluir los cinco días no ha vuelto con Bernice… bueno, creo que lo ha entendido, señor. Vaya con Dios”. Sion Sono presenta a Nicolas Cage en ‘Prisioneros de Ghostland’.

“Yo… soy… radioactivo” (Héroe)

Crítica de Prisioneros de Ghostland

Había muchas expectativas con respecto a esta película. Especialmente atentos estaban todos los fans del cine más underground por la unión entre un icono del bizarro como es el director japonés Sion Sono… y un icono por derecho propio como es Nicolas Cage. Ambos han unido fuerzas y talentos en su primera película conjunta: ‘Prisioneros de Ghostland’.

Al final, y visto el resultado, todo fue mucho más prometedor sobre el papel. Estamos ante una cinta que, sobre todo, quiere mostrar forzadamente la personalidad de su director… mientras intenta dar a Cage el material para que se luzca. Sin embargo, en el global debemos decir que el film tiene más fallos que aciertos.

Además de su pedante pretenciosidad… el mayor pecado de ‘Prisioneros de Ghostland’ es su gravísima falta de ritmo y pulso narrativo. Otros aspectos del film pueden tener su pase, pero estos dos apartados son su gran debe. Hacía tiempo que no visionaba un film con supuesta calidad para cines y miraba el reloj pensando que se me estaba haciendo largo. Y eso me pasó con ‘Prisioneros de Ghostland’.

Estamos ante una película que parece montada sin ningún tipo de orden ni apenas lógica. No hay un inicio/nudo/desenlace, sino una serie de imágenes oníricas y descolocantes. Estas imágenes tratan, especialmente, sobre una secuencia de un atraco fallido que se repite durante varios momentos y que vemos por extractos a modo de flashback. Lógicamente acabamos por intuir que es de vital importancia en la trama. Por último hay una serie de giros de guión imposibles que enmarcan una propuesta totalmente bizarra, pero en general muy forzada. Una propuesta en donde Sofia Boutella parece no sentirse nunca a gusto y Cage no termina de divertirse como hubiese deseado.

En líneas generales muchos han criticado del film que todo luzca barato y que no sea más que una batidora de géneros. Una mezcla sustentada en referencias vulgares e iconografía mainstream. Puede que, en general, no les falte razón… pero, sin duda, si algo se le debe criticar es su grandilocuencia ridícula. Ojo a los números musicales y a las explosiones de color gratuitas y estridentes.

Respecto al casting el que hace más por destacar es Nicolas Cage. Su personaje es un tipo que, cuando se siente acorralado, avisa a sus posibles atacantes con una poderosa convicción de que sabe Kung Fu… pero sus poses marciales sí o sí provocan la carcajada. Ya ni hablemos de las pintas de “cuervo negro” embutido en un traje de cuero plagado de explosivos. Sin lugar a dudas, para Cage, estos elementos fueron méritos más que suficientes para enrolarse en esta producción. No es nada exagerado afirmar que sin Cage este film no hubiese llegado a cine ni a estrenarse siquiera en ningún formato en España y gran parte del mundo. Más claro agua.

Ojo porque Cage es doblado en algunos planos de cuerpo y en la gran parte de las peleas de kung-fu y manejo de espadas incluidos. Damos por seguro que lo primero fue para que no se vieran todas sus vergüenzas al aire. Y lo segundo por cuestión de tiempo y presupuesto. No olvidemos que el film pasó de filmarse en México con Imogen Poots y Ed Skrein en el cast a rodarse en Japón con Sofia Boutella y Nick Cassavetes. Estos cambios provocaron un recorte en el planning de días de rodaje para no salirse del presupuesto.

Por cierto, no esperen mucho, o más bien nada, de la aparición de Nick Cassavetes en su inenarrable reunión con Cage tras trabajar juntos en la mitiquísima ‘Cara a cara’ (John Woo, 1997). El rol de Cassavetes, al que cuesta reconocer detrás de un estirado maquillaje, apenas da para diez minutos juntando todos los trozos de sus escenas. Por su parte, de Sofia Boutella reiterar que no la veo cómoda en la película. Ya ni decir cuando nos sueltan que, al estar bajo el influjo de la maldición de Ghostland, permanece muda la gran parte del metraje.

Del resto del elenco conviene destacar a Bill Moseley en un papel que se ve venir a la legua. Para colmo, Bill no hace nada por disimular. También citar al casi imperturbable samurái al que da vida Tak Sakaguchi (Yasujiro), quien carga con sus propios demonios personales. ¡Ah! minutos de cierta importancia para Charles Grover como Enoch, una especie de reverendo que rinde culto al reloj en Ghostland y que se encarga de avisar al héroe de que no hay escape posible.

“Nadie puede escapar de Ghostland. ¡Nadie!” (Enoch)

En resumidas cuentas.
Termino esta crítica de Prisioneros de Ghostland, una cinta que se puede ver si uno no es muy exigente como exploitation de otras míticas del género. Una especie de mezcla tan alocada como forzada de ‘Mad Max’, vaqueros y samuráis. Puede que con el tiempo llegue a ganarse cierta fama de película de medianoche.

Tráiler de Prisioneros de Ghostland

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