Maps to the Stars
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David Cronenberg se aleja del cine más violento, pero sigue siendo uno de los mejores contando historias llenas de visceralidad. Historias aderezadas para la ocasión con mucho tono de comedia ácida. Pasen y sean bienvenidos/as a ‘Maps to the Stars’.

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Crítica de Maps to the Stars

Existen varios puntos en común entre ‘Map to the Stars’ y el denominado realismo sucio de la narrativa contemporánea estadounidense. Me refiero en concreto a la bibliografía de Chuck Palahniuk.

Esta aportación al séptimo arte de David Cronenberg es una disección de la clase social que habita en Hollywood. Un ecosistema único que se rige según sus propias normas, tanto morales como humanas. Esto es algo que ya trató el citado Palahniuk en ‘Al desnudo’ (Tell-All, 2010), su particular visión del solitario y glamuroso firmamento de las estrellas de cine. Además, habla de la culpa y la redención desde el punto de vista de los altos estratos de la industria cinematográfica. Aspectos estos a los que, en parte, también hacía alusión el escritor norteamericano en ‘Condenada’ (Damned, 2011). Visto esto, y haciendo referencia al exacerbado uso de la sátira y la acidez de sus diálogos, podemos hablar de que el guión de Bruce Wagner bien podría haber pasado por el filtro Palahniuk, sin lugar a dudas.

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Lejos estamos del David Cronenberg de las décadas de los 70 y 80 del pasado siglo XX, periodo en el que firmó auténticas joyas del terror más carnal. Para ejemplos véanse ‘Shivers’ (1975) o ‘Videodrome’ (1983). También estamos lejos del Cronenberg de los 90, cuando dio rienda suelta a un estilo más cercano al thriller en ‘Crash’ (1996) y coqueteó con la ciencia-ficción más pura y dura en ‘eXistenZ’ (1999). Tras dirigir dos de sus quizá más personales y profundas obras que indagaron en los límites violentos del ser humano, ‘Una historia de violencia’ (2005) y ‘Promesas del este’ (2007), y tras adaptar a la pantalla ‘Cosmópolis’ (2013) de Don DeLillo, el realizador canadiense sigue alejándose del terror visceral. Un terror que le situó en el panteón habitado por los mejores autores de género contemporáneos, pero continuando aun así fiel a su estilo.

Ahora, el maestro Cronenberg desgrana el star system. Además consigue que Julianne Moore se abra en canal para regalarnos una de las mejores actuaciones del curso cinematográfico 2015. Moore hace un papel por el que recibió el galardón a la “Mejor Actriz” en las ediciones de 2014 del Festival de Cannes y de Sitges (Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya) y por el que no fue, injustamente, reconocida de cara a los Oscars.

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La cinta es una radiografía, no exenta de sátira, en la que los pasajes oníricos juegan a favor del ir y venir de los personajes. Protagonistas que son marionetas del sistema de celebrities, a quienes Cronenberg se encarga de diseccionar y poner en entredicho con sus acciones. Las mismas conllevarán a una serie de reacciones en cadena que servirán como colofón a una historia sobre dramas personales, fantasmas del pasado, traumas incurables, filias y fobias.

David Cronenberg se aleja del cine más violento, eso queda claro. Sin embargo, sigue siendo uno de los mejores contando historias llenas de visceralidad. Relatos aderezados esta vez con mucho tono de comedia ácida. Porque la sátira también puede ser brutal, y el maestro de la carne no podía dejar a un lado se vertiente más dura. Una joya.

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En conclusión.
Termino esta crítica de Maps to the Stars, una película en la que los seguidores de Cronenberg seguirán viendo los ápices del autor en su metraje. Por su parte, los más neófitos pueden iniciarse en el mundo cronenbergiano con esta fábula sobre lo cruel que puede llegar a ser Hollywood.

Tráiler de Maps to the Stars

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