La punta del iceberg
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Más de diez años después de debutar con su primer cortometraje, David Cánovas dio el salto a la gran pantalla con ‘La punta del iceberg’, una adaptación cinematográfica de la obra de teatro de Antonio Tabares. Este drama con tintes sociales que pretende denunciar los abusos del sistema capitalista cuenta con las actuaciones de Maribel Verdú, Álex García o Carmelo Gómez, y probablemente abra las puertas del éxito al realizador canario.

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Crítica de La punta del iceberg

Es una pena que el cine español minoritario tenga tan poca repercusión en nuestro país. Es cierto que las grandes productoras como Mediaset o Atresmedia, que garantizan buena parte del éxito de un producto con su confianza, cada vez apuestan por contenidos temáticamente más variados (la prueba está en que Mediaset ha puesto su sello en los últimos meses en apuestas tan contrarias como ‘Kiki, el amor se hace’ oCien años de perdón). Pero el cine que pretende contar, además de entretener o evadir, lo tiene muy difícil.

Hoy en día se va a lo seguro, y lo seguro es el thriller policíaco, la comedia romántica o lo protagonizado por los grandes astros de nuestra, cada vez más grande, cinematografía. En este contexto, películas como ‘La punta del iceberg’, que dentro de su discreción es un producto más o menos relevante, se ven relegadas a puestos muy secundarios en las carteleras y, por ende, en las prioridades de los consumidores.

Y es una pena, porque aunque la cinta de David Cánovas peca, ante todo, de previsible… se trata de una apuesta realmente interesante, tanto por su cuidada puesta en escena como por la notoriedad de su mensaje. El canario, que ha picado de cada género en todos sus cortometrajes, parece haberse decantado por el drama deshumanizador, aquel que inició con ‘El intruso’ de José Coronado, su primer trabajo y que le llevaría a la nominación al Goya. Tanto en aquél como en ‘La punta del iceberg’ Cánovas cuenta la historia de personas oprimidas por el sistema que toman medidas desesperadas ante situaciones desesperadas, aunque en el largometraje encontramos un nivel de profundización tan lógico como certero.

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La representación que se hace de las empresas multinacionales en ‘La punta del iceberg’ bien podría haber constituido las bases de un filme distópico hace unos años, pero la verdad que encontramos en su historia la convierte en una cinta de rabiosa actualidad. A partir de la investigación que lleva a cabo el personaje de Maribel Verdú (Sofía Cuevas) vamos conociendo el enfermizo ambiente laboral que impera en la multinacional protagonista, que no deja de ser una representación de otras tantas. Un ambiente marcado por la explotación, las mentiras y la codicia.

La vertiente social del filme la encontramos en esos trabajadores que son capaces de dispensar de sus descansos o de su tiempo libre para realizar la desproporcionada cantidad de trabajo que se les exige, porque la crisis económica y el miedo al despido les ha colocado en una situación de inferioridad que les empuja hacia el silencio y la resignación. Todo mientras los que exigen ven sus carteras crecer sin descanso. La lectura que queda tras ver esta película es que la deshumanización en el mundo empresarial es ya total. Todo en él se reduce al número, a la flecha en alza que indica el crecimiento positivo, aunque ello suponga la destrucción de iguales.

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El problema de la película no está en su mensaje sino en su historia y en la forma de contarla. Es cierto que el filme huye del maniqueísmo al conferir de motivaciones a todos sus personajes, pero no acierta en el desarrollo de la trama. La cinta de Cánovas deriva en una corrección y previsibilidad decepcionantes, y aunque la teatralidad inherente al relato, las actuaciones y las pequeñas dosis de comedia negra ayudan a seguirla con interés, al final el conjunto genera una indiferencia de la que productos como este, tan implicados en una determinada causa, deberían huir a toda costa.

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Conclusión.
Termino ya esta crítica de La punta del iceberg, una buena muestra del poderío de David Cánovas como realizador pero que se queda a medio camino en su tarea por satisfacer al espectador. Aunque solo por su afán de denunciar la situación laboral en las multinacionales ya merece un hueco junto a esas películas que descansan al abrigo de las grandes productoras.

Tráiler de La punta del iceberg

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