La Reina de África
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En 1951, John Huston decidió trasladarse hasta el Congo desafiando plagas y enfermedades. Y lo hizo para dirigir una aventura que, hasta el día de hoy, se mantiene como una de las mejores películas de la historia del cine. Vamos a recordar a Bogie, Kate y ‘La Reina de África’.

“Nunca te rindas. Ese es mi lema” (Charlie)

Crítica de La Reina de África

Cuando John Huston decidió abordar ‘La Reina de África’, lo hizo convencido de que tan sólo necesitaba una buena historia y dos actores excepcionales para sacarla adelante. Tras su debut con El halcón maltés’ (1941) y el éxito de El tesoro de Sierra Madre (1948), Huston contaba con crédito suficiente. Por ello decidió afrontar un rodaje que estuvo repleto de dificultades e infortunios. Basta con recordar que la mayoría de actores y el equipo de rodaje terminaron enfermando de malaria o disentería. Los mosquitos que se cebaron en todos ellos no hicieron más que agravar las penalidades del rodaje. Seguramente por eso Bogart se mantuvo sano por una reconocida afición a la bebida que iba más allá de la pantalla. Todo esto fue algo que la propia Katharine Hepburn plasmaría en un libro años después.

El guión, escrito inicialmente por James Agree, fue retocado por el propio Huston. Aunque el libreto mantiene la esencia de la novela de C.S. Forester, es justo reconocer que cambiaron muchas cosas. Las modificaciones se hicieron para adaptarlo al estilo cinematográfico del director. Hay que señalar que, a pesar de estar hablando de una cinta de aventuras, es fácilmente confundible con una película romántica. Después de todo, las escenas de acción son escasas y muy poco trepidantes. En cambio, el romance entre los personajes de Rose y Charlie acaba destacando por encima de todo.

John Huston decidió confiar el papel de Charlie Allnut a Humphrey Bogart. Recordemos que el actor era el amigo con quien Huston había estrenado su carrera como director. Bogart tenía por entonces 51 años y ya acumulaba una dilatada filmografía repleta de éxitos. Su papel de capitán borrachuzo es absolutamente magistral. Su aspecto desaliñado y su decadencia física contribuyeron a dibujar un personaje que, con total justicia, le valió una estatuilla de la Academia. El actor interpretó a Charlie Allnut, un marinero canadiense y alcohólico que navega en un barco cochambroso llamado La reina de África.

Y frente a él tenemos a Katharine Hepburn, una de las mejores actrices que ha dado Hollywood. A sus 44 años, y tras películas exitosas como ‘La costilla de Adán’ (George Cukor, 1949) o ‘La mujer del año’ (George Stevens, 1942), estaba en el punto más álgido de su carrera. Katherine interpreta a Rose Sayer, una metodista que dirige una misión con su hermano cuando llegan los alemanes y arrasan con todo. Lejos de querer regresar a Inglaterra, pondrá todo su empeño en servir a su patria. Y no se le ocurre otra cosa que hundir un acorazado, para lo cual intentará embaucar a Charlie Allnut.

La trama se limita básicamente a estos dos personajes. Dos protagonistas que comparten un viaje peligroso y de futuro incierto a través del río. De hecho, los únicos momentos que alteran este monólogo son el asalto a la misión con el que arranca la película y el final melodramático a bordo de un barco alemán. La química entre Bogar y Katharine es total. Y nosotros, como espectadores, no podemos evitar sonreír durante todo el metraje porque somos testigos del viaje de redención de un pobre diablo que encuentra el amor en una mujer que, a su vez, no ha tenido nunca a nadie que la quiera.

Ese trabajo actoral impecable, con un director que en todo momento sabía lo que quería y cómo lograrlo, es la clave del éxito del film. Gracias a esto, ‘La Reina de África’ se ha convertido en una gran historia de aventuras, romance e incluso con claros atisbos de comedia. Lógicamente, las penalidades sufridas durante el rodaje, y el hecho de rodar en África en lugar de hacerlo con decorados, contribuye poderosamente a darle una fabulosa pátina de verosimilitud y realismo. En consecuencia, y pasados tantísimos años, estos factores siguen manteniendo a la película en lo más alto.

Ahora bien, no podemos obviar que se trata de una película de 1951. Con esto quiero decir que tendremos que ser tolerantes con el apartado visual. Si bien es cierto que se rodó en África de forma prácticamente íntegra, hay unas cuantas escenas cuyos efectos especiales se limitan a poner proyecciones de fondo para simular tomas de localizaciones. Digamos que en esos momentos se nota el paso de los años. Obviamente esto último hace que la película se aleje de producciones posteriores que claramente tendrían más intensidad.

Conclusión.
Termino esta crítica de La Reina de África, sin duda alguna, una película imprescindible para cualquier amante del buen cine. Y también para aquellos que quiera disfrutar de una aventura que ha aguantado muy bien el paso de los años. Unas interpretaciones magistrales y un guión notable con la selva de africana como fondo. ¿Qué más se puede pedir?

Tráiler de La Reina de África

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