La hora decisiva
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Película basada en la impactante historia real del suceso del petrolero Pendleton. El director Craig Gillespie nos trae una propuesta de catástrofes muy humana y alejada de lo que Hollywood suele ofrecer actualmente. Hoy ¡en su 5º aniversario! encendemos el foco y rescatamos ‘La hora decisiva’.

“¡Hemos llegado hasta aquí, y no han sido ni Bangs ni Cluff, hemos sido nosotros!” (Webber)

Crítica de La hora decisiva

La carrera como director de Craig Gillespie se podría interpretar como “un golpe de suerte”. Empezó como realizador de cine independiente y terminó bajo la nómina de Disney con tres proyectos a sus espaldas. Su filmografía incluye películas como el remake de Noche de miedo (2011), ‘El chico del millón de dólares’ (2014) y ‘La hora decisiva’. Por supuesto también destacó con Yo, Tonya (2017). Actualmente trabaja nuevamente con Disney en la adaptación de ‘Cruella’.

Mantengo la afirmación de “golpe de suerte” incluso con la calidad de algunas de sus películas. No lo considero un realizador brillante, sino más bien un tipo eficaz y competente. Eso sí, de cuando en cuando, suele sacar productos destacables aunque tengan sus imperfecciones. En el caso de ‘La hora decisiva’, decir que está basada en la increíble historia del rescate de parte de la tripulación del Pendleton. Hablamos de un petrolero que se partió por la mitad durante una tormenta. En ese precario estado, un pequeño equipo de guardacostas tuvo que rescatarlo con unas condiciones meteorológicas implacables y sin equipo de guía.

Lo primero que tengo que aplaudir de Gillespie es que el film se aleja, en la mayor parte de su metraje, del concepto de cine catastrofista que Hollywood nos ha venido dedicado. Gillespie apuesta por un tono serio centrándose más en el drama humano de la situación. Para ello utiliza dos historias, cada una comandada por unos eficaces Chris Pine y Casey Affleck. El primero empezando a resaltar su valía como actor y el segundo demostrando su gusto por los personajes introvertidos. Ambos sacan pecho cuando la situación lo requiere en sus respectivos roles de Weeber y Sybert.

Teniendo en cuenta lo comentado, Gillespie no apuesta exclusivamente por la espectacularidad barata, salvo los momentos en los que el film sí que la busca. Un ejemplo de esto último es la secuencia de cuando el Pendleton se parte por la mitad. También estarían aquí los intentos de la tripulación de Webber en su lancha de rescate para pasar el banco de arena que les separa del puerto con mar abierto. Estas y algunas otras set-pieces fueron posibles gracias al generoso presupuesto que le dio Disney.

En los aspectos técnicos destacar la magnífica fotografía de Javier Aguirresarobe. Sus imágenes dotan del tono tormentoso a la película y se mantiene fiel a las intenciones del realizador. Por otra parte, los FX cumplen magníficamente a la hora de mostrar el mar embravecido que acecha tanto a la tripulación del Pendlenton como a la lancha de rescate de Webber.

Quizás lo más sorprendente sea el casting. Dejando al margen a los ya citados Pine y Affleck, y también a los conocidos Eric Bana y Ben Foster, el resto del elenco está formado por actores que han trabajado más en la televisión que en el cine. Por increíble que pueda parecer, este aspecto permite dotar al film de cierto aire clásico y alejado del star-system que predomina en estas propuestas. No obstante, muchos de los secundarios no están del todo aprovechados. Es el caso del citado Bana en su rol de Cluff, el jefe de la estación de guardacostas. Aunque mi mayor pega es lo mal que está tratada la relación romántica entre el personaje de Pine y el de Holliday Grainger como Miriam. Lo que se supone tendría que ser el pilar que sostiene parte de la historia no termina de ser enganchante.

A pesar de esos ciertos handicaps, la cinta no se hunde y mantiene su tempo. Así las cosas, las casi dos horas que dura no se hacen pesadas y se alcanza cierto clímax emocional, aunque acartonado y made in Disney. Todo esto bien presentado con la música de Carter Burwell, quien se acerca en varios momentos de emoción a la maestría americana a lo John Williams, a pesar de los arreglos más modernos para los momentos de acción muy a lo Hans Zimmer. Algunas lengudas dicen que Gillespie desechó mucho material de Burwell. Material que fue recompuesto por Philip Klein para acercarse al estilo musical de Zimmer. Aun así, Klein también se mantuvo fiel a los temas de Burwell.

En conclusión.
Termino esta crítica de La hora decisiva, un film un tanto atípico dentro del cine de catástrofes. Su propuesta basada en hechos reales se centra más en el drama humano de la situación que en aportar una espectacularidad barata de gran presupuesto. No obstante, y de manera inevitable, también cuenta con varias secuencias espectaculares para los más fans del género.

Tráiler de La hora decisiva

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