Infierno blanco

John Ottway es un solitario francotirador de una empresa petrolífera situada en el norte de Alaska que se ocupa de la seguridad de los trabajadores. Al terminar su temporada, y la de otros empleados, toma un avión con destino a casa. Sin embargo, el avión se estrella durante una terrible tormenta de nieve. Sólo sobreviven Ottway y otros seis hombres. Perdidos en medio del fin del mundo, en un ambiente terriblemente hostil y acosados por una manada de salvajes lobos… estos siete hombres deberán hacer frente a un verdadero “infierno blanco”. (Cineycine).
Tras ‘El equipo A’ (2010), Joe Carnahan volvió a trabajar con Liam Neeson en esta épica película en la que siete hombres se verán envueltos en una lucha contra la Naturaleza y contra una manada de lobos rabiosos. Aquí la especie en vías de extinción es el hombre. Hoy hablamos de… ‘Infierno blanco’.
“De nuevo en batalla. La última gran pelea de mi vida. Vivir y morir en el día de hoy. Vivir y morir en el día de hoy” (John Ottway)
Crítica de Infierno blanco
Joe Carnahan, director de ‘El equipo A’ (2010), regresó a la dirección al año siguiente con ‘Infierno blanco’, una muy notable película de aventuras épicas en la que no podía faltar alguna que otra referencia al film ‘¡Viven!‘ (Frank Marshall, 1993). Una aventura en la que un grupo de hombres tendrán como enemigos a la Naturaleza y a unos lobos rabiosos que quieren expulsarlos de su territorio. Con estos elementos, Carnahan «construye» una entretenida cinta que mantiene la tensión durante todo el metraje. Se añaden además unos conseguidos e inesperados sobresaltos que provocan más de un saltito en el respetable.
La ambientación en plena Naturaleza está muy lograda, contando con un diseño de producción muy bueno, y con unos personajes que están lo suficientemente bien tratados para que empaticemos con ellos y nos importe su destino. Unos personajes que se presentan tal cual serían en realidad, sin adornos ni florituras. De esta manera los podremos ver como auténticos trabajadores en el culo del mundo: sin afeitar, sucios y mal hablados. Nada de concesiones en busca de una calificación menor que permitiera vender más entradas. Aplaudo por ello.
Destacar que Carnahan sintió brotar su interés sobre esta película al leer un relato del escritor Ian Mackenzie Jeffers titulado ‘Ghost Walkers’. Este relato trataba de unos trabajadores de una refinería perseguidos por una manada de lobos salvajes tras un accidente de avión. Así pues, toda la película queda configurada como una huída en busca de ayuda o de un refugio que parecen inalcanzables. Una auténtica odisea por terreno nevado. Una odisea de hombres enfrentados a la Naturaleza y a un enemigo invisible que amenaza con liquidarlos antes de que lo hagan las adversas condiciones climatológicas.
“Que Dios bendiga a estos hombres” (Henrick)
Un enemigo que, como digo, se muestra invisible como aquel terrible xenomorfo de ‘Alien, el 8º pasajero’ (Ridley Scott, 1979). Sin embargo, cuando aparece en pantalla, se muestra en todo su poderoso esplendor con esos tremendos lobos de ojos brillantes, sucios y sedientos de sangre. Unos lobos para los que estos hombres son un enemigo que ha invadido su territorio y que por ello deben morir. Excelentes criaturas con mención especial al poderoso macho alfa y al tremendo primer plano que Carnahan le dedica con un reguero de baba cayendo de su hocico.
Al respecto de los lobos que aparecen en la película, decir que estos se dividieron en dos grupos: animatrónicos y reales. De los primeros se ocupó el mago de los efectos especiales Greg Nicotero, que actuó de supervisor de criaturas con KNB Effects creando toda una serie de “marionetas lupinas” en el taller de efectos especiales. De los lobos reales, y de su supervisión, se ocupó Gerry Thierien de ‘Action Animals’.
La película cuenta con un notable guión repleto de momentos y frases para el recuerdo: ese momento en que Ottway asiste a un moribundo, ese otro en el que los lobos hacen acto de presencia rodeando al grupo, o el momento de las maldiciones. En definitiva, con este film asistimos a una lucha salvaje de especies con la Naturaleza como juez y parte. Una lucha en la que los hombres intentan conservar su fe y su “civilización” y luchar contra lo que parece su trágico destino. Una aventura de esas de hazañas increíbles que nos gustaba leer en nuestra niñez. Una aventura descarnada que no hace guiños de cara a la galería. La realidad es dura y no es un cuento de hadas. Esto es lo que hay y lo que hay es el “infierno blanco”. Sobrevivir es sólo el principio y aquí no sirve de nada hacerse el duro…
“Somos una amenaza, unos intrusos. No lo han comido, lo han matado” (John Ottway)
“Un trabajo en el fin del mundo”… ¡Viven!
“Hay sangre y muerte en el aire. Lo huelen” (John Ottway)
En conclusión.
Concluyo esta crítica de Infierno blanco, un muy notable film de aventuras épicas con el hombre enfrentado a las bestias y a la propia Naturaleza. Imprescindible no sólo para seguidores de Liam Neeson, sino también para todos aquellos amantes de las películas con tremendas odiseas naturales. Remata la película, para bien, sus grandes momentos y sus frases para el recuerdo.
Curiosidades.
-No dejen de ver la cinta hasta que no pasen todos los títulos de crédito. Al final de los mismos Joe Carnahan insertó una brevísima escena final.
-Liam Neeson oyó hablar por primera vez del proyecto mientras efectuaba una ronda de entrevistas con Carnahan en Berlín para promocionar ‘El equipo A’. Tras leer el guión, el actor se ofreció inmediatamente para el rol protagonista.
-El equipo de rodaje se reunió en un remoto paraje montañoso situado en Smithers, un pueblo de la Columbia Británica de no más de 5500 habitantes, a 12 horas de distancia en coche de Vancouver.
-Al lugar de rodaje sólo podías acceder con tractores de nieve o motonieves. Debido a las extremas condiciones ambientales, el elenco actoral se refugiaba en palas de tractor y cajas de transporte para calentarse. Entre ellos surgió una gran camaradería.
Tráiler de Infierno blanco