Esencia de mujer
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“¡Oh! todavía la huelo. ¡Mujeres! ¿Qué puede uno decir? ¿Quién las hizo? Dios debió de ser un jodido genio. El pelo, dicen que el pelo lo es todo. Alguna vez has enterrado la nariz en un monte de rizos y has querido dormirte para siempre. O sus labios… cuando han tocado los tuyos es como ese primer trago de vino después de haber cruzado el desierto. Las tetas ¡Uh, ah! Y las piernas da igual la forma… lo que hay entre ellas es el pasaporte al cielo”. Al Pacino nos cuenta lo que es la ‘Esencia de mujer’.

“¿La señora Rossi? Vengo por lo del empleo. Me llamo Charlie, Charlie Simms” (Charlie)

Crítica de Esencia de mujer

Estamos ante un remake libre de ‘Perfume de mujer’ (Dino Risi, 1974), un film protagonizado, en su día, por el galán del cine italiano Vittorio Gassman. Para su versión norteamericana se contó con el artesano Martin Brest y con un guión escrito por Bo Goldman. Ambos crearon un film prácticamente hecho a medida para Al Pacino en mente para el papel protagonista. Y todo bajo el paraguas de Universal Pictures. ‘Esencia de mujer’ vería la luz en cines norteamericanos un 23 de diciembre de 1992.

Más allá de su ineludible valor como película, ‘Esencia de mujer’ es recordada por ser el film por el que Al Pacino ganó, finalmente, el anhelado premio de la Academia a mejor actor en la gala de 1993. Pacino ¡por fin! conseguía el Oscar después de ocho nominaciones. Y lo conseguía por su rol de militar ciego e irascible. Además de este galardón, la cinta sumó otras tres nominaciones más: mejor director, mejor película y mejor guión adaptado. Su presupuesto estimado fue de 30 millones de dólares, consiguiendo recaudar más de 130 a nivel mundial.

‘Esencia de mujer’ es un drama sobre la perdida de la inocencia. Al mismo tiempo, también es un film sobre la búsqueda de un lugar en el mundo cuando se ha perdido la fe y la esperanza. Y también es una película sobre el abuso de los poderosos a los más débiles, la familia y, sobre todo, la vida… Está claro que algunos tacharán al film de facilón con un viejo quemado junto a un joven pueblerino, y la mezcla que eso produce. Una dinámica hartamente explotada y carne de premios fáciles. Pero, ojo, hacer un largometraje de esas características puede que sea fácil ¡si tiramos de manual! Sin embargo, hacerlo bien y que logré perdurar, eso ya es harina de otro costal. Y ese es el caso que hoy nos ocupa.

Se puede decir, sin miedo a equivocarnos, que aquí todos dieron lo mejor de sí mismo. Desde su director, Martin Brest, más conocido por comedias populares que por films de gran calado dramático. Hasta su guionista, el excelso Bo Goldman, redactando un libreto maestro que va bordeando los resortes del género, pero nunca forzándolos y haciéndonos partícipes del viaje de los protagonistas. Por supuesto, la música también es de notable corriendo a cargo de Thomas Newman. En este aspecto, merece ser destacada tanto la partitura central como las canciones no originales. En especial atención al tango “Por una cabeza” de Carlos Gardel, que suena en su versión acústica para la inolvidable escena de baile a cargo de Pacino y Gabrielle Anwar.

Además resulta imposible pasar por alto la fotografía de Donald E. Thorin y la ambientación tanto en Boston como en Nueva York. La primera con su ambiente universitario y sus casas de suburbios. Y la segunda con lugares claves que rápidamente reconoceremos. ¡Y cómo no! los actores con una dirección briosa de los mismos y un casting que debía estar a la altura y vaya si lo estuvo…

El incontestable líder del elenco es Al Pacino (imprescindible la versión original). El mítico actor recrea otro personaje directo a su galería de grandes interpretaciones. Pacino interpretó su papel sin ningún tipo de ayuda de lentillas para minimizar su visión. Simplemente se preparó pasando tiempo en un asilo para veteranos y observado a un buen número de invidentes. A su lado tenemos a un más que convincente Chris O`Donnell. El suyo es un rol poco agradecido con un personaje que es un saco de golpes, tanto en la universidad como en la historia en sí. Pero O’Donnell no solo logra evitar ser un adorno en pantalla, cuando la comparte con Pacino, sino que brilla en una de las secuencias claves donde debe darlo todo a nivel dramático.

Entre los secundarios tenemos a Phillip Seymour Hoffman como George Willis Jr, un aprovechado y odioso personaje. James Rebhorn es el estirado rector, el Señor Trask. Los miembros de la familia Slade fueron para Richard Venture y Bradley Whitford. El primero encarnando a Wallis Slade (el hermano de Frank) y el segundo a su hijo, Randy. Ojo a este a este ultimo y a la escena que protagoniza tras la cena. Una escena que es una de las más definitorias del film… Por último, Gabrielle Anwar merece mención por la secuencia que ella protagoniza antes y después del memorable tango. Sin duda, y a pesar de su luego dilatada trayectoria posterior, esos minutos marcarían su carrera.

“¿Desquiciado? Usted no sabe lo que es estar desquiciado. Se lo enseñaría, pero estoy demasiado viejo, demasiado cansado y jodidamente ciego” (Teniente coronel Frank Slade)

En resumidas cuentas.
Termino esta crítica de Esencia de mujer, uno de los films referenciales de coming-of-age o viaje de descubrimiento y paso a la edad adulta. La película que le valió el único Oscar a toda una leyenda ineludible del séptimo arte como Al Pacino. Y, sobre todo, un film que va más allá del arte cinematográfico para dar una buena serie de valiosas lecciones sobre la vida.

Tráiler de Esencia de mujer

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