El gran Gatsby
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El tándem Baz Luhrmann & Leonardo Di Caprio, que logró hacer un éxito de ‘Romeo y Julieta’ en 1996, volvió a reunirse para intentar lograr otro taquillazo. Y lo hicieron por todo lo alto y con un presupuesto holgado, los mejores medios a su alcance y una historia infalible: la que sigue la vida, obra y fiestas de uno de los grandes mitos de la narrativa americana: Jay Gatsby. Completaron el reparto el ex-hombre araña Tobey Maguire, la ascendente Carey Mulligan y Joel Edgerton. Hoy toca fiesta hasta que salga el sol por cortesía de… ‘El gran Gatsby’.

Crítica de El gran Gatsby

El director Baz Luhrmann nos trajo en 2013 una muy personal, y actualizada, versión de una de las obras literarias por excelencia de la narrativa americana, The Great Gatsby’ (F. Scott Fitzgerald). Y lo hizo como era de esperar aportando claramente su toque. En el film tenemos mucho color, opulencia elevada al máximo y una apariencia de cuento de hadas trágico. Y todo esto con un protagonista en permanente estado de gracia, Leonardo DiCaprio, quien va camino de convertirse en un Marlon Brando de nuestros días.

‘El gran Gatsby’ (2013) es una traslación al día de hoy de unos tiempos, los años 20, en donde la ostentación, el buen vestir y el alcohol eran la moda. La buena vida había tomado las formas y maneras de la población. Así las cosas, entre los nuevos ricos y las fortunas de herencia, básicamente, se dedicaban a vivir bien una vez ya habían pasado los años duros de la depresión y la ley seca. ¡Era hora de desfasarse y morir joven! Había que dejar un bonito cadáver, podrido por dentro, eso sí.

Luhrmann toma decisiones controvertidas a la hora de crear su versión (recalcemos: “su versión”) del mito de Gatsby. La primera es la de contar una historia de amor como esta en 3D. Unas 3D que buscan la interacción con las emociones de los actores y no tanto la espectacularidad gratuita.

También controvertido es el hecho de encargar el apartado musical a Jay Z; recordemos que en la novela de Fitzgerald era el jazz quien tomaba el protagonismo. Luhrmann se excusa en que el jazz es un tipo de música olvidada. Por ello decidió contar con Jay Z y canciones de nuestros días. Canciones que van desde Amy Winehouse hasta Beyoncé, Eminen y Lana del Rey. Cuesta acostumbrarse a estos temas en este tipo de film. No obstante, acompañan a las imágenes algunas con más acierto que otras. Respecto a las imágenes decir que basculan en todo momento en el exceso. Además, y en muchas ocasiones, son salvadas por una excelente elección de los actores protagonistas.

Entre los actores vamos desde un descomunal DiCaprio (Gatsby) a un más que excelente Tobey Maguire (con su eterna cara de empanado a cuestas) y una Carey Mulligan de belleza hipnótica. La actriz clava a la perfección su papel de Daisy. Hablamos de una niña bien que lo único que tiene en esta vida es su físico… como bien dice ella en un momento del relato: “lo mejor que puede ser una mujer es una estúpida”. El cuarto en discordia es Joel Edgerton, quien va entonándose conforme avanzan los minutos. Su Tom Buchanan es una caricatura del deportista frustrado y la estrella estrellada. Un rol que Edgerton va saboreando poco a poco, llegando a su cenit en los minutos finales. Atención a su encuentro en el Hotel Plaza con Gatsby y como luego enzarza a Wilson, Jason Clarke, para que se tome una vendetta injusta y rastrera.

Es justo reconocer que Luhrmann tiene sus aciertos, como ya los tuvo en ‘Romeo y Julieta’ (1996). Estos aciertos son: la elección de la casa de Gatsby y el notable trabajo de aproximación a los años 20 de las imágenes. En este sentido, ojo al contraste entre la construcción de las vías del ferrocarril (llevada a cabo en su mayoría por afroamericanos) y a las fiestas y el modo de vivir de Gatbsy, Buchannan o Daisy.

También es muy interesante el aura de antihéroe que exhibe Gatbsy. Aquí sus primeros minutos en pantalla consisten en planos lejanos, de espaldas, o primeros planos del anillo con las iniciales JG que luce en su meñique. Otro logro es el de no llevar la narración con la voz en off, sino contada a través de Nick Carraway (Tobey Maguire). Al comienzo del largometraje se encuentra en una especie de sanatorio debido a su alcoholismo mórbido, y a todo lo que vivió al conocer a Gatsby años atrás.

Por último la película tiene muchos momentos en que se disfruta viendo como la opulencia devora la pantalla. Aunque también se va a demasiados minutos y, al final, uno ya sabe cómo acabará todo… por mucho que Luhrmann se empeñe en alargarlo. Aún y con todo, tiene ese halo de súper producción de las de antes (ver los logos iniciales en blanco y negro) y homenajea con honor unos tiempos pasados y justamente mitificados.

En resumidas cuentas. 
Termino esta crítica de El gran Gatsby, un inteligente logro de Luhrmann, sobre todo, en términos de taquilla. El director supo hacer un éxito de un proyecto que, a priori, sonaba a resbalón. Atención a cómo fue vendido el film en sus trailers (a lo thriller épico) cuando en realidad estamos ante una historia de amor imposible, un sueño, una ilusión que su protagonista (Gatsby) se niega dejar de creer, aunque sólo sea posible en su mente…

Tráiler de El gran Gatsby

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