Carga maldita
En el agujero más infecto de la tierra... cuatro hombres son contratados por su pericia al volante para llevar dos camiones cargados de nitroglicerina. 218 millas de distancia cruzando la selva por caminos de cabras, barrizales, puentes cascados, lluvias torrenciales y una carga que puede explotar en cualquier momento. (Cineycine).
Un grupo de hombres exiliados a la fuerza en un país del tercer mundo en lo más cercano al infierno en vida. Una misión que nadie quiere aceptar. Dos camiones cargados de nitroglicerina y una petrolera ardiendo que debe ser socorrida les esperan. El sueño de poder huir del agujero en donde están recluidos es mayor que el miedo a morir en el intento. Sólo tienen que llegar hasta el final del camino consiguiendo entregar su… ‘Carga maldita’.
“20.000 pesos de paga y estamos en un polvorín, ¡Estamos en un polvorín!” (Scanlon)
Crítica de Carga maldita
William Friedkin decidió competir con Francis Ford Coppola para ver quien estaba más loco y llevaba a cabo la empresa más kamikaze en pos del arte cinematográfico. Para ello decidió rodar en Sudamérica ‘Carga maldita’. Por su parte, Coppola se iba a Filipinas a filmar ‘Apocalypse Now’ (1979). Ambos realizadores luchaban por sacar adelante su propia versión de “El corazón en las tinieblas”. Y ambos vivieron el infierno en sus propias carnes. ¿El resultado? En los dos casos sendas obras fascinantes que se elevaron entre lo mejor de sus carreras. Pero ¿A qué precio?… Friedkin fue sentenciado y el fiasco de ‘A la caza’ (Cruising, 1980) lo terminó por enterrar. Coppola gastó toda su fortuna rodando, montando y estrenando ‘Apocalypse Now’ y nunca más logró nada a su altura. Ni tan siquiera cuando, en 1990, volvió a la saga que le dio fama y prestigio con ‘El Padrino III’.
Cuando se inició la filmación en Israel de ‘Carga maldita’, William Friedkin era poco menos que uno de los cinco directores más importantes del momento. Venía de un éxito que nadie pudo prever. Me refiero a los más de 400 millones mundiales de ‘El exorcista’ que no los esperara ni el más optimista del estudio. Aquella “peliculita” de terror que tenía que costar tres millones, y que acabó yéndose a los 12 millones de dólares, cambió para siempre el género.
Con semejante ego, el rodaje de esta nueva cinta sólo podía ser un infierno. Algunos ejemplos: un huracán arrasó el set del poblado, se usaron más de una decena de camiones, Roy Scheider fue el único que aceptó irse tres meses (en realidad fueron once) a la selva para embarrarse hasta las rodillas, siendo uno de los pocos que conocía a Friedkin y no siendo despedido: “Creo que fue a mí al único que no despidió. No podía hacerlo porque era el protagonista. Despidió a su director de fotografía, a todo el equipo de cámaras, a la encargada de exteriores, al ayudante de dirección, al productor asociado, al jefe de los camioneros, a todos los camioneros,… Le dije, Billy tienes que dejar de despedir gente. Estoy harto de ir al aeropuerto a desearles buen viaje”.
Cuando los dirigentes vieron el film acabado, no podían creérselo, aquello era invendible. ‘Carga maldita’ era la podredumbre en celuloide. Nada quedaba de la cinta de aventuras que ellos pensaban que se había rodado. Exigieron cambios. Friedkin decía que si a todos, pero rodar cualquier plano extra conllevaría volver a la selva, un mes más de filmación, reunir al equipo,… Cuando empezó a enumerar sus demandas los productores no sabían dónde meterse. No podían gastar más en aquella película que no iba a ver nadie. La cuenta iba por 22 millones y medio de dólares de los 3 que se habían acordado. Estaban con la soga al cuello y Friedkin era el juez de la horca, pero ignoraba que él sería el siguiente.
Quizá lo que más le dolió es que ‘Carga maldita’ fracasó a pesar de que él había cedido (en parte) al estudio. A pesar de su fama de rebelde y anti-sistema, Friedkin acabó insertando los planos extras demandados (incluidos unos del cuenta-kilómetros que el estudio le “sugirió” para saber cuánta distancia debían recorrer y cuánta les quedaba). Además querían que Paco Rabal hablara en inglés durante todo el film, o se redoblara en la sala en la post-producción (Rabal, al final, acabó recitando la gran mayoría de sus diálogos en español). También le pidieron rostros conocidos y para compensar introdujo a un casi irreconocible Joe Spinell (Spider) y a uno de sus actores fetiches, Randy Jurgensen (Vinnie) para paliar la falta de intérpretes americanos…
Al margen de su inapelable valor artístico, este remake del clásico ‘El salario del miedo’ (H.G. Clouzot, 1953), se convirtió en lo que su título en castellano avanzaba: una “carga maldita” para Friedkin. El fracaso en USA, con sólo 9 millones de dólares de recaudación, condenó al film en unos años en donde sólo se valoraban las películas por lo recaudado en EEUU. Sí hoy día se estrenara ‘Carga maldita’ no se puede asegurar que sería un éxito, pero sí que en un mercado globalizado, con un elenco internacional de actores y una historia claramente poderosa de hombres al límite y de mirar a la muerte a los ojos, el film se llevaría los elogios de los críticos. Muy mal deberían de distribuirla para que, de hacerse actualmente, no recuperara su inversión.
Si existe un film que refleja fielmente la desolación, la desesperanza, el valor suicida o el miedo ese es ‘Carga maldita’. A pesar de todo lo que se sudó, luchó y sufrió, el resultado artístico vale mucho la pena. Las imágenes son tremendas, la banda sonora de Tangerine combinados con una especie de silbido infernal te atrapa igual que las imágenes. Además las interpretaciones llegan directamente al espectador. Esta película es un monumento a cuatro hombres que se resistieron a perder…
Cuatro hombres todos ellos dibujados con una precisión de cirujano. Perdedores que huyen de sus vidas pasadas, señalados en sus países llegaron hasta “Porvenir”. Un lugar al que nadie les seguiría. Allí se hicieron pasar por lugareños, con nombres falsos y sin saber nada de español. Residen en aquel país donde, ocasionalmente, la corrupta policía hace la vista gorda.
Roy Scheider interpreta a Scanlon, un tipo que obtuvo un último favor de un amigo para lograr llegar a este barrizal tras un robo a una Iglesia propiedad de la mafia que no salió bien. Bruno Cremer es Manzon, un hombre que tuvo que dejar a su mujer y su vida de lujo en Francia. Terminó en Porvenir cuando su socio y cuñado se voló la cabeza y lo dejó solo en la bancarrota de la empresa propiedad de su suegro. Amidou encarna a Kassem, un miembro de una cédula terrorista que escapó vivo de un asedio en Israel viendo como todos sus compañeros de armas eran detenidos o asesinados. Y, por último, nuestro gran Francisco Rabal dio vida a Nilo, un enigmático hombre de zapatos blancos que llega a “Porvenir” con una misión.
El contraste entre las vidas que antes llevaban los protagonistas, y las que tienen ahora, es demoledor. En los ojos de los actores se ve su sufrimiento y demolición. Son hombres devastados, condenados a morir deslomados en trabajos donde llevan sus cuerpos más allá de lo humano. Cuando comienza el reclutamiento, buscando conductores para la Petrolífera, no lo dudan. Allí encuentran una posibilidad de escape y si no lo logran morirán intentándolo. Treinta años después de que John Huston rodara su épica sobre la podredumbre del alma, ‘El tesoro de Sierra Madre’, Friedkin llegó hasta aquellas míticas cotas de desolación. Con el paso de los años, y libre del peso de los estudios, el director ya no escondía que era una de las experiencias donde más libertad tuvo (acabó firmando como productor) y una de sus obras favoritas. Estaba en lo cierto.
En resumidas cuentas.
Finalizo esta crítica de Carga maldita, sin duda, una de las tops de William Friedkin como cineasta y a la altura del original. Estamos ante una película opresiva y brutal. Un film que refleja la miseria humana en toda su esencia. Ineludible cita para todo buen cinéfilo y absolutamente recomendada.
Tráiler de Carga maldita
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