Birdman o (La inesperada virtud de la ignorancia)
Riggan Thomson lleva años en barrena, concretamente desde que fue súbitamente encasillado como “Birdman”, un superhéroe DC de un megahit de verano de hace veinticinco años. Thomson vive un infierno en vida, superado por la fama que lo dejó atrás e intentando ser tomado en serio produciendo, co-protagonizado y dirigiendo una obra de teatro en Broadway. No será fácil, todo está en su contra: desde el co-protagonista (un joven actor del método), pasando por su propia hija (con la que busca reconciliarse) y hasta el amor que profesa a varias de las mujeres que tiene en su vida. Así las cosas, los problemas para Thomson no son pocos, porque además de todo eso, debe de cargar con un severo trastorno mental no admitido. Un trastorno que le lleva a verse perseguido por el auténtico “Birdman”, física y mentalmente, viviendo así una realidad paralela en la que aún cree ser tal personaje y verse capaz de hacer levitar objetos. (Cineycine).
¿Quién iba a decir hace un tiempo que Michael Keaton (actor más que sesentón, olvidado, alopécico y no muy taquillero) iba a ser uno de los grandes ganadores cinematográficos del curso 2014-2015? Dentro de las dos horas de duración de la cinta que hoy nos ocupa encontraremos la respuesta a las oraciones que Keaton llevaba haciendo a los dioses desde el fiasco de ‘Jack Frost’ (Troy Miller, 1998). Sus plegarias, por fin, fueron correspondidas. En este film dispone de un rol tan perfectamente amoldado a su talento como es el de Riggan Thomsons aka ‘Birdman o (La inesperada virtud de la ignorancia)’.
“¡¿Es que no queda ningún actor al que no le hayan puesto una capa?!” (Riggan Thomson)
Crítica de Birdman o (La inesperada virtud de la ignorancia)
Alejandro G. Iñarritu deconstruye el sistema de crear estrellas y celebridades de Hollywood apoyado en un actor perfectamente elegido. Un Michael Keaton que tiene a sus espaldas un pasado como superhéroe que le viene como anillo al dedo al personaje central: Riggan Thomson, un denostado actor que, tiempo atrás, fue el rey del mundo, y hoy, semi-olvidado y encasillado, intenta levantar una obra de teatro en Broadway en la que ha puesto todo su dinero. Al mismo tiempo busca recuperar una relación nada fácil con su problemática hija. Todo esto a la par que se produce un monumental enfrentamiento en la escena con su compañero y rival en la obra: el tipo del momento, un esquizofrénico actor del método incapaz de desconectar y unirse al mundo real. Lo interpreta Edward Norton.
Iñarritu da comienzo a esta “farsa” con una cita de Raymond Carver sobre la trascendencia del hombre. A esa cita prosigue un imposible plano secuencia constante (creado en post-producción) que sitúa la obra en “continuación-continuada” (valga la redundancia, como en “Birdman”). El espectador debe de activar la ley del todo vale con actores y actrices entrando y saliendo del encuadre mientras la cámara no se detiene. Al mismo tiempo que la vida tampoco lo hace. Todo con una batería constante que sigue los pasos del protagonista y que forma parte de la minimalista y atronadora banda sonora. Una BSO de Antonio Sánchez que, incluso, tiene incursión en pantalla en repetidas ocasiones.
De esta forma, Birdman peca de lo mejor (véase su gusto por mostrar sin tapujos las emociones humanas reales) y de lo peor del cine de Iñarritu (con su tan resabiada vena intelectualoide/transcendente). El cineasta también aprovecha la ocasión para darle un “zas en toda la boca” al cine de superhéroes. Un tipo de cine que amenaza con comerse al resto de producciones y al propio cine en general. Si no eres viral, no existes.
No son casualidad las elecciones de Keaton, Stone y Norton. Tampoco lo es el poner a un tipo conocido por papeles de humorista descerebrado como el sostén dramático y cuerdo del relato como es Zach Galifianackis. Dejando de lado los efectismos, acertados y fallidos, de Iñarritu, ‘Birdman’ acaba siendo el triunfo de Michael Keaton.
Keaton es un actor propietario de un rostro a contracorriente y de un físico que es todo lo que uno no encaja en un superhéroe. El viejo Batman se hace ganador en el terreno donde los grandes demuestran que lo son: interpretando a tumba abierta, sin capas, cojeras, o acentos importados. El actor se pasa en pantalla casi la práctica totalidad de los 119 minutos que dura la cinta. Además tiene que convivir con tres personalidades diferentes: su yo verdadero, el alter-ego del personaje de “Birdman” que amenaza con devorarle definitivamente, y el “yo celebrity” que aún cala muy hondo en el gran público que es incapaz de verlo como un simple actor.
Keaton renace, como años atrás lo hizo Mickey Rourke y con más suerte que la que tuvo ‘JCVD’ en su film homónimo de 2008. Debe de entenderse su triunfo incontestable por tener a sus espaldas una mayor estima artística por parte de los “entendidos” y unos cuantos personajes memorables y/o de culto. Eso hacen que el espectador, de entrada, ya empatice con él. No obstante, rápidamente Iñarritu y el propio Keaton se encargan de dejar bien claro que este Riggan Thompson es un pobre diablo miserable…
La trama nos presenta a un actor venido a menos y a un ser humano bastante desestabilizado. Un tipo tan capaz de retener una servilleta que le recuerda tiempos mejores, como de provocar una accidente para quitar de en medio a un intérprete mediocre que amenaza con hundir su obra. No es Riggan un sujeto al que uno le vaya a coger cariño, pero está claro que la interpretación de Keaton, con la pluma cargada en sangre, es merecedora de multitud de elogios y se sitúa como el cenit de su carrera.
Del resto es conveniente alabar a la siempre maravillosa Naomi Watts como una actriz insegura hasta de querer ser actriz. También tenemos un sencillamente genial Edward Norton riéndose de sí mismo a lo más grande y con tics propios de Gary Oldman. ¡Atención a cómo rompe el ritmo de la obra hablándole directamente al público en mitad de la perorata esencial de Riggan! o a su (mega)erección en el escenario en la escena culminante de la obra. No olvido tampoco la destacada labor de Emma Stone como Sam, la hija de Riggan.
En resumidas cuentas.
Finalizo esta crítica de Birdman o (La inesperada virtud de la ignorancia). Un film que se apoya, y prácticamente se sustenta, en sus actores. Por mucho que Iñarritu se llevara multitud de palmaditas en la espalda, la idea argumental, sin estos artistas sería sólo papel. Ahora bien, con estos intérpretes alcanza el súmmum. Por ello, es de justicia resaltar que esta cinta debe ser recordada como un film de intérpretes, escenarios, emociones, aplausos resonantes y abandonos de salas… pero, sobre todo, por ser una película por/de Michael Keaton.
Tráiler de Birdman o (La inesperada virtud de la ignorancia)
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¡Voló alto el amigo Keaton! Me alegro por él porque lo tenían olvidado de mala manera.