Alien 3
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Si hay una saga cinematográfica que ha discurrido por aguas tumultuosas esa es la de Alien. Después de dos memorables películas, y cuando parecía que la historia estaba cerrada, nuestro xenomorfo favorito llegaba a las pantallas por tercera vez. Es evidente que con ‘Alien 3’ se pretendía retomar el concepto inicial de ‘Alien’, basado en el terror claustrofóbico. Pero, desgraciadamente, nos encontramos ante una película que se queda a medio camino. El film bucea en un mar de dudas y contiene algunas carencias. Veamos los motivos…

«Estasis interrumpida. Fuego en el compartimento criogénico. Repito, fuego en el compartimento criogénico. Todo el personal diríjase al vehículo de escape de emergencia. El despegue se efectuará en menos veinte segundos» 

Crítica de Alien 3

Lo primero que uno se pregunta cuando acaba de ver esta película es: «¿por qué?». Si echamos un vistazo atrás veremos que tanto Alien, el octavo pasajero (Ridley Scott,1979) como Aliens, el regreso (James Cameron, 1986) son dos películas memorables. Dos cintas que cumplieron con creces las expectativas. En este caso, aunque encuentro lógico que se quisiera romper un poco con el estilo de la anterior entrega, nos encontramos con un guión casi intrascendente. Así las cosas, el libreto finiquita de un plumazo las relaciones entre personajes que se habían forjado en la anterior película.

Por otro lado, este fue el debut como director de David Fincher. Como bien sabéis, hablamos de un director que, años después, nos ha ido regalando películas muy notables como ‘The Game’ (1997) o ‘Zodiac’ (2007). No obstante, la tarea de igualar o superar las dos joyas del cine de ciencia-ficción que preceden a esta entrega era muy complicado. Así que antes de entrar a valorar en detalle el por qué de todo este «desaguisado», no creo que esté de más aclarar algunos aspectos.

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El trabajo de los actores es correcto en todo momento. Incluso me atrevo a decir que algunos como Pete Postlethwaite, Charles S. Dutton o Charles Dance están especialmente bien. Aunque de otros se podría haber sacado mucho más jugo. Quizás la única queja sea que, al ser todos calvos y no estar muy definidas sus personalidades, a veces te pierdes y cuesta identificar a cada recluso del penal. Por cierto, rapar a los presos es una buena forma de mostrarlos como los monjes que habitan un monasterio, pero chirría bastante que en una sociedad futurista tan avanzada los piojos sigan siendo un problema. De Sigourney Weaver es más difícil poner pegas. Después de dos películas interpretando a Ripley se notaba en cada escena que se había apropiado del personaje con solvencia. Así que, como se suele decir, ellos seguro que no tuvieron culpa.

La banda sonora de la película, que a veces puede jugar un papel importante, también se salva de la quema. Y se salva gracias a la buena labor de Ellioth Goldenthal. Así que quizás no tengamos más remedio que buscar al culpable o culpables en el equipo que se encargó de escribir el guión y en el propio David Fincher.

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Antes que nada debo decir que no sería justo echarle toda la culpa a David Fincher. Para empezar, ya habían volado diez millones del presupuesto cuando él llegó y además se pasaban sus opiniones por el forro. Aunque parte de responsabilidad la tiene ¡qué duda cabe! y más teniendo en cuenta que se desentendió totalmente del proceso de edición. Reconozco que, como director, me desconcierta… por una banda ha dirigido videoclips a mansalva, algo que no es precisamente una buena referencia… pero, por otra, es innegable que tiene talento, sobre todo cuando deja el efectismo a un lado y trabaja de forma sobria como en la ya referida ‘Zodiac’.

Tal y como ya he comentado antes, ‘Alien 3’ era su primera película y resulta evidente que optó por salvar los trastos a base de golpes visuales. Por aquellos tiempos es lo que mejor sabía hacer. Un ejemplo sería el uso de la vista en primera persona del alien, con lo que logra alcanzar un buen clímax, pero que se repite en demasía. También dota a la historia de un ambiente claustrofóbico con tintes góticos, de tono desolador y lleno de desconsuelo. El resultado es un trabajo agridulce que deja en evidencia sus carencias y limitaciones, pero que cuenta con cierto número de aciertos.

No obstante lo anterior, me reafirmo en lo dicho, el director no es el mayor culpable. De hecho, el propio Fincher abominó de la cinta nada más acabarla: «Recuerdo que estábamos terminando ‘Alien 3’ justo en los días de los disturbios de Los Angeles, y yo estaba deseando que DeLuxe ardiese hasta los cimientos. ¿Está todo el negativo en DeLuxe? ¡Gracias a Dios! ¡Gracias a Dios!».

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Y es que esta película estuvo lastrada por fuerzas que escapaban a las manos de Fincher. Los guionistas no se ponían de acuerdo y efectuaban constantes modificaciones que se notificaban incluso en pleno rodaje. Muchos de esos cambios eran consecuencia directa de la intromisión del estudio, que desconfiaba de Fincher. A esto hemos de sumar que el proyecto, que estuvo navegando a la deriva la friolera de seis años, llegó a barajar cuatro directores diferentes (David Cronenberg, Renny Harlin, Vincent Ward o incluso el mismísimo Ridley Scott) y más de siete guiones, a cada cual más variopinto. Uno puede preguntarse por qué se tardó tanto en retomar la saga con lo bien que habían ido las dos anteriores entregas. Y la respuesta es precisamente esa ¡porque eran demasiado buenas! Y también porque la historia quedaba bastante cerrada con «Aliens».

Como he comentado al principio, igualar o superar lo anteriormente visto era muy difícil. Y más teniendo en cuenta el escaso nivel de tolerancia que solemos tener los fans. Por eso se intentó dar al público algo diferente. De hecho, el argumento original escrito por Vincent Ward lo era: ¡un montón de monjes atrapados en un monasterio que debían quemar poco a poco la madera del edificio para sobrevivir! Es cierto que hay similitudes con los presos de Fiorina «Fury» 161 y esa extraña religión que abrazan, pero en el fondo es exactamente lo mismo que en «Alien», es decir, un montón de pasillos húmedos y oscuros.

Otro aspecto que me gustaría comentar es que, en ciertos punto del metraje, la cinta queda transformada en un psico-killer al más puro estilo Viernes 13’. Tenemos dos detalles que delatan este particular. Primero, si hacemos memoria caeremos en la cuenta de que, generalmente, nuestro amigo xenomorfo asesina silenciosamente y sin testigos, más aún si se quiere emular la atmósfera oscura y claustrofóbica de la primera película. Pero aquí hay testigos de los ataques e incluso supervivientes. Y segundo, los momentos cómicos. Por ejemplo, cuando el director del penal desaparece por un agujero ante la mirada atónita de los presos. Todo esto queda complementado con gore gratuito y detalles como el hecho de que el alien reaparezca cuando todos pensamos que ha muerto. Esto, aparte de Jason Voorhees o Michael Myers, no creo que lo consiga nadie más.

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Debido a la carencia de un buen presupuesto, los efectos visuales se resintieron. Un ejemplo bastante claro son los exteriores, donde se nota demasiado que todo son maquetas. O esas escenas en las que podemos ver claramente que el alien está superpuesto en la imagen para dar el pego. Al menos es de agradecer que H. R. Giger accediera a trabajar en la película rediseñando al alien. Los interiores están muy bien conseguidos, logrando crear una atmósfera de soledad y recogimiento muy típica de los conventos y monasterios (recordemos la idea inicial de Vincent Ward).

Lo anterior hace evidente que se quiso vender una historia religiosa de redención, no cuesta demasiado hacer la analogía… Ripley como el ángel vengador que trae la muerte, los pecadores que basan su vida en la religión y el celibato. Y, por encima de todo, un ser demoníaco que viene a acabar con las vidas de todos. La oración de Dillon es una constatación más del sentido místico con que se quiso dotar a la película.

Para terminar, no podemos olvidarnos de un par o tres de incongruencias gordas, o al menos mal explicadas. Por un lado el alien que sale del perro y que se salta a la torera el periodo de crecimiento. Por otra el misterioso segundo alien… ¿De dónde sale? Se supone que al final de ‘Aliens’ la reina pone un huevo en la nave (un huevo que en realidad no puede poner, pero en fin…), y resulta que en esta película hay dos impregnados, algo que es imposible pasar por alto y que no se nos explica. O cómo es posible romper el cristal de una cápsula de hibernación sin que muera quien hay dentro. Incluso cabe preguntarse cómo es posible que una mujer de la experiencia de Ripley no revisara la Sulaco en busca de huevos… Demasiadas preguntas y poquísimas respuestas.

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Conclusión.
Finalizo esta crítica de Alien 3, estamos ante una película que no está a la altura de las dos anteriores entregas. Rompe con el estilo y valores que imprimieron Ridley Scott y James Cameron en sus respectivas películas, y además se cepilla de un plumazo lo que con cuidado y esmero se había construido… Pero voy a romper una lanza en favor de esta película. Reconozco que como producto de ciencia-ficción no está nada mal, siempre y cuando olvidemos que forma parte de esta saga. Además los actores llevan notablemente la trama y hay elementos interesantes como todo ese espíritu religioso y de redención que se desprende a lo largo de todo el metraje.

Tráiler de Alien 3

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