Perros de paja
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Año 1971, Sam Peckinpah nos ofrecía con esta película una reflexión sobre la violencia abordando una interesante cuestión: ¿Está legitimizado el hombre para defenderse agresivamente si las circunstancias lo requieren? Y para ello dotó a ‘Perros de paja’ de una atmósfera opresiva que retrata el enfrentamiento entre un hombre tranquilo y un grupo de haraganes pendencieros. Todo con el sello personal de Peckinpah en la que sin duda es su película más polémica.

«No toleraré la violencia en esta casa».-David Summer.

David Summer

Crítica de Perros de paja.
Sam Peckinpah siempre tuvo un talento especial para retratar la violencia, ya lo hizo en 1969 con la inolvidable ‘Grupo salvaje‘ y con ‘Perros de paja’ decidió dar un giro de tuerca más, posicionando la violencia ya no como un aderezo al servicio de la película sino como el pilar fundamental sobre el que gira la trama. Pudiera parecer que la historia trata simplemente de un hombre que recurre a la violencia para defender lo que es suyo, pero Peckinpah va más allá y nos ofrece una perturbadora visión sobre los instintos primarios del hombre. En realidad tras la aparente motivación del personaje interpretado por Dustin Hoffman se halla la sed de sangre y la violencia reprimida del ser humano, un concepto que Peckinpah trató siempre de reflejar en sus obras. Y una vez más no nos defrauda, con su impecable manejo de la cámara, el magistral control de la cámara lenta y esa visión brusca y visceral que sólo Peckinpah sabe dibujar. Una experiencia impactante que todo amante del cine debería disfrutar al menos una vez.

El guión, adaptado por David Zelag y el propio Peckinpah, está basado en una novela de Gordon M. Williams titulada ‘El asedio a la granja Trencher’. El director decidió cambiar el título precisamente porque le recordaba demasiado a un western, un género que ya había abordado en varias ocasiones. Pero en realidad, y como siempre digo, toda película podría decirse que es esencialmente un western. En este caso el personaje de Hoffman se ve obligado a decidir entre el comportamiento pacífico y el instinto violento de todo ser humano. Quizás lo que convierte esta película en una obra tan polémica es que pueda parecer que se trata de una oda a la violencia y al machismo camuflado bajo una historia de venganza. Pero repito que el objetivo de Peckinpah es otro, reflexionar sobre la violencia reprimida en el ser humano y cómo en ocasiones el individuo se escuda en pretextos un tanto inestables para no sucumbir a ella.

Podríamos hablar de todos los actores pero en este caso prefiero limitarme a decir que están todos excelentes y abordar a tres de ellos para comprender por dónde nos quiere llevar Peckinpah. En primer lugar está David Sumner, interpretado por un soberbio Dustin Hoffman en uno de los mejores papeles de su carrera. Aquí encarna al individuo aparentemente pacífico y dialogante que poco a poco ve cómo su mundo se desmorona y se ve abocado a la violencia que siempre ha cuestionado. En segundo lugar está su joven mujer Amy interpretada por Susan George. Amy es una bella ex-alumna que representa todos los tópicos machistas de la época. Es decir, reclama las atenciones constantes del marido, flirtea con todos los hombres que se le ponen por delante y llegado el momento no sabemos si la fuerzan sexualmente o realmente gozan de su consentimiento. Y el tercer personaje sería el grupo de pueblerinos a los que David debe hacer frente, una turba que al contrario que el joven profesor no reprimen sus bajos instintos y acaban despertando en él la sed de sangre que, según Peckinpah, todos llevamos dentro.

Perros de paja

Para entender el cine de Peckinpah hay que tener muy presente que era un hombre de carácter depresivo y que había lidiado con problemas de alcoholismo. Llamarle «tipo duro» no sería correcto, pero era un director que en su vida personal tuvo que afrontar sus propios demonios. Eso le llevó a querer enfrentar al público con su obra, no en un mero acto de provocación sino en un intento de hacernos reflexionar acerca de la violencia y sus consecuencias en el comportamiento humano. Por ejemplo tomemos ‘Grupo salvaje’, donde la carnicería que tiene lugar en el tramo final de la película consigue que el público acabe considerando un héroe a un asesino. Algo parecido sucede en ‘Perros de paja’. Es de sobras conocida la costumbre que tenía Peckinpah de bromear cuando la gente abandonaba la sala incapaz de soportar lo que veía. Pero no es menos conocido que el director se enorgullecía de aquellos que se quedaban en la sala y aceptaban el reto de averiguar qué había tras todo ello.

Es interesante destacar en esta crítica de Perros de paja que Peckinpah no se limita a endosar altas dosis de violencia desde un principio, sino que poco a poco nos va mostrando que la aparentemente idílica relación entre David y Amy no lo es. Y que el distanciamiento entre ambos tan sólo requiere el contacto con un grupo de hombres ávidos de sexo para hacer que todo estalle. Incluso llega a sugerirnos que Amy merece lo que está sufriendo o que incluso lo disfruta. En este aspecto tanto Dustin Hoffman como Susan George están perfectos en todo momento, incluso cabe decir que ella lo da absolutamente todo en la escena de la violación. Y quizás al final lo que nos queda es la amarga certeza de que David Sumner no estaba defendiendo a su mujer y a su casa, sino que nunca habían sido suyas.

Perros de paja

Conclusión.
Antes que nada es imprescindible ubicar esta película en su contexto. Los años 70 fueron una década convulsa, con la Guerra del Vietnam en plena efervescencia, y obviamente se valoraban las películas con un mensaje positivo y esperanzador. Esto explica que ‘Perros de paja’ fuera condenada duramente por la crítica y la censura, en gran parte porque resulta difícil comprender lo que Peckinpah quiere decirnos con ella. Esto que comento sirve a un doble propósito, por un lado advertir de que el mensaje de esta película se halla oculto tras unas cuantas capas de brutalidad visual y por el otro que su efecto sociológico a día de hoy no es ni mucho menos el mismo. En cualquier caso el espectador puede quedarse con una truculenta historia de venganza o aceptar el reto de Peckinpah y sacar su propia lectura de esta excelente película.

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