Monster Dog
Un grupo de cantantes y bailarines profesionales logra convencer a Vince (Alice Cooper), su principal estrella, para que les invite a su viejo caserón en mitad del bosque. Será un fin de semana para celebrar sus éxitos y rodar el videoclip de su nuevo tema. Pero Vince hace veinte años que no ha estado en su propiedad y hubiese preferido no tener que recordar los trágicos hechos que le alejaron de ella. Camino de la casa, la policía local les advierte de la presencia en la zona de grupos de perros salvajes que han atacado ferozmente en varias ocasiones. Al llegar, descubren el cuerpo mutilado del guardián... posiblemente devorado por un monstruoso y gigantesco animal que ronda por los alrededores de la casa.
Con la presente «Monster Dog» (también conocida como «Leviatán«), iniciaremos nuestra andadura por las entrañas del cine de terror en sus diversas categorías con la publicación de una serie de artículos dedicados a rarezas y obras del género. Multitud de los films que integran este amplio repertorio son totalmente desconocidos para la gran población cinéfila, lo que en cierto modo los convierte en auténticas joyas de coleccionista que también cuentan con sus incondicionales: los fans más puristas del cine casposo de terror de muy bajo presupuesto, como es el caso del film que acontece en el siguiente artículo.
Introducción
Hace más de veinte años, cuando era tan sólo un crío y visitaba asiduamente el antiguo videoclub de mi barrio, jamás cesaba de merodear y deambular alrededor de la estantería donde se ubicaban las viejas películas de terror. Con la mentalidad y los ojos de un niño de ocho o nueve años de edad, muchas de esas terribles (y maravillosas) carátulas llegaban a marcarme durante días… quizás semanas, o incluso meses. Tanto era el respeto que me producían esas terroríficas ilustraciones que en ocasiones incluso me sentía obligado a evitarlas, limitándome a mirarlas sólo con el rabillo del ojo… aunque al mismo tiempo sentía una enorme atracción hacía ellas a pesar de que se trataba de un conjunto de películas que ningún padre dejaría que su hijo pequeño las visionara. Afortunadamente ese no fue mi caso, ya que a escondidas me las ingeniaba para alquilarlas y plantarle cara a mis temores… esos temores que recorrían mi cuerpo cada vez que cruzaba el pasillo del terror del viejo videoclub de mi barrio…
Hablamos de cintas sumamente grotescas, modestas, sangrientas y a la vez, deliciosas como «El Hombre Rata«, «Re-Sonator«, «Nekromantik«, «House«, «Hello Mary Lou«, «Ánimas«, «Dolls«, «La Grieta» o la presente «Monster Dog«, entre muchísimas otras. La gran mayoría de estas películas se encuentran en la actualidad totalmente perdidas, siendo una auténtica hazaña el lograr localizarlas en VHS; el único formato mediante el cual estas cintas vieron la luz. No obstante, muchos de estos sub-productos sí que se encuentran editados en DVD de Zona 1, pero por estos lares difícilmente los veremos (salvo alguna excepción como el «Dolls» de Stuart Gordon, uno de los mejores y más conocidos films de su famoso realizador).
Pese a todo, y por fortuna, sigue en pie un amplio sector de fans que no desisten en la búsqueda de viejas joyas del cine de terror, pero mayor es la fortuna de encontrar antiguos videoclubes que aún conserven en sus estanterías centenares de cintas VHS con el mero propósito de venderlas a un paupérrimo precio. De este modo logré hacerme con aquellas películas perdidas que de pequeño me aterrorizaban, pero que a la larga, me han hecho sentir una enorme melancolía, admiración y empatía por ellas.
Pero no nos engañemos, la mayoría de estas producciones de Serie B y Z son muy malas, algo innegable. Incluso otras alcanzan desorbitados niveles de violencia gratuita e imágenes perturbadoras que podrían herir gravemente la sensibilidad de ciertos espectadores, como es el caso de la anteriormente citada «Nekromantik«. Pero también resultan simpáticas, divertidas, entrañables… y muchas de ellas sorprendentes en lo que respecta a efectos especiales y ambientación. Por ello merecen un hueco entre nosotros, porque ya forman parte de la historia del cine y seguro que aún hoy en día, muchos de nosotros recordamos con una leve sonrisa en el rostro aquellas extrañas películas que nos aterrorizaban de pequeños pero que ahora se han esfumado de nuestras vidas… aunque no por mucho más tiempo.
En Cineycine hemos decidido brindarles un gran homenaje a través de una serie de reseñas que abarcarán desde el cine de terror más casposo, hasta todas aquellas obras maestras dignas de mención. Volaremos a través de los años 70, 80 y 90, y analizaremos todas las categorías del género: desde los más polémicos documentales salvajes, hasta las míticas producciones de Serie B y Z; pasando por el siempre escalofriante «ultra-gore» Alemán y efectuando multiples paradas en todos aquellos clásicos indiscutibles del género de terror. Y ya, sin más, empezamos con…
MONSTER DOG
Crítica de Monster Dog
«Monster Dog» fue un film que provocó gran curiosidad hace muchísimo tiempo… aunque en la actualidad más bien provoca carcajadas (y una extraña sensación de melancolía). Este peculiar y simpático sub-producto incita a la confusión ya desde un primer vistazo a su carátula Española. Y es que en la parte inferior de la misma aparecen los nombres de los actores Jason Lee y John Russell como secundarios principales, cuando resulta que ni uno ni otro hacen acto de presencia en ningún momento de la película. Pura estrategia publicitaria con la intención de captar la atención del público, aunque sea a través de fraudulentos rótulos.
Por otra parte, su director, Claudio Fragasso, optó por figurar en los créditos del film bajo el pseudónimo anglosajón de Clyde Anderson, quizás en un desesperado intento de hacer creer al espectador que la cinta se rodó íntegramente en USA con actores y profesionales netamente americanos. Y casi lo consigue… ya que durante el transcurso de la película se respira cierto aire a producción estadounidense, cuando realmente se trata de una co-producción entre España, Puerto Rico y USA. De hecho muchas de las localizaciones del film se filmaron en las afueras de Madrid (España), aunque sea casi imposible percatarse de ello.
En cuanto al título del film, se trata de una de las pocas películas que es conocida a través de dos nombres oficiales, pero que a la hora de la verdad, poco o nada tienen que ver el uno con el otro. En USA y otros países de europeos como España, la cinta se dio a conocer como «Monster Dog«, mientras que en otras partes del mundo, el film se tituló exclusivamente «Leviatán» (ojo, no confundir con el film «Leviathan«, de George P. Costamos), siendo este otro de los aspectos más curiosos y confusos de esta extravagante producción. Lo que está claro es que resulta imposible tomarse esta película demasiado en serio, porque entre los ridículos detalles publicitarios que pretenden engañar al espectador, y un inverosímil reparto integrado por el rockero Alice Cooper, la Española Victoria Vera (muy sexy y derrochando buena química con Cooper) y la pequeña aparición de un individuo que se hacer llamar Charly Bravo (la vocación de este chaval seguramente era pertenecer a las fuerzas especiales de su país…), sólo se consiguió elevar el nivel de chusquedad y cutredad de este insólito sub-producto. Aunque también es cierto que por otro lado, se trata de en una cinta visiblemente exquisita que será plenamente disfrutada por todo coleccionista de «reliquias» de este calibre.
La película no es más que otra vuelta de tuerca al mito del «hombre-lobo», aunque en esta ocasión deberíamos decir «hombre-perro»… y aunque se trata de un film malo a rabiar (personalmente lo calificaría de despropósito absoluto), es innegable que la cinta también tiene sus buenos momentos e intenta jugar sus pequeñas bazas de la mejor manera posible. La ambientación está muy lograda y los efectos especiales y maquillajes resultan bastante creíbles, como solía ser habitual en todas aquellas producciones de terror rodadas en los 80. La llegada de los protagonistas a la casa de campo a través de una lúgubre y oscura carretera secundaria da escalofríos, así como la primera (e inesperada) aparición de un extraño personaje que se supone se trata de la macabra bestia, y que se plantará en mitad de la calzada procedente de la nada para poco después, y tras un largo sermón que ni el guionista entendió, proceda a camuflarse entre los matorrales del arcén para transformarse en una alimaña que no resulta visible a los ojos del espectador, pero que se intuye en todo momento. Más tarde, ya en el viejo caserón de Vicen, seremos testigos de varias escenas bastante tétricas, como aquellas donde los perros rabiosos intentan invadir la casa, o la siempre y constante presencia de «algo» que merodea por los alrededores de la misma mientras una extraña neblina cubre parte de la pantalla. Lástima que este tipo de elementos sugerentes se apreciaran en mayor medida hace veinte años, pues actualmente todos nosotros ya hemos visto demasiado y nos hemos endurecido hasta tal punto de tomarnos este tipo de films como «comedias inconfesas»…
En lo que respecta al guión (que por cierto, es de los peores que podemos encontrar dentro del género de terror), se basa en la desorientación y confusión del espectador (aunque esto lo achacaría a la incompetencia del pobre guionista, el propio Fragasso), ya que en ningún momento se nos aclaran las innumerables cuestiones que surgen durante la película, empezando por los confusos orígenes de esa extraña horda de perros rabiosos y terminando por la repentina y forzada transformación final. ¿Quién es realmente el maldito Hombre-Perro? ¿Qué le ocurrió en el pasado al personaje de Vince? ¿Tenemos uno o dos humanos con la capacidad de transformarse? ¿Por qué el viejo que aparece al principio de la película trata de matar a todo el grupo de protagonistas? Si… ese viejo es uno de los hombres-perro de la historia, pero entonces… ¿también lo es el personaje de Alice Cooper como se nos hizo creer mediada la película? Nada de esto importa, porque el argumento no tiene ni pies ni cabeza y la trama es confusa hasta la saciedad; por no hablar del desastroso montaje y la tosca dirección del señor Claudio Fragasso (o Clyde Anderson, como ustedes prefieran).
Pero dejando de lado este tipo de cuestiones, es más que evidente que la película se rodó con un claro propósito: el lucimiento personal de la estrella de la función; un Alice Cooper que por aquella época necesitaba de un buen empujón comercial ya que se encontraba en uno de los peores momentos de su carrera musical, y… ¿hay algo mejor que protagonizar una película de terror en una década donde este tipo de films estaban a la orden del día? Pues no.
Y es que claro… con tal de asomar la jeta (en este caso, la napia…) en pantalla y auto-promocionarse, uno es capaz de hacer cualquier cosa. Por lo tanto, aquí tenemos el auténtico «por qué» de esta rareza de película… y el por qué es una más que descarada estrategia publicitaria de relanzamiento de la estrella de marras. De ahí que durante muchas fases de la historia, parezca que estamos asistiendo a un tétrico videoclip camuflado dentro de en un film de horror; y lo digo literalmente, ya que mediada la película nos engatusarán un pequeño montaje videoclipero en el que Cooper y sus colegas harán gala de su capacidad innata para disfrazarse. Aunque el «momento musical» durará bien poco, ya que será en ese instante cuando los rockeros comenzarán a sufrir en sus propias carnes las diabluras de los animalillos del film.
Curioso cuanto menos… por no hablar del final de la película, que consiste descaradamente en un videoclip ya completo y totalmente independiente de la trama argumental.
Lo que está claro es que si ustedes son fans de Alice Cooper, esta es su película… y si no son fans de Cooper pero «aman» el género de terror y saben apreciar productos cutres pero tremendamente exóticos como esta inconfundible «Monster Dog«, también deberían darle una oportunidad. Eso sí, siempre y cuando la localicen… tarea nada fácil, por cierto.
En resumidas cuentas
Finalizando esta crítica de Monster Dog, objetivamente la película se resume con una sola palabra: bodrio. Sin embargo, se trata de un bodrio que pertenece con mucha honra a un género estructurado en diversas categorías y rangos, situándose el presente film en el eslabón de la Serie B más chapucera. Se trata de un producto de muy bajo presupuesto, filmado con insignificantes medios técnicos y protagonizado por actores que parecen pasárselo bomba durante el rodaje. Pero también se trata de un tipo de cine que derrocha simpatía, modestia y buenas intenciones, y esto es algo que siempre se logra transmitir en pantalla y que sólo suele captar el fan más experimentado del género. Por lo tanto, si usted no es un declarado simpatizante de este tipo de sub-productos, huya literalmente de él. Por el contrario, si siente curiosidad por la participación de Alice Cooper en la película y es un fiel seguidor de la «licantropía cinematográfica», quizás el film no le deje totalmente indiferente.
Escucha nuestro podcast