Juez Dredd
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En el tercer milenio el mundo cambió: el clima, las naciones… todo sufrió una convulsión. El mundo se convirtió en un arrasado y ponzoñoso desierto conocido como la tierra maldita. Millones de personas vivían hacinadas en mega-ciudades donde las bandas callejeras provocaron tal violencia que el sistema judicial fue incapaz de controlar. La ley que conocíamos se desmoronó. Pero de la decadencia surgió un nuevo orden. Una sociedad gobernada por una fuerza de élite con poder para dispensar tanto la justicia como el castigo. Eran a la vez: policía, jurado y verdugo. Eran los jueces. Y de entre todos ellos, uno se elevaba por encima del resto… Bienvenidos a la crítica de Juez Dredd.

Juez Dredd: La Historia desde dentro

Antes de entrar en la valoración de ‘Juez Dredd’ como película hablemos un poco del cómic en el que se basa. Para ello retrocederemos unos años atrás, hasta 1977. Ese fue el año del lanzamiento del cómic de ascendencia británica. Unas grapas creadas originalmente por el oriundo John Wagner junto al español Carlos Ezquerra para una revista de cómics británica conocida como 2000 A.D. A España el cómic llegó por primera vez en 1979 bajo el amparo de la revista CIMOC. Más tarde sería editado por Norma Editorial, entre otras. En Estados Unidos la fama de Dredd llegó a tal nivel que DC Comics se hizo con sus derechos e incluso juntó a Dredd con Batman en ‘Juicio sobre Gotham’.

El eje central de la colección era el juez Joseph Dredd. Aquí se nos presentaba a un policía motorizado que luchaba contra todo aquel que no respetara la Ley en un mundo futuro devastado y totalitario. Las principales señas de identidad de Dredd eran su eterno casco, una mandíbula cuadrada y una voz tremendamente potente que resonaba en los oídos de los maleantes con tanta fuerza como las balas que salían de su pistola, o mejor dicho, de su “repartidor de justicia”: El Legislador Dos, un arma personal e intransferible propiedad de cada juez. El Legislador funcionaba en conexión con el ADN de cada uno de los jueces. Como arma se conecta con la piel desde la empuñadura y marca cada bala con el ADN del juez que la porta.

Durante años, el coqueteo del Juez Dredd para una traslación a cines fue continuo. A comienzos de los 90 Arnold Schwarzenegger fue el primer actor que se interesó por el personaje. A «El roble» no le seguirían muchos más actores, ya que la fisonomía de Dredd es tremendamente personal y muy pocos intérpretes se ajustaban al perfil del personaje. Finalmente fue Sylvester Stallone quien ganó la carrera por ser el Dredd cinematográfico. El objetivo de Stallone (y de los productores) era seguir la estela de la anterior incursión en el cine de acción futurista de Sly: Demolition Man (Marco Brambilla, 1993). Para ello se respetó en parte el esquema narrativo de aquella, ajustándola al universo Dredd. Todo esto por petición expresa de su estrella protagonista. Y, por supuesto, en contra de los deseos de Danny Cannon, el director del film y gran seguidor del cómic desde su infancia.

Las citadas referencias creativas provocaron un enorme distanciamiento entre director y estrella. La separación tuvo su punto álgido cuando, en la post-producción, a Cannon se le quitó de en medio en todo lo que tenía que ver con la edición del film. Edición que se llevó a cabo bajo las directrices de Stallone y los productores. Con un presupuesto de entre 80 y 90 millones de $, el film recaudó sólo 113.493.481 $ en todo el mundo.

Juez Dredd

Crítica de Juez Dredd

Tras esta pequeña puesta al día de los entresijos del proyecto que fue el apartado anterior, pasaré a juzgar la película. Teniendo en cuenta que en 1995 la carrera de Sylvester Stallone venía de un resurgimiento merecido con Máximo riesgo (Renny Harlin, 1993) y de un hit demoledor como fue Demolition Man (Marco Brambilla, 1993), Sly escogió seguir la línea de esta última ante la imposibilidad de hacer una secuela de la cinta de Harlin. Así fue como se subió en un, a priori, caballo ganador. Sin embargo, luego no fue tal, o por lo menos no tanto como se esperaba, sobre todo a nivel económico. Quizás estaba muy reciente el fiasco de El especialista (Luis Llosa, 1994), mucho más destrozada por la crítica de lo que habitualmente lo eran los largometrajes protagonizados por Stallone.

Lo cierto es que ‘Juez Dredd’ da al espectador todo lo que se le debe pedir a un largometraje protagonizado por una estrella del actioner en plena forma como Stallone: acción constante, un mundo futuro muy bien ambientado claramente deudor del clásico de Ridley Scott Blade Runner (1982) y un maloso de altura interpretado por un actor tan solvente como Armand Assante. Además de la presencia de uno de los grandes inmortales de Hollywood: Max Von Sydow. Y todo ello ágilmente filmado por Danny Cannon y condensando en menos de 90 minutos.

Rico

Aunque también es cierto que al film se le puede tachar de ser demasiado impersonal. Tan es así que uno siempre tiene la sensación de estar viendo los elementos positivos de la ya citada ‘Demolition Man’ explotados al máximo nivel posible. A esto último no ayuda en nada la excusa argumental, que acaba estando demasiado al servicio de la estrella de la función, Stallone. Ademas, el esquema narrativo es de una endeblez tremendamente visible y, por momentos, ridícula. Y lo cierto es que esto no tiene lógica ninguna porque estamos ante un film que adapta un mundo tan nutrido en historias y sub-tramas como es el universo del Juez Dredd. Sin embargo, al final acaba por ser la manida historia del bien contra el mal. Bien y Mal personificados a brocha gorda en los dos personajes principales: Dredd y Rico.

Y eso que la cinta empieza prometiendo mucho con la entrada en escena del protagonista acudiendo en ayuda de dos jueces que han sido acorralados en mitad de una guerra entre maleantes de distintos bloques. Ver a Dredd/Stallone cruzar el fuego en una descomunal moto-patrulla para aparcar en mitad de la calle, y bajarse en glorioso primer plano ascendente es toda una declaración de intenciones de por dónde van a ir los tiros. Lo que viene a continuación es una set pieces de acción donde Dredd va subiendo pisos aniquilando malosos hasta llegar al jefe de todos ellos. Un villano que está atrincherado en el piso 40.

Juez Dredd

Tras lo anterior uno empieza a frotarse las manos con la sangría que puede liar el protagonista principal aniquilando villanos con la ley en la mano. Pero no, los guionistas se sacan de la manga una historia en donde Dredd es juzgado por un crimen que, por supuesto, no cometió, y es condenado a la prisión de máxima seguridad de Aspen. Todo ello para dar entrada al antagonista de la función: Rico, un exaltado Armand Assante. Assante se pasa más de la mitad del metraje sin un rival a su altura, pudiendo campar a sus anchas y, finalmente, sin hacer gran cosa…

Lo mejor de todo lo anterior es el exilio forzado del personaje de Dredd y su enfrentamiento con la familia de caníbales Ángel. Una peculiar familia comandada por Pa-Ángel y con un rival que se alza entre todos los demás: Mala-Máquina. Hablamos de un tipo de dos metros de altura. Un sujeto altamente peculiar, hecho con retazos de hojalata y con una columna vertebral y brazo de robots… amén de llevar en la frente lleva ¡un regulador de rabia!

A cambio de ver a Dredd enfrentándose a semejante familia de tarados, el espectador debe cargar con la aparición en escena de “Fergie” (Rob Schneider, en un papel escrito originalmente para Joe Pesci), un pirata informático de humor cansino que se convertirá en el peculiar compañero de fuga de Dredd. Por cierto, para el que no lo sepa o no se acuerde, Schneider tenía un pequeño papel en ‘Demolition Man’. Otra coincidencia con aquella, y no la última, ya que la mujer co-protagonista/interés amoroso del relato es un rol calcado de una a otra película. Y aquí (y en aquella) es la única que al final acaba creyendo en el personaje principal cuando las cosas pintan mal. En ‘Demolition Man’ era Sandra Bullock y en esta lo es Diane Lane, en sendos personajes cortados casi por la misma tijera.

Entrando a valorar el desempeño de los intérpretes es justo decir que, salvo dos excepciones, Rob Schneider y Joan Chen, que siempre dan la impresión de estar en la película equivocada, el resto rinde a un buen nivel. Sylvester Stallone está perfecto como Juez Dredd. Su rostro, presencia y voz eran las indicadas para el personaje, y la pretendida interpretación deshumanizada de Stallone es la adecuada para el papel. Su némesis, Armand Assante, también sabe muy bien lo que se hace. Resulta odioso rápidamente y es un rival físico a la altura de Sly. Por su parte, la bellísima Diane Lane saca adelante un rol más duro de lo que solían ser los personajes femeninos en este tipo de cintas. Incluso se luce con una pelea cuerpo a cuerpo contra Joan Chen en el clímax final.

Por otro lado también destaca Jürgen Prochnow, recuerden que en ‘La Séptima Profecía’ daba vida a un enviado de Dios y aquí directamente se cree que es el Mesías de un nuevo orden. Su arrogancia y afán de poder le llevarán a pagar un alto precio. Finalmente, resaltar a una de las más grandes leyendas del cine: Max Von Sydow. El legendario actor encarna al anciano Juez Fargo, el mentor de Dredd y gran referencia para todos los jueces.

En cuanto a la dirección de Danny Cannon decir que se nota que le puso muchas ganas a la misma. De hecho, firma algunas escenas con un brío a tener en cuenta. No obstante, también se nota que su juventud, y falta de experiencia cinematográfica, merman el resultado final. Cannon acaba pagando el precio de no saber y/o poder imponerse a los designios de los productores y a las opiniones (algunas erróneas) de su estrella protagonista. Así pues, acabó siendo relegado a un segundo plano en la toma de decisiones importantes ya durante el rodaje. Echando la vista atrás, dar la dirección de un proyecto de una envergadura tan grande a un director tan joven e inexperto fue un error. Muy diferentes hubiesen sido las cosas con alguien más curtido en estas lides.

Juez Dredd

En resumidas cuentas. 
A pesar de ser una cinta divertida y con momentos de lucidez, ‘Juez Dredd’ acaba por ser un vehículo sin personalidad propia. Un film que, si bien entretiene y tiene sus virtudes, al final carece del punch necesario para calar en el espectador, como sí lo hicieron otros largometrajes de la filmografía de Stallone. Tampoco ayudó su fracaso de taquilla que finiquitó la idea de una posible secuela en donde podrían haber arreglado los defectos de la primera y potenciar sus virtudes. Ahora bien, tampoco podemos negar que es un muy apreciable vehículo de acción futurista.

Tráiler de Juez Dredd

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