La grieta
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El español Juan Piquer Simón, uno de los artesanos por antonomasia del cine fantástico patrio de Serie B desde finales de los años 70 hasta primeros de los 90, nos deleita con esta modesta producción de ciencia ficción y terror subacuático. Una película plagada de divertimento, criaturas extraordinarias y buenas dosis de efectos especiales. Nos adentramos en un lugar donde nada puede vivir. Un lugar donde nada puede respirar y donde nada puede sobrevivir. ¡Bienvenidos a ‘La grieta’!

Crítica de La grieta

Desde el inicio de sus tiempos es sobradamente manifiesta la obsesión del cine por retratar en pantalla todo lo que rodea al espacio exterior y a esos mundos plagados de formas de vida extraordinarias. Pero, aparte de ello, el género fantástico también ha incidido en los terrores marinos y los misterios de las profundidades. Gran parte de la magia del cine reside en su deliciosa capacidad para hacernos explorar lo desconocido y lo inalcanzable. En este sentido, el subgénero del terror submarino siempre ha supuesto una excusa perfecta para dar rienda suelta a nuestra imaginación.

Esta tendencia cinematográfica explotó principalmente en los años 80 a raíz del éxito de Alien, el octavo pasajero(Ridley Scott, 1979). Aunque esta vez trasladando la ambientación espacial, y la forma de vida hostil de otro planeta, a las profundidades del abismo. Y casi siempre dentro del contexto de la serie B más barata y desvergonzada. Pero también encontramos alguna excepción de nivel, como fue el caso de la más sofisticada Abyss(James Cameron, 1989). Esta última definitivamente sería tomada como referencia de multitud de productos oportunistas que, a su vez, ya se encontraban influenciados por el éxito de ‘Alien’.

Manteniendo siempre al margen las numerosas adaptaciones cinematográficas de las obras de Julio Verne o Pierre Benoît, nos referimos a los sucedáneos más recientes. Films enfocados a la ciencia ficción subacuática que combinaban descaradamente elementos de cintas clásicas con un disfrute más que correcto. Hablamos de películas como Humanoides del abismo’ (Barbara Peeters y Jimmy T. Murakami, 1980), Profundidad seis (Sean S. Cunningham, 1989), Leviathan: El demonio del abismo (George P. Cosmatos, 1989), o Deep Rising(Stephen Sommers, 1998). Todas ellas caracterizadas por sustentarse sobre unos guiones, pautas y efectos especiales no excesivamente trabajados. Aunque es cierto que estaban dotadas de ese gran encanto a serie B que las convertía en especiales.

Lo que ya no resultaba tan común es que un cineasta español llegara a formar parte de esa denominada «etapa dorada de los terrores subacuáticos». Y lo hizo con una pequeña joyita titulada La grieta’. Y es que el cine ibérico nunca se ha caracterizado precisamente por adentrarse con asiduidad en el género fantástico o de ciencia ficción. Claro que ese no era el caso del ya fallecido Juan Piquer Simón. Nos referimos a un cineasta que hubiera ansiado pertenecer a la industria de Hollywood. No hay más que ver el rumbo que había tomado su filmografía y, sobre todo, teniendo en cuenta la peculiar concepción que el realizador tenía sobre el séptimo arte.

Piquer Simón llegaría a alcanzar cierta fama internacional gracias a las recomendables Mil gritos tiene la noche’ (1982) y Slugs, muerte viscosa’ (1988). Estas cintas llegarían a tener una considerable distribución y cierto éxito en el mercado estadounidense. Piquer Simón era un apasionado del fantástico hollywoodiense. Tan es así que sus películas estaban co-financiadas por productores extranjeros y protagonizadas por actores internacionales. Incluso algunas fueron filmadas en localizaciones norteamericanas, o adornadas con un «look» muy del estilo del cine de terror de Hollywood de aquellos tiempos. Pero siempre tratándose de películas de corte barato y de muy bajo perfil. Películas que intentaban aprovechar –e incluso imitar– el tirón mediático de los éxitos de la época.

Teniendo en cuenta lo anterior sería como nos llegaría La grieta’, uno de sus trabajos más reconocidos e internacionales. Este film lo podemos considerar un descarado exploit o derivado de las anteriormente citadas ‘Abyss’, ‘Leviathan’, o ‘Profundidad seis’. Aunque Piquer Simón insistió en que desconocía la existencia de estas películas en el momento de rodar su película. ¿Alguno de ustedes se lo cree?).

‘La grieta’ fue filmada en los antiguos Estudios Verona de Tres Cantos. Su presupuesto de 225 millones de pesetas fue ridículo para sus pretensiones. Sin duda estamos ante una de las películas de Piquer Simón con más «aire» americano de toda su carrera. Buena culpa de ello la tuvo Francesca De Laurentiis, hija del afamado Dino De Laurentiis. Francesca fue productora junto al propio Piquer Simón y José Antonio Escrivá, a través de la extinta Dister Group. A esto debemos sumar un equipo técnico y de producción plagado de nombres internacionales. Entre ellos destacaron los técnicos de efectos especiales y diseños de criaturas: Colin Arthur y Carlos De Marchis. Incluso Ron Cobb trabajó con el propio Juan Piquer Simón en algunos aspectos de la producción, pese a no figurar acreditado. También llama la atención el casting del film con nombres como R. Lee Ermey.

Esta epopeya de ciencia ficción submarina nos narra cómo un submarino, el Sirena 2, tiene la orden de partir hacía una enorme grieta ubicada en las profundidades de los mares de Noruega. Allí debe buscar y encontrar a otro submarino extraviado semanas antes. Al llegar a una enorme cueva subterránea, en la que confluye la enorme grieta, la tripulación del Sirena 2 se percata de algo mucho más terrorífico de lo que habían imaginado. La fauna y flora del lugar han mutado peligrosamente. Todo como consecuencia de una serie de experimentos genéticos fallidos: anémonas gigantes provistas de tentáculos, viscosas algas que crecen fuera del ámbito marino, fetos híbridos mitad ser humano mitad anfibio, y extrañas criaturas que habitan en lo más recóndito de las paredes de la cueva. Estos seres son sólo algunos de los mutantes a los que nuestro grupo de investigadores tendrán que enfrentarse.

Entre los actores comentar que Robert Lee Ermey interpreta al capitán del Sirena 2. Su actuación homenajea cariñosamente a su ya mítico Sargento Hartman de La chaqueta metálica (Stanley Kubrick, 1987). También nos encontraremos con el norteamericano Jack Scalia, actor asiduo de la televisión y conocido por su papel en la serie Dallas’. Por su parte, Ray Wise interpreta a un traidor que planea boicotear la misión. Tampoco me puedo olvidar de Ely Pouget, actriz cubana que más tarde participaría como heroína en algunas cintas de ciencia ficción de bajo presupuesto. Y, por supuesto, no podía faltar en el reparto un jugoso toque español representado por los actores Emilio Linder, Frank Braña, Tony Isbert y Pocholo Martínez-Bordiú. Este último todo un fenómeno del show rosa. Aquí interpreta a un submarinista de escasas líneas de diálogo y liquidado tempranamente por una anémona gigante. ¡Delirante!

Hay que dejar claro que estamos ante una película que, vista desde un punto de vista objetivamente crítico, carece del valor cinematográfico necesario como para poder considerarla una obra importante dentro del género. Ni tan siquiera podemos situarla por encima de otros exploits de la misma época. Pero, por otra parte, es cierto que a los amantes del fantástico nos resulta complicado no esbozar una sonrisa de complicidad y añoranza al visionarla. De hecho, si el cine de Juan Pique Simón tenía una virtud, esa era su tremenda capacidad para embaucar al espectador. El director era capaz de sumergirnos de lleno en los elementos más sugerentes de sus películas. Algo que conseguía gracias a la constante tensión que atesoraban sus films y a los siempre logrados y cuidados efectos especiales. Efectos que supervisaba personalmente.

‘La grieta’ no es una excepción a lo ya comentado. La película logra envolvernos por completo a través de su logradísima ambientación. Todo ello pese a acarrear con un guión a ratos risible plagado de clichés, actuaciones planas y un desarrollo argumental olvidable. Por contra destacan sus buenas escenas de casquería, su buen ritmo y sus increíbles efectos especiales. Estos últimos le valieron a la película un merecido Goya. Precisamente los efectos alcanzan su punto álgido con los diseños de unas criaturas casi lovecraftianas. Es cierto que resultan precarias desde la perspectiva actual, pero en su momento gozaron de cierto impacto y credibilidad. Eran otros tiempos. Otro público. Otras exigencias.

En resumidas cuentas.
Termino esta crítica de La grieta, una película que exuda olor a Serie B por todos sus poros. Es de ese tipo de cine que abarrotaba las estanterías de los viejos videoclubs de los años 80. Su sola carátula VHS provocaba más terror que la propia película. Un tipo de cine que, para desilusión de muchos, ya no se hace… Vista a día de hoy no es más que una antigualla para cinéfilos que nunca crecimos demasiado, pero no deja de ser un producto simpático, plagado de esencia y de excelentes efectos especiales artesanales que aún mantienen su capacidad para cautivar. Pese a ser un producto de escaso valor cinematográfico, también tiene un incalculable valor sentimental por todo lo que este tipo de producciones significaron para el cine fantástico de Serie B y ésta, en concreto, para el cine fantástico español de los años 90.

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