Indiana Jones y el dial del destino
Año 1969. Mientras en los Estados Unidos se celebra la llegada del hombre a la Luna, el doctor Jones se acaba de jubilar y afronta sus últimos años en la soledad de su piso de Nueva York. Sin embargo, su vida se pondrá patas arriba una vez más cuando su ahijada, Helena, toque a su puerta hablando del “dial del destino”, una mítica reliquia capaz de alterar la historia pasada, presente y futura. (Cineycine).
“Lo importante no es el éxito, sino haber estado ahí. Indiana Jones significa para mí lo que significa para el público. Los fans tienen una generosidad increíble con la saga y me lo tomo como algo personal”. Harrison Ford da sus últimos pasos como el inmortal arqueólogo del látigo, la chupa y el sombrero en ‘Indiana Jones y el dial del destino’.
“Quién la controle no será emperador, ni rey, ni tampoco führer… Quién la controle será un Dios” (Voller)
Crítica de Indiana Jones y el dial del destino
Esta quinta entrega de la franquicia del doctor Jones es una de las películas más caras de los últimos años y la más cara de Lucasfilm. Su coste ha sido tan alto que el presupuesto ha quedado establecido, aproximadamente, en unos 295-300 millones de $. Dentro de todo este pastizal estarían incluidos los reshoots que, según algunos medios, se tuvieron que rodar para cambiar cosas que no habrían gustado. El ejemplo más claro de esto sería el final. Personalmente me llegué a irritar muchísimo con algunas informaciones a este respecto que usaban al mítico John Williams como “fuente”. Así pues, al ver el final oficial de ‘Indiana Jones y el dial del destino’ respiré aliviado… aún dentro de su “disparatamiento”. Ni qué decir tiene que toda esta rumorología ha sido tajantemente negada por el director, James Mangold, llamando trolls a sus interpeladores.
Lo cierto es que los 295 o 300 millones de $ gastados en la película están muy bien invertidos. Comento esto porque el diseño de producción del film es superior. Las diferentes localizaciones que veremos en pantalla están excepcionalmente recreadas y te trasladan por completo a la época, 1969. A lo largo del metraje iremos a territorios tan diferentes como Nueva York, Tánger o Sicilia. Y si en ‘Indiana Jones y la última cruzada’ (Steven Spielberg, 1989) visitamos un lugar tan mítico como la Puerta de Petra, aquí haremos lo propio con la Oreja de Dionisio. En este aspecto nada se le puede reprochar a ‘El dial del destino’, todo lo contrario.
En relación con el coste del film estaría la labor de James Mangold. Cuando te gastas tantísimo dinero en una película, la misma pasa a estar controlada por “instancias superiores”. Este es un pensamiento de mi amigo J. Glez que comparto totalmente. Y esto significa que ‘El dial del destino’ no es cine de autor ni tampoco una película hecha con alma… tal y como si lo fueron las cintas de la trilogía original y, en menor medida, la cuarta. En todas ellas, el alma y espíritu de Steven Spielberg estaban muy presentes. Y esto no pasa con James Mangold. Nadie puede negar que estamos ante un director notable y que su labor roza la cumbre… pero tampoco nadie puede negar que falta “algo”. Ese “algo” que Spielberg sí era capaz de transmitir en los films precedentes.
No obstante lo anterior, Mangold intenta insistentemente “replicar” y respetar la labor de Spielberg. Esto supone que ‘El día del destino’ se agarra al clasicismo y a la estructura básica de las cintas del famoso arqueólogo. En consecuencia, la película nos ofrece el típico prólogo ambientando en el pasado, el Macguffin en forma de reliquia, los puzzles y la acción estilo Indy.
Desarrollando brevemente lo expuesto, comentaré que el prólogo se desarrolla al final de la segunda guerra mundial con los nazis saqueando reliquias. Esto supone traer de regreso al Jones adulto que todos conocemos. El efecto está logradísimo y es cómo ver al mismísimo Harrison Ford de la trilogía original. Sólo en breves planos canta un poco su rostro. Esta técnica de rejuvenecimiento no es algo nuevo, ya la habíamos visto en ‘Tron: Legacy’ (Joseph Kosinski, 2010) y más recientemente en ‘Géminis’ (Ang Lee, 2019). Da miedo pensar a dónde nos puede llevar… Respecto al Macguffin, o reliquia a recuperar, decir que se presenta en el mismo prólogo. Sin embargo, apenas voy a comentar nada para mantener la intriga. Simplemente diré que existe realmente y que tiene que ver con los cálculos matemáticos y las fisuras temporales. Los puzzles naturalmente van ligados a la misma.
La acción merece un párrafo al margen. Como toda película de Indiana Jones que se precie, este film también contiene destacadas set-pieces. Eso sí, no al nivel de espectacularidad y exageración de las cintas precedentes. Tenemos que tener en cuenta que Indy ya es un anciano y, en consecuencia, no se intenta que haga cosas imposibles. Para mi gusto, la secuencia de acción más espectacular es la persecución en tuk-tuk por las calles de Tánger. También está la carrera a caballo por las calles de Nueva York (ojo al cante digital en la cara de Harrison Ford), alguna incursión submarina, más persecuciones y ¡por supuesto! puñetazos. Ahora bien, aunque el viejo Jones reparta alguna galleta, queda claro que ya no puede con rivales colosales como antaño.
Por supuesto, toda la acción y el diseño de producción se ven elevados por las partituras de todo un mito como John Williams. ¡El maestro no podía faltar a la cita! Como tampoco falta el típico tema de Indy que nos pone la piel de gallina sabiendo que, probablemente, sea la última vez que lo escucharemos en una sala de cine.
Pasando al casting tenemos al gran Harrison Ford encarnando por ¿última vez? al mítico Indiana Jones. Esta vez lo encontramos como un anciano profesor que se va a jubilar cuando la aventura vuelve a llamar a su puerta. Hay que destacar que, pese a sus casi 81 años, Ford mantiene una buena forma física. Todos los que vean el film podrán comprobarlo en un plano en el que sale mediodesnudo en su apartamento. En cualquier caso, y salvo 3 o 4 puñetazos y un “paseo” a caballo, ya comenté antes que Indiana no realiza set-pieces imposibles. Yo diría que su labor principal es la de ser un archivo de información que va uniendo las piezas del puzle de la reliquia a encontrar. Respecto a Mutt y Marion se comentan y tratan de justificar sus ausencias con algunas líneas de diálogo.
La coprotagonista es Phoebe Waller-Bridge como Helena, la ahijada de Jones. En la película se incorporan un par de flashbacks para que sepamos algo de su origen y no nos la traguemos en bruto. Respecto a su interpretación, decir que Phoebe está encantada de conocerse. Me resultó tremendamente irritante que la actriz intente hacerse la gran estrella en cada plano y secuencia ansiando siempre quedar por encima del resto de protagonistas, Ford incluido. Su Helena va tan sobrada como ella. Incluso se llega a definir como: “Una mujer autosuficiente, guapa y valiente…”. Eso sí, y para que el tema no cante tanto, los guionistas le meten un pequeño fallo: ama demasiado el dinero. Además completan su personaje con el pequeño debutante Ethann Isidore como Teddy, una especie de Tapón de Helena, pero en plan serio.
El villano va en esta ocasión para Mads Mikkelsen como el Doctor Voller, un físico alemán que ha colaborado activa e importantemente para que los americanos llegaran a la Luna. La performance de Mikkelsen es analítica, calculadora y fría. No habría estado de más que le hubiera metido más “hervor” a su personaje. Al final le ha pasado lo mismo que en ‘Doctor Strange’ (Scott Derrickson, 2016) y queda como un maloso olvidable. De sus esbirros poco se puede decir puesto que apenas tienen líneas de diálogo. Así pues, Boyd Holbrook queda para los tiros y Olivier Richters para los mamporros. Ojo a este último porque parece un auténtico Hulk humano.
El resto del reparto no tiene especial incidencia en minutos y bien puedo decir que estamos ante apariciones más o menos trascedentes. Aquí nos encontramos con Thomas Kretschmann como el Coronel Weber, un nazi cuya máxima se resume en esta frase: “Para el vencedor… los despojos”. Muy bien librado, para lo poco que sale, queda Toby Jones encarnando a Basil, el amigo que acompaña a Indy en el prólogo. También aprovecha sus minutos Shaunette Renée Wilson como Mason, una dura agente de la CIA. Por su parte, John Rhys-Davies está para la nostalgia regresando como un demacrado Sallah. Y, finalmente, Antonio Banderas interpreta a Renaldo, un “hombre-buzo” español e íntimo de Indy.
“Las matemáticas conquistaron el espacio y ahora conquistarán el tiempo” (Voller)
En conclusión.
Termino esta crítica de Indiana Jones y el dial del destino, una película que hay que ver en cines sí o sí con independencia de su valoración. Comento esto porque, salvo sorpresas futuras, estamos ante la última vez que veremos al mítico Doctor Jones en cines. Y esto nos tiene que llevar a despedirnos de él como Dios manda. Además, ya sólo la impecable facturación del film te vale el precio de la entrada ofreciéndote una última aventura de 154 minutos.
Tráiler de Indiana Jones y el dial del destino
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