Uno de los nuestros
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“Para nosotros, vivir de otra manera era impensable. La gente honrada que se mataba en trabajos de mierda por unos sueldos de miseria, que iba a trabajar en metro cada día y pagaba sus facturas estaba muerta. Eran unos gilipollas. No tenían agallas. Si nosotros queríamos algo lo cogíamos y si alguien se quejaba dos veces le dábamos tal paliza que jamás volvía a quejarse. Era una rutina tan simple que ni siquiera lo pensábamos. Desde que tuve uso de razón quise ser un gánster”. Ray Liotta siempre quiso ser… ‘Uno de los nuestros’.

“Para mi, ser gánster era más grande que ser presidente de los EEUU” (Henry Hill)

Crítica de Uno de los nuestros

En 1990 Martin Scorsese rodó la versión con más medios y a todo lujo de ‘Malas calles’ (1973), la cinta que le abrió las puertas de Hollywood. ‘Uno de los nuestros’ era el film que siempre había soñado con hacer. Para ello tomó elementos de la citada ‘Malas calles’ y llevó el cine de mafias un paso más allá.

En primera instancia, el título elegido fue ‘Wiseguy’. Este título era el mismo que el de la novela de Nicholas Pileggi en el que está basada. Sin embargo, lo cambió a última hora para evitar confusiones. Lo cierto es que ya había una película de 1986 de Brian De Palma con ese mismo título en inglés y también una famosa serie de TV de 1987. Un wiseguy es un listillo, un tipo con el que no se juega y al que es imposible colársela. El título final, ‘Goodfellas’ (algo así como “Buenos colegas”), está más acorde con uno de los principales valores del film: la amistad o falsa amistad. Finalmente, ‘Uno de los nuestros’ fue el título elegido para la versión en España.

El film se estrenó el 21 de septiembre de 1990 en todo el territorio USA. No obstante, y previamente, tuvo un lanzamiento limitado el 19 de septiembre. También conoció un preestreno por todo lo alto en el Festival de Venecia el 9 de septiembre de ese mismo año. En España la pudimos ver bastante pronto en relación a su estreno americano, el 19 de octubre.

Muy posiblemente ‘Uno de lo nuestros’ sea la obra cumbre de Martin Scorsese. Quizás sea su techo cinematográfico, es decir, un film que en sus 146 minutos condensa todas sus filias, fobias, influencias, homenajes, trucos visuales y trademarks. Todo lo que es Scorsese está aquí, y todo lo que es este film lo fue gracias a Scorsese. La cinta presenta claras reminiscencias de ‘Malas calles’, ‘El padrino’ y tantos otros films de mafias y gánsteres…

Scorsese llena la pantalla de imágenes vibrantes y de una vida de ensueño: la de unos criminales que se aprovechaban de América. Unos individuos que la exprimían para su propio beneficio y creían que saldrían impunes. Y durante mucho tiempo así fue, pero nadie es intocable de por vida. Nadie. Prácticamente te estaban diciendo que ser un mafioso era lo máximo, que ellos de verdad estaban “viviendo” y que tú (el resto de los mortales) simplemente respirabas. Eso era ‘Uno de los nuestros’.

Una cosa está clara con esta película: si se hace un top de cine de mafias, entonces, esta cinta es una imprescindible. Hablamos de una película que redefinió todo ese tipo de subgénero criminal. Un subgénero que nació a finales de los años treinta y se popularizó en los años cuarenta por las películas de RKO y serie B, y que revitalizó Coppola en 1972 lanzándolo a una nueva dimensión.

La fotografía fue obra de Michael Ballhaus destacando ¡cómo no! el tremebundo plano-secuencia que muestra la entrada de Henry & Karen al Copacabana de los años sesenta por la puerta de atrás, hasta una mesa en primera fila que le dan por su influencia. Un momento en el que la voz en off de Henry pasa a dar entrada a la de Karen, que irá retomando la narración de la historia a petición de los acontecimientos. Ante todo, ‘Uno de los nuestros’ es la historia de su vida, de la vida de Henry.

También es imposible hablar de esta película sin destacar su montaje. Una edición con congelados de pantalla que casi implican una rotura de la cuarta pared cuando Henry Hill (con su narración) se dirige directamente al espectador al que hace partícipe de su vida. Aunque realmente esto no es así (como se descubrirá llegado el tercer acto) o quizá sí… ¡ojo al plano final del mismo Henry nuevamente mirando a la cámara! La música, plagada de canciones no-originales, es otro clásico del cine de Scorsese.

El elenco es uno de esos que difícilmente se puede superar. Ray Liotta fue elegido como Henry Hill y lanzado como un actor a tener en cuenta. Un aspirante a estrella de cine, un tipo que podía dar que hablar. Y cumplió. Precisamente lo que no pudo hacer fue hablar con su co-protagonista en la ficción: un magistral Robert De Niro (Jimmy Conway), el cual se mostró especialmente hostil con Liotta mientras las cámaras no los grababan. De Niro creó una distancia con el actor que también mantendría con sus personajes.

Puede resultar cuestionable la táctica empleada por Bob, pero siendo un actor del método no es algo que a Liotta debiera haberle pillado por sorpresa. Sin embargo, llegó a calificar a De Niro como un capullo. Además, aprovechó esa sensación de desprecio cuando volvieron a verse más adelante en su única escena conjunta en ‘Copland’ (James Mangold, 1997). Liotta, en la piel de su personaje, le dedicó una antológica mirada de odio y desprecio absoluto a De Niro, como una especie de ajuste de cuentas tardío. Si no me creen… vean o revisionen ese film.

El tercero de los protagonistas fue el simpar Joe Pesci (Tommy DeVito), quien se alzaría con su único Oscar de la Academia. Una estatuilla que no fue a recoger… como muestra de lo que le importaban dichos premios. Pesci recreó con Tommy un rol que, si bien no inventó nada, logró robar la escena cada vez que aparecía en pantalla. Su colección de momentos de antología son incontables. Su personaje de enano de mecha corta con peluquín imposible que veneraba a su madre no tolerando el insulto de nadie, y que estaba a la que saltaba, le convirtió instantemente en leyenda.

El resto del elenco lo pueblan rostros habituales del cine italo-criminal como Paul Sorvino (Paulie), Frank Vincent (Billy Batts), Frank Sivero (Frankie Carbone) y Michael Imperioli (Spider). Finalmente, el casting se completó con secundarios de sobrada eficacia como Mike Starr (Frenchy) y una actriz que parecía podía llegar lejos pero que no terminó de despegar. Me refiero a Lorraine Bracco que luce totalmente sobreactuada encarnando a Karen. Por último, un papel de una sola escena para un, por aquel entonces, desconocido Samuel L. Jackson como Stacks.

“A Jimmy o a mí no podían hacernos de la familia porque teníamos sangre irlandesa, ni siquiera importaba que mi madre fuera siciliana. Para ser un capo de los grandes había que ser italiano cien por cien y que todos tus antepasados fueran italianos” (Henry Hill)

En resumidas cuentas.
Termino esta crítica de Uno de los nuestros, posiblemente el tótem cinematográfico de Martin Scorsese. Su gran prueba de fuego cuando ya apuraba más de media vida y todo esto a pesar de la importante cantidad de grandes películas, incluso de obras de referencia, después de esta. Lo cierto es que Scorsese pudo haberse retirado tras este film y dejarla como un testamento de celuloide inmortal. Simple y llanamente una de las mejores películas de la historia del cine de mafiosos.

Tráiler de Uno de los nuestros

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