Pesadilla antes de Navidad
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¿Qué ocurriría si alguien robara la Navidad?… Es una pregunta que puede resultar extraña pero que, en estos días adquiere, un especial significado. La gente se reúne, las familias se reencuentran y un sentimiento embriagador de fraternidad se respira en cada calle y en cada esquina. También son unas fechas donde es habitual revisionar por enésima vez viejos clásicos. Y, por encima de todo, es cuando los niños reciben los regalos que les envía Santa Claus. Esto es, o debería ser, la Navidad. Y para responder a la pregunta inicial Tim Burton propuso hacer un viaje de la mano de un voluntarioso ser que acaba rompiendo lo que en un principio pretendía arreglar. Conozcamos el mágico pueblo de Halloween y veamos qué ocurrió en ‘Pesadilla antes de Navidad’.

«La historia que os voy a contar ocurrió cuando el mundo era antiguo. Quizás en sueños hayáis visto el lugar. Si queréis saber las fiestas de donde salieron, yo os contaré lo que fueron»

Crítica de Pesadilla antes de Navidad

Quizás mucha gente no lo sepa pero Tim Burton, el afamado y aclamado director de películas, trabajó como animador para la Disney. Ya en aquellos años empezó a desarrollar una especial afición por la temática navideña. Y fue entonces cuando comenzó a dibujar los primeros bocetos de lo que luego sería ‘Pesadilla antes de Navidad’. Al principio, Disney rechazó la historia porque la veía indicada para un público más adulto. No fue hasta años después que Burton pudo producirla y llevarla a buen puerto.

Para conseguir realizarla fundó la compañía Skellington Studios. Además contrató a un buen puñado de animadores y artistas para encargarse del guión y el diseño de los personajes. La técnica empleada fue el stop motion. Recordemos que esta técnica consiste en simular el movimiento mediante la captura de fotografías. Esto permite trabajar con figuras en vez de dibujos, dotando a la cinta de un estilo muy particular. Las figuras de todos y cada uno de los personajes fueron realizadas a partir de un esqueleto de metal. Para poder plasmar su lenguaje facial se diseñaron cabezas con diferentes muecas y miradas para poder obtener una amplia gama de expresiones (en el caso concreto de Jack llegaron a hacerse más de cien cabezas diferentes).

El stop-motion conlleva una serie de problemas casi siempre ligados al tamaño de los sets de rodaje y de las propias marionetas. Todo esto puede dificultar el trabajo de los animadores y marionetistas. La solución habitual consiste en separar los escenarios para poder rodarlos por separado y, sobre todo, armarse de paciencia. Obviamente lo expuesto repercute en un trabajo de filmación que se puede llegar a alargar mucho, en este caso la friolera de tres años. Prueba de ello es que el trabajo semanal se reducía a un par de minutos del metraje total. Pero al final todo queda compensado con una fluidez notable en la animación de las marionetas que no se pierde en ningún momento del metraje, llegando a ser prodigiosa en algunas secuencias musicales como el baile de Oogie Boogie.

Dado que Tim Burton se limitó a ejercer de productor, y supervisaba el aspecto creativo, se buscó a un director para que trabajara mano a mano con él. El elegido fue Henry Selick, que posteriormente volvería a trabajar con Burton en ‘James y el melocotón gigante’ (1996), y que luego se encargó para LAIKA de esa maravillosa película que es Los mundos de Coraline (2009). El trabajo conjunto es soberbio. La verdad es que lo que podría haber sido una película más… acaba transformada en un verdadero esplendor visual gracias al esfuerzo de los equipos artísticos y de dirección.

Ahondamos ahora en la base de toda la historia. La trama no es otra que el sentimiento de hastío de Jack que, año tras año, ve pasar las fiestas de Halloween con un aburrimiento e indiferencia crecientes. Recordemos que la noche de Halloween es el 31 de octubre. Justo después es cuando comienza esta historia. Aquí encontramos a un Jack aburrido y resacoso que se dispone a preparar el Halloween del año siguiente. Es entonces cuando descubrirá la Navidad con sus luces y festividad. A partir de ese momento, la vida de Jack dará un giro inesperado.

Jack Skellington está basado claramente en un personaje que podíamos ver enOz, un mundo fantástico’, un largometraje de la Disney de 1985 donde aparecía una criatura prácticamente igual. Su única ayuda será Sally, una muñeca de trapo fabricada por un inventor loco. Curiosamente, Sally también está inspirada en un personaje de los libros de Oz. Y encarnando al villano tendremos a un desagradable hombre del saco aficionado al juego llamado Oogie Boogie. Debido a la naturaleza de la historia, y de los personajes que la componen, no estamos ante una película infantil, ni mucho menos. Es un producto dirigido a un público más adulto que sabrá apreciar el diseño macabro de los protagonistas y que captará el ácido humor negro que se respira a través de todo el metraje.

Si bien los personajes y la ambientación son un punto positivo al que podemos poner muy pocas pegas, con el apartado musical la cosa no es tan sencilla de despachar. Los temas que suenan a lo largo de todo el metraje corren a cargo de Danny Elfman. Este gran compositor ya había trabajado con Burton en obras nada desdeñables como Bitelchús(1988) o ‘Eduardo Manostijeras’ (1990). Además, ya había hecho sus pinitos como cantante, con lo que se asignó a sí mismo la labor de doblar a Jack Skellington en los números musicales.

El resultado de lo que acabo de comentar es oscuro y tétrico, como la propia película, pero según algunos críticos las canciones carecen del encanto característico de las películas de Disney. Aún así, la disparidad de opiniones en este aspecto es diversa. Yo prefiero posicionarme del lado positivo, ya que en general los temas que adornan la película me parecen bastante memorables y algunos incluso soberbios. Me refiero, por ejemplo, al lamento que entona Jack mientras deambula ensimismado en sus pensamientos o la histriónica canción de Oogie Boogie, adornada con notas de blues y funky. Obviamente, para poder disfrutar de estos números musicales en toda su expresión recomiendo ver la película en versión original, al menos en los momentos en que la música toma el protagonismo.

Conclusión.
Termino esta crítica de Pesadilla antes de Navidad, una película navideña que prefiere ahondar en el terreno de la fantasía a través de los cuentos que nos contaban de pequeños. Un vistazo mágico al mundo de los sueños con unos personajes tétricos y, sin embargo, simpáticos que nos llevan de la mano en su loca aventura. Y viendo su argumento es inevitable citar esa otra película protagonizada por Jim Carrey que se titulaba ‘El Grinch’. En ella veíamos a un tipo desagradable que quería destruir la Navidad. Aquí ocurre lo opuesto, ya que Jack sólo pretende mejorarla sin saber que con ello la acabará fastidiando. En realidad se trata de una moraleja tan hermosa como antigua: la verdadera felicidad no se encuentra en parajes lejanos sino en tu propio hogar.

Tráiler de Pesadilla antes de Navidad

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