Gorrión rojo
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Todo empezó con una “elección” que la convirtió en un arma en una lucha mundial por el poder. Pero nunca la dejarán marchar porque les pertenece y sabe cómo sobrevivir. Ella es Jennifer Lawrence pero su nombre en clave es… ‘Gorrión rojo’.

“Los accidentes no existen. Nosotros creamos nuestra propia suerte” (Vanya Egorov)

Crítica de Gorrión rojo

Francis Lawrence y Jennifer Lawrence vuelven a colaborar en una nueva adaptación de un libro. Si anteriormente trabajaron juntos en tres de las cuatro películas de ‘Los juegos del hambre’, sobre la obra de Suzanne Collins, ahora vuelven a colaborar en la adaptación al cine de la novela ‘Red Sparrow’ de Jason Matthews.

Jason Matthews es un ex operativo de la CIA, reciclado a escritor, que debutó con los lápices precisamente con ‘Red Sparrow’. Estamos ante una novela de espionaje que escribió basándose en su propia experiencia personal. La obra fue su tarjeta de visita, y la de Dominika Egorova, ante el gran público (vosotros también podéis presentar vuestras propias tarjetas gracias a HelloPrint). Matthews acumuló su experiencia a lo largo de más de 30 años trabajando en el extranjero y realizando labores para la Agencia. Todo con el fin de salvaguardar la seguridad nacional de los EEUU. Entre sus tareas se dedicó a “torpedear” al espionaje soviético. Precisamente así fue como llegó a conocer los supuestos hechos que narra en su novela. Hechos que nos son contados en la película que hoy comentamos: ‘Gorrión rojo’.

Lo que nos ofrece el film es una muy poco amable visión de la Rusia actual. Un país que se nos muestra tan triste y autoritario como en los tiempos del más despiadado comunismo. Especialmente en lo relativo a la formación de sus agentes de espionaje. Jóvenes tratados (ellos y ellas) como mero ganado humano que pertenecen al Estado en cuerpo y alma. En este sentido, no hay más que ver el entrenamiento y torturas a los que son sometidos/as los/as “Gorriones rojos”, unos chicos/as que no tienen más futuro que servir al Estado o morir en el intento. Así pues, a lo largo del film presenciaremos vejaciones de todo tipo, especialmente de índole sexual… ya que decidir con quién tener una cita o irse a la cama no es una opción.

En relación a lo anterior, la parte del vejatorio entrenamiento al que someten a la protagonista en la Academia del SVR (“Una casa de putas”, según Dominika) resulta bastante corta en relación al metraje final. Básicamente es un segmento centrado casi exclusivamente en el sexo, es decir, el resto de habilidades como la elaboración de perfiles psicológicos, el entrenamiento con armas (o sin ellas) o el forzar cerraduras y demás se despacha en un visto y no visto. En consecuencia, contrasta claramente con el despliegue que, a posteriori, va realizando el personaje interpretado por Jennifer Lawrence.

Al contrario de la estancia en la SVR, lo que sí que está bien expuesto en el libreto de Justin Haythe es la presentación de los personajes. Desde el inicio mismo de la película se nos facilita acceso a la vida de Nate Nash (el espía norteamericano en Moscú) y especialmente a la de Dominika Egorova (la gran bailarina del Bolshói), una joven a la que llegamos a conocer muy bien. Amén de ir viendo cómo va evolucionando en las diferentes situaciones por las que atraviesa: bailarina, cebo, aspirante a gorrión y gorrión. Otro personaje al que el guión consigue retratar con tino es a su tío Vanya, uno de los cabecillas del SVR. Hablamos de un familiar que no duda en aprovecharse de la precaria situación de su sobrina.

Con respecto al tratamiento de la acción advertir que es muy secundaria y puntual, puesto que lo que pesa aquí es la trama. Una trama de dobles juegos entre espías, especialmente por parte de Dominika, y en la que hasta el desenlace final no se sabe quién está haciendo qué realmente. La acción y la parte romántica son meros aderezos. Ahora bien, cuando llega el turno de las “set-pieces” están se exhiben en pantalla muy bien rodadas y mostrándose verdaderamente descarnadas y violentas. Escenas en las que no hay miramientos de ningún tipo y da igual que quién reciba un violento trompazo sea un hombre o una mujer. A destacar al esbirro especial del SVR, un “carnicero” que disfruta despellejando vivas a sus víctimas.

Respecto a las actuaciones, hay que decir son todas de un corte muy frío. Esto es así porque el estilo del film y los personajes no ameritan a otra cosa. Estamos hablando de espías y de un universo oscuro y traicionero en el que no valen las bromas.

El papel principal y estandarte de la película es Jennifer Lawrence como Dominika Egorova. Esta gran actriz imprime a su personaje un carácter muy serio, dramático y, como acabo de resaltar, muy frío. Jennifer presenta a una joven con las emociones tremendamente controladas y calculadas, sobre todo cuando se convierte en “gorrión”, antes abraza el drama en su etapa de bailarina. Hay que destacar también que la actriz afronta en esta película secuencias muy incómodas como esas en las que queda expuesta frente al espectador y sus otros compañeros de rodaje. No es fácil para una gran estrella afrontar escenas de esa índole y su labor es muy buena. Al respecto de estas secuencias, Jennifer fue preparada previamente por Francis Lawrence. Así lo declaraba ella misma: “Hablamos extensamente sobre esto, lo cual fue muy importante para prepararme y que no hubiera sorpresas en el rodaje”.

El otro protagonista es Joel Edgerton como Nate Nash, un espía que trabaja para la CIA en Moscú en contacto directo con “Mármol”, un topo que le suministra información sobre las operaciones rusas. De alguna manera, el tal «Mármol» viene a ser el macguffin del film pues toda la trama se centra en desenmascararlo… La labor de Edgerton en la película va en la línea de lo comentado anteriormente. Ahora bien, el intérprete australiano es quien presenta emociones más humanas a la hora de recrear a su personaje. Ahí está, por ejemplo, el error que comete nada más comenzar la película.

Entre los secundarios cabe destacar los siguientes nombres importantes: Matthias Schoenaerts cuyo elegante y distante porte es perfecto para el rol de Vanya Egorov, el tío de Dominika y cabeza visible del SVR, un supuesto “intocable” que, bajo su disfraz de familiar responsable, no dudará en utilizar a su sobrina para sus propios fines. La veterana Charlotte Rampling se limita a hacerse la dura como la inflexible Matron, la profesora titular de la academia de los gorriones. Por su parte, Joely Richardson no brilla tanto como debiera en su papel de Nina Egorova, la enfermiza y devastada madre de Dominika. Algo similar sucede con Jeremy Irons que está muy bien en su papel del duro y seco General Korchnoi. Sin embargo, sus escasos minutos, y sus acusadas entradas y salidas, terminan por perjudicarle de manera clara.

Finalmente, apariciones para Mary-Louise Parker (una norteamericana que vende información), Ciarán Hinds (el jefe de todo el entramado ruso), Thekla Reuten (Marta, una agente con la que Dominika compartirá piso en Budapest y que tiene entre manos otra misión) y Bill Camp y Sakina Jaffrey como parte del equipo de la CIA que ayuda a Nate Nash.

“A partir de hoy seréis gorriones” (Matron)

En conclusión.
Termino esta crítica de Gorrión rojo, una película que recupera (o intenta recuperar) las tramas más clásicas de espías. Aquellas  películas en las que lo importante era la historia por delante de las explosiones y la acción. En definitiva, un buen film de orígenes del personaje de Dominika Egorova a la que puede que volvamos a ver en cines, si la recaudación lo permite, ya que Jason Matthews le dedicó dos libros más, a saber: ‘Palace of Treason’ (2015) y ‘The Kremlin’s Candidate’ (2018).

Tráiler de Gorrión rojo

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