In-natural (The Stuff)
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Hoy revisamos una de esas películas de terror surrealistas que nos trajo la prolífica década de los ochenta. En este caso hablamos de una historia protagonizada por una sustancia deliciosa que pretende controlar el mundo metiéndose en la despensa de cada hogar. Os aseguramos que, tras verla, no volveréis a mirar los postres lácteos con los mismos ojos… Venid y probad… ‘In-natural (The Stuff)’.

«¿Están comiéndose a esa cosa… o ella se los está comiendo a ustedes?»

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Crítica de In-natural (The Stuff)

Es difícil empezar a comentar una película como esta. Una cita que, cuando la acabas de ver, no sabes bien si has puesto una peli o te ha abducido alguien. Empezaré recordando que la década de los ochenta fue muy prolífica en cintas de género slasher. En esos años films emblemáticos como Viernes 13’ (Sean S. Cunningham, 1980) o Pesadilla en Elm Street (Wes Craven, 1984) hacían las delicias del público adolescente. Con tanto asesino es lógico que alguien decidiera crear un villano distinto que intentara aportar un aspecto novedoso: algo que se apartara del habitual psicópata…

La respuesta llegó en forma de postre, por extraño que parezca. Una extraña sustancia de color blanco y textura cremosa que brota del suelo y posee a todo aquel que la consume. Claro, lo primero que a uno se le pasa por la cabeza cuando empieza a ver la película es que hay que ser rematadamente tonto para echarse a la boca una cosa blanquecina y burbujeante que emerge de la tierra. Pero de eso va la película: de gente tonta y codiciosa.

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A partir de lo expuesto, el argumento se vuelve extremadamente plano y monótono. La sustancia, de venta en todas las tiendas bajo el nombre de «The Stuff», se convierte de la noche a la mañana en el producto estrella de los supermercados. Y claro, la industria alimenticia pronto comienza a inquietarse ante el tremendo éxito del producto. Aquí entra en escena el personaje interpretado por Garrett Morris. Un hombre que, con la ayuda de un saboteador al que da vida Michael Moriarty, intentará averiguar el secreto de «The Stuff». No hablamos de un buen trabajo interpretativo, las cosas como son, pero la película tampoco lo requiere. Todo consiste en ver cómo la viscosa sustancia se hace un hueco en cada hogar y cómo, poco a poco, se va apoderando de la sociedad.

El papel de héroe recae inicialmente sobre el joven actor Scott Bloom, un niño que descubre la verdad oculta tras el delicioso postre cuando pilla infraganti a la masa viscosa arrastrándose por el frigorífico. A partir de entonces entablará una lucha personal para acabar con «The Stuff», siempre con una sobreactuación de manual. Lo mismo que el resto del reparto, como digo estamos ante una labor interpretativa muy justita. Mención especial para la actriz Andrea Marcovicci que está peor que nadie… y ¡ojo! entre los no-acreditados podemos encontrar a Mira Sorvino (su padre, Paul Sorvino, hace aquí de coronel) y Patrick Dempsey. Lo que viene después… pues hasta aquí puedo leer.

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Pero no nos engañemos, las barbaridades que cometen los personajes son culpa del guionista y director Larry Cohen. El director de ‘Estoy vivo’ (1974) inicia la película con un minero que se pone a chupar una sustancia blanca del suelo. ¡Toda una declaración de intenciones porque nadie es tan rematadamente tonto! Visto así, puede parecer que voy a cargarme el guión pero, francamente, considero de un mérito enorme sacarse de la chistera una frikada de historia como esta. Propio de los ochenta, donde los guionistas más freaks eran capaces de sorprender, aunque fuera para mal.

Los efectos especiales son cutres pero efectistas. La ración de escenas truculentas, tan propias del cine de terror de serie B, está servida. Pero ¿Qué falla exactamente en esta película? Pues a mi juicio falla algo muy básico que cualquiera podrá ver. Por un lado no existe el terror por ningún lado. Y, por el otro, la película es un conjunto de buenas ideas, algunas inspiradas en clásicos como ‘La invasión de los ladrones de cuerpos’ (Don Siegel, 1956), que en ningún momento llegan a buen puerto. Sí, es entretenida y un producto estrambótico de los ochenta. Sin embargo, el intento de Larry Cohen de lograr una cinta de terror con una masa viscosa queda muy lejos de lo que lograría tres años después Chuck Russell con  ‘El terror no tiene forma’.

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Conclusión.
Concluyo esta crítica de In-natural (The Stuff), una de esas raras películas que difícilmente se olvidan. Cuenta con una premisa argumental interesante pero también con un trabajo demasiado justo en todos los sentidos. Los críticos se cebaron con ella en su momento y no podemos culparlos, pero tras este desastre hay una serie de elementos que pueden salvarla del hundimiento. Mi primera recomendación debería ser que nadie perdiera el tiempo, que hay cosas mucho mejores que ver, lo cual es rigurosamente cierto… pero para aquellos espíritus nostálgicos curtidos en el cine de serie B creo que es una buena ocasión para degustar ese cine freak que, desgraciadamente, ya no se hace.

Tráiler de In-Natural (The Stuff)

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