28 días después
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Danny Boyle y Alex Garland siempre quisieron hacer una película de terror. La idea del primero de un Londres vacío fue la chispa que dio forma a la historia primigenia de este film. Aquí una epidemia convierte a la gente en devoradores caníbales asolando un Reino Unido apocalíptico. Probablemente estemos ante una de las mejores cintas del subgénero “zombi”. Pónganse las protecciones y busquen armas porque esto es ‘28 días después’.

“Lección número uno: No vayas nunca solo a ningún lado, a no ser que no tengas alternativa. Lección numero dos: solo viaja de día, a no ser que no tengas alternativa” (Mark)

Crítica de 28 días después

Después del batacazo de ‘La playa’ (2000), el director Danny Boyle habló con Alex Garland, su guionista fetiche del momento. Ambos conversaron sobre un proyecto de terror que ya habían tanteado varias veces… pero que nunca habían realizado. Sin embargo, y gracias al comienzo del resucitamiento del género zombi, Boyle y Garland decidieron ponerse manos a la obra con su película no fructificada. Me refiero a ‘28 días después’, un film del que nunca han negado la influencia de George A. Romero. En concreto, su obra ‘La noche de los muertos vivientes’ (1968). También fue el estreno de Resident Evil (Paul W.S. Anderson, 2002), y el juego original de la legendaria PlayStation, lo que supuso el impulso definitivo para Boyle y Garland.

La referencia a ‘Resident Evil’ es harto adecuada. Nada más hay que recordar que el subgénero estaba de capa caída y las cintas que se hacían contaban con presupuestos ínfimos y, en ocasiones, muy mal gestionados. Así pues, no creo exagerar si digo que Anderson resucitó este tipo de cine con su adaptación del videojuego. Su film permitió no solo que ‘28 días después’ obtuviera luz verde, sino que también salieran otras interesantes propuestas comoAmanecer de los muertos (Zack Snyder, 2004).

Boyle y Garland consiguieron convencer a la ya desaparecida 20th Century Fox. Los dos presentaron a los jefazos del estudio un film casi independiente, con un reparto minúsculo y enteramente británico. La película se rodaría prácticamente en exteriores de Londres y en digital. Esto último algo impensable en aquella época de cara a una cinta de bajo presupuesto. 8 millones de dólares (unos 5 millones de libras) fue lo que costó. Al final acabó recaudando la nada despreciable cifra de 84 millones de dólares en todo el mundo. Lógicamente, y 5 años después, se estrenaría su secuela firmada por el “desaparecido” Juan Carlos Fresnadillo. Por otro lado, y durante años, se ha venido hablado de una tercera entrega. Un tercer film que parece no llegar nunca…

Lo primero destacable de ‘28 días después’ es el tono casi pesadillesco que imprime Danny Boyle. El film abre con el origen de la epidemia que asola Londres provocado por un grupo de ecologistas y activistas en favor de los derechos de los animales. Por accidente liberan de un laboratorio del gobierno a un mono infectado con un variante de la rabia. El virus se transmite con gran rapidez entre los humanos que quedan convertidos en unos agresivos seres caníbales… Aquí es donde se rompe con las normas del subgénero zombi. Comento esto porque estamos ante infectados y no ante muertos-vivientes. Esto último siempre recalcado por el propio Boyle. Los infectados terminan por asolar todo el Reino Unido.

Las imágenes de ese Londres completamente vacío siguen siendo, 20 años después, sumamente impactantes. Nada de CGI ni de elementos visuales. Para rodar la cinta se cortaron las calles de la gran urbe con la finalidad de lograr el efecto deseado por Boyle. De esta forma se consigue una gran atmósfera de terror y desolación. Atención a cómo estas imágenes fueron rememoradas durante la reciente pandemia del Covid-19. Y ¡ojo! insisto en recalcar que estamos ante una cinta de estilo independiente.

Antes hablaba del tono pesadillesco de la propuesta. En este aspecto hay que resaltar claramente la fotografía de Anthony Dod Mantle. Eso sí, la intención de rodar enteramente en digital no terminó cuajando. Así pues, se terminó rodando pequeñas partes del film con las modernas cámaras Canon XL 1. Aun así, Boyle consigue imágenes muy potentes alternando los diferentes estilos visuales. Por su parte, la banda sonora sigue un tono austero y tremendamente decadente gracias a John Murphy. Su partitura electrónica da un toque post-apocalíptico destacando la canción ‘In a Heartbat’, que se convirtió, de forma no oficial, en el tema principal del film y su secuela.

Obviamente, la intención de Danny Boyle es la de construir una survival movie en toda regla. Por consiguiente, no se da ni un minuto de respiro al espectador. Los pocos momentos de calma sirven para que el público sienta cierta humanización en los personajes. Hay que recordar que un solo mordisco, contacto con la sangre o fluidos corporales de un infectado te hace sucumbir a la infección en cuestión de segundos. Queda claro que al realizador británico no le interesa que el respetable vea largas secuencias de conversación. Boyle se apoya con esto en el guión de Garland. Entre los dos gestionan una narrativa de pura supervivencia por encima de todo lo demás.

Por supuesto, no falta el elemento de critica/metáfora narrativa. La misma surge cuando se descubre el pastel con los militares. Esto sirve a Boyle y Garland para insistir en el dicho: “No hay peor monstruo que el ser humano”. No obstante, creo que esto llega un tanto tarde y quizás juega en contra de la película. A nivel narrativo va acorde con el film, pero más bien creo que el tema es cuestión de la edición de la cinta y la necesidad de provocar un efecto sorpresa. Quizás resulta también excesivamente cliché para motivar la gran set-piece final en la mansión.

Volviendo sobre los infectados comentaré que no presentan una cantidad desorbitada de maquillaje. Destacan en ellos las lentillas para simular sus ojos inyectados en sangre que se pueden ver en algunos brevísimos planos. En la película se juega al menos es más como principal base para mostrar a estos sanguinarios seres. Además se usan escenarios cerrados para algunas de las secuencias de ataque. También se genera tensión con planos cercanos buscando el caos y la violencia de cara a las contadas set-pieces del film.

Repasando el elenco tenemos como protagonista al ahora famoso Cillian Murphy. Por aquel entonces era un actor curtido en los teatros ingleses, pero que apuntaba maneras y ya participaba en cortos y series de televisión. Este film supuso su primer papel importante. En la cinta da vida a Jim, un joven que se despierta en un mundo asolado tras pasar por un coma provocado por un accidente en su trabajo como repartidor. A lo largo de la historia madura rápidamente debido a las circunstancias que le rodean. Y ya en el clímax va a pecho descubierto.

Los otros dos nombres más reconocibles del reparto son los de Brendan Glesson y Naomi Harris. El primero ya era casi un veterano del cine británico en aquel momento. Hablamos de un actor fornido y de gran presencia escénica. Aquí hace uso de sus cualidades interpretativas en el rol de Frank, un padre coraje. La primera vez que lo vemos va ataviado con un traje antidisturbios junto a su hija en la ficción. Esta es interpretada por Megan Burns como Hannah. Con este padre y su hija creo que es donde el guión de Garland consigue el primer acercamiento al elemento humano de la trama. Sobre todo, visto previamente lo que sucede con el personaje de Naomi Harris y su explicación de cómo se llega a la situación en la que están ahora mismo.

Hablando de Naomi Harris, al igual que Cillian Murphy, tenía una carrera bastante corta hasta esta película. De hecho, estamos ante uno de sus primeros films importantes. Naomi también venía del teatro y demuestra unas sólidas y claras dotes interpretativas en su papel de Selena. Estamos ante un personaje femenino bien construido de cara a las intenciones del film. Por último, no olvidar a Christopher Eccleston como el mayor Henry West, un veterano militar que controla una mansión repleta de soldados contando con un plan bastante loco y totalmente inhumano.

En conclusión.
Termino esta crítica de 28 días después, una producción que sigue siendo una de las mejores películas de “no-zombies” dentro de la historia del subgénero. Destaca su influencia posterior y el hecho de cómo construir un survival horror bien realizado y notablemente ejecutado de cara al público. Por último, no olvidar que contiene algunas secuencias dignas para el recuerdo y que envejece bien como el buen vino.

Tráiler de 28 días después

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