Misión Imposible: Sentencia final
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“Todo lo que es y todo lo que ha hecho… ha llevado a esto. Cuando la seguridad es una prioridad absoluta. Cuando las circunstancias parecen imposibles. Ethan Hunt siempre cumple, aunque sea saltándose las órdenes. Si queremos salvar al mundo del cataclismo tenemos que tratar con él. Si decide aceptar…”. Tom Cruise acepta un último desafío en ‘Misión Imposible: Sentencia final’.

“Has sido el mejor hombre en los peores momentos. Ahora necesito que seas ese hombre” (Presidenta Sloane)

Crítica de Misión Imposible: Sentencia final

Como bien apunta la introducción, todo lo que hemos visto durante casi treinta años nos ha llevado hasta este film. Y aquí estamos, en 2025, listos para el viaje ¿final? Porque tal y como decían en El último gran héroe (John McTiernan, 1993): “mientras la taquilla responda no hay final que valga”. En este caso, no hay final para Ethan Hunt porque precisamente él es el último gran héroe. De igual manera que Tom Cruise es la última gran estrella de cine. Así pues, y con gran parte del equipo de Sentencia mortal (Christopher McQuarrie, 2023), retomamos ‘Misión Imposible: Sentencia final’.

Estamos ante una monstruosa producción. Hablamos de un presupuesto no confirmado de unos 400 millones de dólares. Sí, una auténtica barbaridad se miré por donde se mire. Eso sí, de ser cierta esa cifra, apuntar que todos y cada uno de los dólares gastados lucen en la gran pantalla. El dinero empleado se puede apreciar desde una acción inigualable hasta su recreación en paisajes tan imponentes como la Isla de San Mateo (Noruega), la icónica Londres y Sudáfrica. Se incluye el búnker más impenetrable del mundo, un lugar concebido para guardar toda la tecnología futura en caso de cataclismo nuclear. Además estamos ante un film que se ha rodado casi por entero en escenarios reales.

Existen diferentes grados de “imperfección” en ‘Sentencia final’, pero eso no quita para que valoremos la película como lo que realmente es: un canto de Tom Cruise a la esperanza de que el cine que conocemos nunca morirá, en que los héroes de verdad siempre tendrán cabida y en que toda esta saga, estos treinta años, Cruise los ha disfrutado tanto como nosotros… En la dirección, McQuarrie parece aceptar un segundo plano. La concepción de la acción, el hilvanado del guión, el montaje y las dos grandes set-pieces parecen diseñadas por Cruise. Es como si McQuarrie, literalmente, haya aceptado simplemente la misión de firmar tras las cámaras. De ser así, esa ha sido su elección.

Comento lo anterior porque, en algunos momentos, la cinta cae en algunos tics de humor que parecen más insertados por Cruise que por el estilo seco y directo de su director. De igual manera que el hilar gran parte de los hechos aquí narrados con el primer film. No ahondaré más en el mismo para preservar el efecto sorpresa de las varias revelaciones que se hacen. Pero todo esto parece idea del astro protagonista en su romántica búsqueda de honrar al primer film dirigido por Brian De Palma… Obviamente, una película con casi tres horas de duración puede caer en defectos de ritmo. Aquí se hacen evidentes en la primera parte, especialmente en la secuencia de la embajada hasta llegar al verdadero nudo en las catacumbas con un revelador momento cara a cara.

La acción de esta ¿última? entrega resulta inigualable. Aunque menos enfocada a enlazar set-pieces una tras otra… y más a darlo todo casi en dos grandes secuencias. Dos escenas que suponen todo un reto nunca antes afrontado por ningún actor protagonista o grupo de especialistas. Atención a la simulación en entornos auténticos destacando la impresionante inmersión en busca del corazón de ‘La entidad’ en las entrañas del Sebastopol. Estamos ante una set-piece de más de quince minutos que atrapa al espectador en el mismo entorno que a Hunt. La potencia de estos minutos se ponen a la altura de lo visto en Abyss (James Cameron, 1989)

Entre acción, reacción y clímax, el libreto obra de McQuarrie, en colaboración con Erik Jendresen, llena de guiños, easter-egg y simbología la trama y baña las secuencias con buena mano en general. Aunque de todas me sobran las tediosas reuniones en el búnker. Las mismas resultan dignas de un telefilm barato de catástrofes de esos que se emiten en la sobremesa. Reuniones entre la rescatada para la causa Erika Sloane (Angela Basset), ahora la presidenta de EEUU, y su grupo de gerifaltes mandamases. Entre estos últimos se encuentra Kittridge (Henry Czerny).

El tono del libreto, y por ende de la propuesta, es mucho más explicativo que en anteriores ocasiones. Es una mezcla de géneros y búsqueda de lo épico. Esto nos lleva de la mano en la eterna diatriba de Hunt: proteger a los suyos por encima de la misión. Algo que no siempre podrá controlar. Tal y como el film se encargará de recordarnos con el destino marcado de un viejo compañero. Algo que, irremediablemente, marcará la tendencia del resto del metraje. Un metraje que avanza con el nuevo equipo de Hunt por un lado y él por otro. Este apunte luce soberbio por cómo se realza la soledad del héroe, incluso su kamikaze obsesión con la falta de un plan B en muchas de sus decisiones (el salto en alta mar, o la postal definitiva del renacimiento bajo el hielo con un azul preciosista bañando el plano).

Por supuesto, el casting sigue liderado por Tom Cruise encarnando por ¡octava vez! a Ethan Hunt, su emblemático rol. Todo el elenco son meros acompañantes. Cruise es quien carga con todo el peso del evento con una actuación muy completa. Incluso físicamente da un recital mayor que interpretativamente hablando. No estaría de más recordar que ya tiene casi 63 años. Este dato lo pongo de manifiesto para que tengamos en cuenta y valor su actuación con todo merecimiento. Eso sí, el corte de pelo que se ha dejado no es el más favorecedor. Todo hay que decirlo.

El plantel que Cruise ha reunido en esta ocasión empieza por los anteriormente citados Angela Bassett como Erika Sloana y Henry Czerny como el reptiliano Kittridge (Henry Czerny). A ellos se les unen Holt McCallany (Serling), Nick Offerman (General Sidney) y Charles Parnell (Richards). Todos ellos jefazos que quedan obnubilados por el palmarés de Hunt. En cualquier caso se muestran muy reticentes a dejar en las manos de un solo hombre el destino del mundo. Papeles algo más interesantes van para Tramell Tillmand como un capitán de un pequeño submarino americano o el rol de una dura almirante a cargo de Janet McTeer (Neely).

De los personajes ya vistos y esbozados en ‘Sentencia Mortal’ destacar la directa actuación de un cabreado Shea Whigham (Briggs). También la sentida puesta en escena de Ving Rhames como el ajado Luther Stickwell. Y la importancia y madurez de Hayley Atwell (Grace). Menos entonado, la trama y los hechos no le dan mucho chance para ello, encontraremos a Esai Morales (Gabriel). Y, finalmente, a una excesivamente monotemática Pom Klementieff. La actriz deja claro porque en la cinta precedente casi no tenía diálogo.

“Siempre hemos estado en el lado bueno, hermano. No me arrepiento de nada y tú no deberías” (Luther)

En resumidas cuentas.
Acabo esta crítica de Misión Imposible: Sentencia final, un cierre notable para una saga que, sin duda, es la más grande de la historia del cine del género de acción y aventuras… si tenemos en cuanta el nivel sensacional de cada entrega. Un legado eterno para Tom Cruise que es todo un emblema mayúsculo de lo que representa ser una estrella de cine.

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Tráiler de Misión Imposible: Sentencia final

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