El jardinero
Comparte con tus amigos










Enviar

“Un jardinero que sabe artes marciales… ¿Se te olvidó ponerlo en el currículo? Tienes que explicármelo…”. Van Damme riega las plantas, poda los setos y elimina las malas hierbas porque él es… ‘El jardinero’.

“No le metas el dedo en la boca a mi hija. ¡Has matado con esas manos!” (Serge)

Crítica de El jardinero

David Charhon es un director que ha ido subiendo escalafones en la comedia de acción francesa hasta llegar a trabajar con, posiblemente, el mayor héroe de acción de habla francófona a nivel mundial: el simpar Jean-Claude Van Damme. Su primera unión fue bajo el amparo de Netflix con El último mercenario (2021). En aquella, JCVD, más que menos, interpretaba al mismo personaje que aquí. Básicamente se reconvierte de escurridizo agente secreto en un antiguo militar disfrazado de ‘El jardinero’.

Charhon parece un buen tipo. Lo pienso por la sensación que trasmite. Al fin y al cabo, él se presenta a sí mismo como un fan que creció con las películas del belga. Un fan que acabó “por pasarse el juego” al cumplir el sueño máximo de todo seguidor de un héroe de acción: conocerlo y dirigir una película para él. Algo muy al estilo de Mabrouk El Mechri con JCVD (2008). Si bien esta última honraba la figura del actor, las aspiraciones de ‘El último mercenario’ y ‘El jardinero’ son menores. Fundamentalmente se trata de entretener y dar al protagonista la oportunidad de fusionar los tres géneros que siempre vendió como su trademark: acción, comedia y drama. En cualquier caso, las mismas ganas de Van Damme de lucirse y hacer una película que pueda otorgarle cierta reivindicación han mermado notablemente al entrar en los sesenta.

Tampoco ayuda el no haber rodado, intuimos que por motivos económicos, en escenarios reales. La grabación tuvo lugar en un plató que simula ser una casa residencial a las afueras con río incluido. Esto repercute en la imagen que nos da: demasiado sobreiluminado y superficial. Por su parte, el montaje del film, supervisado por el propio Charhon, luce claramente atropellado. Abriendo el metraje con un combate de presentación en el cuarto de las herramientas del jardín que debe lucir claustrofóbico y violento… pero que sólo lo consigue a medias. Posteriormente ya vuelve al meollo de la película.

Y hablando de combates… ciertas peleas están para que Van Damme se luzca, pero, en ocasiones, acaban resueltas de manera brusca. Y cuando la acción es más corta se opta por introducir humor en ella (ojo a la escena en el cuarto del bebé). Y cuando esto no sucede, entonces, se rompe totalmente con el ritmo cortando de lleno durante varios minutos un supuestamente dramático enfrentamiento para dar más cancha a la insufrible familia del protagonista. Por lo que le toca, Van Damme presenta un físico que, a priori, parece lucir bastante musculado. Especialmente para un tipo de su edad y sabiendo de los altibajos de su vida fuera de las cámaras.

En líneas generales, ‘El jardinero’ avanza como un pesado y, por momentos, torpe monstruo de Frankenstein. La propuesta une una comedia bastante complicada de digerir para el público no francés con el drama de una familia que, en condiciones normales, estaba condenada a morir. No ayuda a este drama, a todas luces forzado, los inenarrables e imposibles momentos en los que Leo intenta explicar su pasado. El propio Charhon, en un pérfido guiño seguro surgido de su propio sentido del humor, sitúa a Serge delante de una pantalla verde para una videollamada donde finge estar trabajando en las oficinas cuando, en realidad, está en su segunda residencia. Añadir que si andan muy afilados de vista podrán ver el cameo del propio Charhon dando vida a Didier El peludo.

En otras muestras de su humor, Leo y Serge cargan durante más de la mitad del film con el bebé del segundo. Una niña que solo se tranquiliza si lleva puestos unos cascos con música. La criaturita tendrá ¡cómo no! sus momentos de lucimiento con caca y vomito incluido… Cerrando con la comedia queda, para muchos, como lastre máximo del evento el comprar o no la fastidiosa y nerviosa actuación, totalmente intencionada, de Michael Youn en modo metralleta humana. Y mención especial para la disfuncional familia con influencer adolescente incluida. El grupo familiar hace mucho por resultar totalmente insoportables e indignas de ser rescatadas de una muerte segura y accidental siguiendo el patrón de trabajo del grupo de malosos.

Pero no todo es negativo en el film para los seguidores del actioner. Hay que agradecer la imponente presencia del antiguo luchador Jerome Le Banner, una suerte de Bautista del país vecino. Jerome supone la mayor amenaza física para Leo. Y tienen un buen y duro careo compartido en la ciertamente fugaz pelea final. Incluso, por momentos, dicho enfrentamiento hace por reconectar con el fan del belga de oro… pero no mucho. Eso sí, alabar que Van Damme continúe soltando zurras a su edad. Aunque ya a mucho menos nivel… y con la irritante inserción de dobles en golpes espectaculares que, evidentemente, Jean-Claude, por edad, ya no puede ejecutar. Algo que también pudimos ver claramente en Kill Em All (Peter Malota, 2017) y su secuela. Bastante mejor se disimulaba este aspecto en la ya citada ‘El último mercenario’ y en la serieJean-Claude Van Johnson’.

En cuanto a la labor de Michael Youn (Serge), realmente el protagonista principal de la función, comentar que debe cargar con el habitualmente ingrato rol de alivio cómico y saco de golpes. Lo primero depende totalmente de la gracia que puede causar en el espectador su desquiciado disparatamiento. Y en lo segundo se afianza firmemente por ser un ninguneado, y poco autoritario, funcionario público y padre de familia…

Para terminar, y en cuanto al casting, conviene citar también al normalmente solvente Kaaris, un actor y compositor que siempre da un bien llevado halo de dureza y cierta tristeza a sus papeles. Aquí lastrado por la corriente humorística coral del evento. Da vida al más serio y sensato del grupo de asalto. Por su parte, Matthias Quiviger es un cachas guaperas que recibe dos buenas zurras por parte del jardinero. Y, por último, mencionar la mujer e hija de Serge. Estos roles están a cargo de Nawell Madani (Mia) y Poqssi que hace de Alice, la citada influencer gritona y malencarada.

“La naturaleza perdona. Yo… no” (Leo)

En resumidas cuentas.
Acabo esta crítica de El jardinero, un embolado francés con todo lo que ello conlleva en este tipo de comedias tan típicas del país vecino. Humor demasiado pensado para ellos mismos y que cuesta comprar fuera de sus fronteras. Es una lástima que no tomara el camino de lo bueno, y bien medido, de ‘El último mercenario’ acabando por desbarrar en los defectos de aquella más que en sus virtudes.

Tráiler de El jardinero

Escucha nuestro podcast