El honor de los Prizzi

Charley Partanna, un liquidador de asuntos sucios de la familia Prizzi, conoce durante una boda a una mujer rubia con un vestido malva de la que queda totalmente enamorado… hasta el punto de casarse con ella furtivamente en México. Pero muy pronto, y debido a una serie de negocios intrincados que perjudican a los Prizzi, Partanna deberá decidir entre el pacto de sangre que hizo y la familia que ansía formar junto a su esposa. (Cineycine).
“Esta gota de sangre simboliza tu nacimiento en nuestra familia. Seremos uno hasta la muerte. Te protegeremos como tú debes proteger nuestro honor. ¿Lo juras?”. John Huston presenta a Jack Nicholson, Kathleen Turner y Anjelica Huston en ‘El honor de los Prizzi’.
“Es ‘Noche de ronda’. No la olvidaré nunca. Ni podré olvidar este vestido. Como tampoco podré olvidar nunca la fecha de hoy. Donde quiera que estemos. Pase lo que pase. Si tocan esta canción… será nuestra canción” (Charlie Partanna)
Crítica de El honor de los Prizzi
La carta de presentación del film que hoy nos ocupa deja muy claro el nivel ante el que estamos. Ni más ni menos que ¡ocho nominaciones a los Oscars! cuando estos premios todavía significaban algo. ‘El honor de los Prizzi’ es un film dirigido por toda una leyenda del séptimo arte como fue John Huston. El realizador contó con un trío espectacular protagonista que incluía a Jack Nicholson, la muy pujante por aquellos años Kathleen Turner, y la propia hija del director, Anjelica Huston. Además, y para rizar el rizo, Anjelica era pareja en aquellos tiempos del propio Nicholson. Ambos tienen aquí en común varias escenas grandiosas. Con total merecimiento, Anjelica acabó ganando un merecidísimo Oscar como mejor actriz secundaria en la gala de 1986 por su poderoso retrato de la feroz Maerose Prizzi.
El grueso de la producción se rodó entre escenarios reales de Nueva York y Los Ángeles. El film contó con un estreno en grandes salas de EEUU, bajo el amparo de la Fox, el 14 de junio de 1985. Por cierto, y con motivo de esta reseña, no podíamos dejar de mencionar que John Huston es el único director de la historia del cine que tiene el honor de haber dirigido a su propio padre (Walter Huston) y a su propia hija (Anjelica Huston). Además consiguió que ambos ganaran sendos Oscars en papeles que John previamente les había “regalado”.
La idea de la película proviene de una novela homónima escrita por Richard Condon. Este último también firmante del libreto, adaptando así su propia obra con la ayuda de Janet Roach. Condon había tenido una experiencia similar con ‘El mensajero del miedo’ (John Frankenheimer, 1962), que bajo un libro suyo conoció adaptación cinematográfica supervisada por él mismo. Por su parte, Roach no trabajó mucho más en la industria ni antes ni después de colaborar en este script. Si acaso mencionar su trabajo en los lápices en ‘Mr. North’ (Danny Huston, 1988).
‘El honor de los Prizzi’ es una comedia negra puramente estilo John Huston. El film marcó un cierre descomunal a su dilatada y excelsa carrera junto a la obra póstuma ‘Dublineses’ (1987). Ambas son dos descreídas miradas del cineasta a las familias italoamericanas e irlandesas y sus costumbres. Comedia, drama, cine de gánsteres, familia, valores, amor, herencias en vida, lealtad, ambición, odios enconados, intereses en colisión y, sobre todo, HONOR. El honor que debes defender según marcan las leyes de la familia que juraste salvaguardar ante todo y ante todos. Estos, y muchos más, son los ingredientes de este fenomenal entretenimiento al estilo clásico. Una película que logra enganchar de manera irremediable ¡le caigan encima los visionados que le caigan! El guión, tal y como podemos imaginar, está magníficamente redactado.
Además de un libreto superior, también estamos ante una obra visual sensacional a todos sus niveles. La cinta destaca en la dirección, fotografía y cuenta con unas interpretaciones magistrales. La parte visual la firmaba el posterior director de vehículos de acción altamente flipados de comienzos de los 2000, Andrzej Bartkowiak. Ojo a las bellísimas postales que dibuja Bartkowiak, en colaboración con Huston, ya sea con la simbología de la Iglesia como telón de fondo, como con el contraste entre Nueva York y Los Ángeles, en clara alusión a los caracteres de Charlie e Irene, la pareja de enamorados protagonistas. No podemos pasar por alto tampoco el uso totalmente ambiental y clave de la música. Destaca en las partituras “religiosas” y en el recurrente uso del bellísimo bolero mexicano original de Agustín Lara y Pedro Vargas: “Noche de ronda”.
El casting lo encabeza Jack Nicholson dando un recital como el “algo simple” asesino de los Prizzi, Charlie Partanna. Charlie es un tipo que, si bien tiene un don para liquidar acertadamente los asuntos que le sobran a su familia, por el contrario no tiene un intelecto superior para detectar a las mujeres que no le convienen y a las que sí. Atención al acento puramente de Brooklyn que adopta Nicholson en la VO. Si se fijan bien, en toda la película, Charlie/Nicholson no mueve el labio superior al hablar. Esto lo hace para darle un empaque mayor de zoquete a su personaje. Algo que el legendario actor redondea con algunas frases y gestos que hacen que se desaten las risas.
A su lado veremos desfilar a una soberbia Anjelica Huston como Maerose, la hija marcada en vida de uno de los jefes de los Prizzi. Maerose deshonró a la familia tiempo atrás por abandonar a Charlie para fugarse con un mindundi al Caribe cuando se iban a casar. Atención a cuando le cuenta a su padre cierto encuentro sexual con Charlie dejándole con durísimos achaques de salud para el resto del metraje… Por otra banda, aparece todo un icono ochentero como fue la siempre notable Kathleen Turner (Irene Walker). Aquí está en todo su esplendor físico entregando una actuación que compite con la de Nicholson y Huston. Y más aún cuando el film va descubriendo sus verdaderas intenciones. Para saborear los diferentes matices de su interpretación no se pierdan sus reacciones en segundos planos de determinadas escenas.
Del resto del elenco buenos minutos con diferentes roles para un veterano agarrado a la vida, y a los cigarrillos que lo consumen, como William Hickey (Conrado Prizzi). Sus hijos son interpretados por Robert Loggia (Eduardo, un calculador consiguiere que sabe bien que todo es negociable) y el siempre alterado Lee Richardson (Dominic). Entre ambos se mueve John Randolph como el padre de Charlie y hermano (pacto de sangre) del padrino. Citar también a Lawrence Tierney como el comisario de policía. Aparecerá cuando un asesinato rompa la tregua con las familias. Y, finalmente, está Michael Lombard como el napolitano y ambicioso presidente de un banco que no se pensó bien dos veces lo de timar a los Prizzi.
“Ella es tu mujer, pero nosotros somos tu vida. Todo son negocios, Charlie. Puro negocio” (Angelo Partanna)
En resumidas cuentas.
Acabo esta crítica de El honor de los Prizzi, el antepenúltimo golpe encima de la mesa de John Huston, posiblemente el último cineasta clásico de raza que dio Hollywood. La película es notable en todos los géneros que toca. Además contiene una de las más completas y geniales actuaciones de Jack Nicholson en la antítesis de sus recreaciones exageradas. Por no hablar del Oscar que confirmó la carrera de Anjelica Huston y la posterior lanzadera para Kathleen Turner. En definitiva, una película que hay que ver.
Tráiler de El honor de los Prizzi
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