Himalaya

Tinlé, el padre del líder de una tribula de la región de Dolpo y antiguo jefe, recibe la noticia de que su hijo ha muerto. La muerte se produce cuando la tribu debe ponerse en camino hacia el corazón del Himalaya, para poder vender sal, su único sustento. La ruta es complicada y peligrosa y la necesidad de un líder con determinadas características, es lo que impulsa a Tinlé, herido profundamente por la muerte de su hijo, a rechazar a Karma como nuevo líder y al que acusará como responsable de la muerte de su hijo.
Karma, en su impetuosidad juvenil y deseoso de demostrar su valía, rechaza las tradiciones y los oráculos y emprende la marcha con los más jóvenes de la tribu, que deciden seguirle.
Tinlé, por su parte, va a buscar a otro hijo, monje budista, para que sustituya al hermano muerto como líder. Al no conseguir de él lo que quiere, el propio Tinlé, después de escuchar los oráculos, se pone también en marcha con la parte de la tribu que no ha seguido a Karma. Y en esa marcha, se lleva a su hijo de corta edad, Passang, para que aprenda, desde pequeño, lo que necesita para ser un futuro jefe.
El conflicto entre dos generaciones y dos egos, dividiendo a una tribu que necesita estar unida para conseguir su objetivo, tendrá profundas consecuencias para todos.
‘Himalaya (L’enfance d’un chef)’ es la historia de un cambio generacional en una de las tribus que habitan en la región de Dolpo, en la frontera entre Nepal y China (meseta Tibetana). Sepamos un poco más qué nos ofrece este film de Eric Valli.
“Que no te sorprenda el verdadero dragón”.-Dogen Zenji, Fukanzazenji.
Valoración:
Antes de entrar en la película en sí, creo conveniente establecer unos breves antecedentes: Nepal es uno de esos países en los que te sientes fuera del mundo. En los que conoces, por primera vez, el desafío extremo de lo que significa vivir fuera de nuestras comodidades occidentales, fuera de nuestras rutinas tediosas, fuera de todos nuestros banales problemas.
Nepal cuenta con varios reinos dentro de él. Y uno de los más singulares, tanto en su orografía y clima, como en su cultura, es el Reino de Dolpo, al que Mathiessen bautizó como el Reino Escondido. Es una de las mesetas más altas del mundo, a 5.000 metros de altitud y donde todavía se pueden encontrar habitantes que practican la religión bon, antecesora del budismo, y donde el modo de transporte es únicamente a pié y con yaks.
La película ‘Himalaya’ se nos presenta como ganadora de varios premios de festivales internacionales de cine, y es una cinta que sorprende de principio a fin. Sorprende por la música, por la fotografía, por los actores (no profesionales), por la historia en sí, por el retrato de una sociedad que todavía existe y cuyas costumbres, dominadas por lo chamanístico y lo espiritual, nos parecen de tiempos muy lejanos, en las antípodas de nuestro “perfecto” y racional mundo occidental.
La lucha por la supervivencia en un ambiente hostil; el amor fraternal y el amor romántico; el liderazgo de un grupo; la necesidad de trascender la realidad; la crisis profunda que te obliga a crecer; la voluntad y el tesón; la capacidad de sacrificio; la necesidad de ponerse en el lugar del otro; el respeto a los mayores y a las tradiciones;… Todo eso es lo que se puede ver en la película. De todas esas cuestiones, yo destacaría el proceso que se necesita para conseguir el liderazgo de un grupo. No basta con que se te nombre: debes ser sabio. Sabio para respetar a tu antecesor. Sabio para respetar la cultura de tu gente. Sabio para lograr cambios. Sabio para cargarte de responsabilidad. Sabio para aguantar las decepciones y las circunstancias. Sabio para convivir con el rechazo y las dificultades. Sabio para fijar el objetivo y dirigir al grupo hacia allí. Sabio para entender que eres uno más.
Conclusión:
Hay muchas lecciones contenidas en ‘Himalaya’. Quizá la más importante para mí, sea aquella que me ha hecho pensar sobre la gran cantidad de privilegios que tenemos en nuestro mundo y lo desagradecidos que somos por ellos. Y cómo en nuestro mismo mundo, existen infinitas realidades. Sufrimientos y circunstancias infinitamente superiores a los nuestros, que se encaran con una sonrisa en los labios y un encomendamiento a los dioses de las montañas.
“Ése es, a fin de cuentas, el único valor que se nos pide: tenerlo para lo más extraño, lo más singular y lo más inexplicable que podamos encontrar. La cobardía de la humanidad en ese sentido ha hecho a la vida perjuicios sin cuento; las experiencias a las que se califica de “visiones”, todo aquello a lo que se llama el “mundo del espíritu”, la muerte y todas aquellas cosas con las que estamos tan íntimamente ligados se han alejado hasta tal punto de la vida, por el procedimiento de eludirlas día tras día, que los sentidos con los que podríamos haberlas captado se han atrofiado. Y no digamos nada de Dios”.-Rainer Maria Rilke.
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