El último dragón
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Hoy toca celebrar el ¡40 aniversario! de un film típicamente ochentero que logró trascender más allá de las salas de cine. Llegó el momento de recordar a Bruce Leroy Green más conocido en las Artes Marciales como ‘El último dragón’.

“Has alcanzado el último nivel: un retorno a los principios con el último dragón como ciclo completo” (Maestro)

Crítica de El último dragón

Bien podemos considerar esta película como un clásico de culto que condensa en sus 109 minutos todo lo que fue o representó buena parte del cine de acción de los años 80. A saber: artes marciales, protagonista musculoso y/o fibroso, montajes videocliperos, vestuario estrafalario, personajes extremos, breakdance,… Todo eso y más lo encontramos en ‘El último dragón’. Estamos ante una producción de TriStar en colaboración con el famoso sello Motown Records. Esto último se deja sentir, especialmente, en el casting con mayoría de actores negros y en los temas de la banda sonora.

El encargado de llevar a buen puerto esta propuesta fue Michael Schultz, un director que venía trabajando desde 1972 en cine y televisión. Posteriormente no hizo nada más a este nivel alargando su trayectoria profesional dirigiendo diferentes series y TV Movies. Así pues, ‘El último dragón’ fue su techo detrás de las cámaras. Y lo cierto es que la película fue todo un éxito puesto que sus 10 millones de $ de presupuesto se compensaron alcanzando en taquilla casi 26. Por no hablar de la fama y trascendencia que la película cogería posteriormente en el mercado doméstico entre los fans de los videoclubes. Por mi parte, recuerdo que su cartel me llamó mucho la atención cuando lo vi en cines viviendo en Zaragoza. Posteriormente, al trasladarme a Madrid, fue cuando tuve oportunidad de verla alquilándola en VHS.

El guión fue obra de Louis Venosta, un guionista con una carrera muy breve y con tan sólo otro título destacado al margen de esta. Me refiero a ‘Dos pájaros a tiro’ (John Badham, 1990). En el caso de ‘El último dragón’ nos entrega una historia de acción con la búsqueda de tu propio poder como telón de fondo. Para ampliar el ranting de espectadores también incluye muchos tintes de comedia y un cierto toque romántico. La comedia la aportan el hermano de Leroy y el disparatamiento de Mister Arkadian. Y, por último, el romance está presente en la relación que se va estableciendo entre Leroy y Laura. El libreto funciona correctamente… eso sí, la palma se la lleva la parte de la acción (lógicamente).

Además de lo anterior, la trama contiene grandes homenajes a la mítica figura de Bruce Lee. El gran maestro de las artes marciales y el Kung-Fu es el ídolo de Leroy. Tan es así que llega a ser tachado de “negro-chino”. La idolatría del protagonista por Lee se aprovecha también para insertar varias imágenes de sus películas como Operación Dragón (Robert Clouse, 1973) y para vestir a Leroy con el inolvidable traje amarillo que el maestro lució en ‘Juego con la muerte’ (Robert Clouse, 1978). Personalmente, y como fan de Bruce Lee, me gusta bastante todo este homenaje tributado en ‘El último dragón’.

Por supuesto, y siendo un film con guiños a Bruce Lee, no pueden faltar los combates, poses y encontronazos marciales. En todos ellos destaca la figura de Taimak repartiendo patadas, puñetazos y bloqueos intentando imitar las poses, katas y gritos de Lee. Respecto a las peleas he de decir que esperaba algo mejor facturado. Ahora bien, llegado el final obtendremos nuestra gran recompensa con el típico combate contra el jefe de turno. Esa confrontación resulta muy atractiva y además se adorna cuando los rivales hacen uso de su propia aura personal para aumentar su fuerza y golpes. El efecto resulta bastante chulo y nos hace recordar lo que posteriormente veríamos en ‘Dragon Ball’. Sobre todo cuando Goku y sus amigos subían de nivel para enfrentarse a enemigos superiores.

Otro elemento muy atractivo de esta propuesta es su banda sonora… y más al estar ante una producción de la Motown. Y, como todo producto típico de los 80, la cinta está trufada de canciones no originales interpretadas por diferentes artistas. Entre ellos podremos escuchar diferentes temas de cantantes como Rockwell, Charlene, The Temptations, Stevie Wonder y la propia Vanity. También escucharemos la típica canción original del film escrita e interpretada por Norman Whitfield.

En el reparto tenemos a una serie de actores y actrices que alcanzaron aquí su cenit. Más allá de este film poco o nada reseñable hicieron posteriormente. Y el ejemplo perfecto es su protagonista. Me refiero a Taimak interpretando al joven maestro Leroy. Cuando se estrenó el film, apenas tenía 20 años… pero ya era un consumado sensei en la vida real. Esta película supuso su debut en un papel hecho a su medida. Eso sí, al margen del despliegue marcial ya comentando imitando las poses y gritos de Bruce Lee, hay que destacar que Taimak lucía bien delante de la cámara convirtiendo a su personaje en un protagonista ciertamente agradable. Su Leroy es todo un maestro que sigue y aplica totalmente las enseñanzas de Bruce Lee. Pero, al margen de las artes marciales, Leroy no sabe nada de la vida resultando un perfecto inocentón.

Otra que hipnotiza a la cámara es Vanity, una de las figuras más hermosas y sexis de la década ochentera. Aquí también se puso a su disposición un papel totalmente perfilado para su lucimiento. La fallecida artista interpretó a Laura Charles, la disyóquey, cantante y productora de la discoteca/estudio ‘El séptimo cielo’. Vanity está natural, alegre, divertida y bella luciendo un diferente y variado vestuario mientras le lanza indirectas amorosas a un Leroy cuya ingenuidad le impide captarlas. Además, la actriz y cantante también tuvo tiempo para interpretar algún que otro tema de la BSO. No tengo duda de que esta película, junto a la posterior Acción Jackson (Craig R. Baxley, 1988), es el mejor legado que nos dejó en su carrera cinematográfica.

Siguiendo con el cast, el film presenta dos villanos muy diferentes el uno del otro. El primero está interpretado por Christopher Murney como Míster Arkadian, un enano mafioso de poca monta y mecha corta que quiere ver a su novia triunfar en el programa de Laura. Su interpretación es totalmente caricaturesca y para la risa fácil. El segundo villano es el Samurái de Harlem aka Sambo encarnado por Julius Carry. El fallecido actor entrega a un temible rival físico cuya presencia llena la pantalla con su fuerte y poderoso carácter, sus hombreras de rugby tuneadas, sus gafas estilo “Macho-Man” y su banda de esbirros. Sambo desprecia la filosofía “blanda” y el Kung-Fu de Leroy… y su intención es humillarlo en un combate 1vs1.

También menciones importantes para Faith Prince y Leo O’Brien. La primera es Angie, la novia de Arkadian. Su performance es la de una suerte de Cyndi Lauper entrada en años y acabada. Y el segundo es Richie, el hermano preadolescente de Leroy que destaca por ser un deslenguado, creerse mayor de edad e intentar ligar y fantasear con hacerle el amor a Laura… Por último, si se fijan bien, podrán ver a Chazz Palminteri y William H. Macy. Ambos estaban prácticamente empezando en esto del cine. Palminteri hace de un secuaz de Arkadian que se hace pasar por chófer para secuestrar a Laura. Por su parte, Macy tiene un poquito más de pantalla como J.J., uno de los asesores del equipo de Laura.

“¿Quién es el maestro?” (Samurái de Harlem)

En conclusión.
Finalizo esta crítica de El último dragón, otro ejemplo perfecto del tipo de cine que se hacía en los ochenta. Un cine libre de prejuicios con el entretenimiento, la diversión y la acción por bandera. Si eres un nostálgico y te gustan las artes marciales, Bruce Lee y echarte alguna que otra risa… esta es una buena opción para disfrutar de una curiosa y bizarra sesión de cine ochentera.

Tráiler de El último dragón

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