Cielos radiantes
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Comentario de Cielos radiantes de Jiro Taniguchi

¿Hay vida después de la muerte? Es una pregunta que siempre se ha formulado el hombre y a la que Jiro Taniguchi trata de responder con su estilo narrativo característico. Este cómic parte de una historia sencilla pero a la vez profunda que nos habla de lo importante que es la vida y lo necesario que es disfrutar de ella. Un relato preciosista que nos habla de las debilidades humanas con una gran intensidad emocional, como sólo Taniguchi sabe hacerlo.

Valoración.
La pluma de Taniguchi siempre se mueve bordeando los aspectos más cotidianos e intimistas del ser humano. Ya sea en títulos de largo recorrido como ‘La cumbre de los dioses’ o en viajes por la memoria como ‘El almanaque de mi padre’, si algo se hace evidente en este autor es la necesidad de tocar las almas de los personajes que protagonizan sus historias. Sus miedos y frustraciones, sus alegrías y anhelos más profundos, sus caminos de redención o de culpa no perdonada… En ocasiones el pretexto para hacerlo es la escalada a las más altas cumbres, en otros el contacto con la naturaleza, pero en ‘Cielos radiantes’ aprovecha un evento sobrenatural que sacude la vida de los protagonistas. No es un caso aislado, en Barrio lejano Taniguchi ya nos mostró un mágico viaje por la memoria del protagonista que le trasladaba a los años de su niñez. Pero igual ahora que entonces, lo importante no es el viaje sino adónde nos lleva.

La historia que nos cuenta este cómic bien pudiera ser la historia de cualquiera de nosotros. No estamos ante una trama novedosa aunque pueda parecerlo a simple vista, si bien es un tanto rocambolesca. ‘Cielos radiantes’ es ante todo una ventana abierta que nos muestra dos vidas encadenadas por el dolor, cada una de ellas con sus luces y sus sombras. Dos vidas, la de un adolescente y la de un adulto, que convergen para convertirse en una sola. En cierto modo representan la juventud y la rebeldía enfrentadas a la madurez y los errores causados por las malas decisiones del pasado, y precisamente por eso los protagonistas de esta historia se necesitan mutuamente para poner orden a unas vidas que se tambalean.

No es un cómic alegre ni triste, aunque sea fácil sentirnos afectados, sino que más bien es esperanzador. Porque en el fondo creo que el principal objetivo de Taniguchi es que el lector tome conciencia de lo hermosa que puede ser la vida y de lo importantes que son los amigos y la familia. Porque en ellos reside la clave para superar con éxito los obstáculos que van surgiendo, encerrarse en uno mismo jamás es la solución sino todo lo contrario. Quizás por ello el joven Takuya no se da cuenta de que sus padres le quieren y se preocupan por él, del mismo modo que Kazuhiro trata de sobrellevar sus amarguras y preocupaciones sin querer inmiscuir a su familia. Un error en el que seguramente todos hemos caído en alguna ocasión.

A nivel gráfico no hay pegas que ponerle a este cómic. Una vez más Taniguchi demuestra que además ser un excelente narrador también domina el medio, plasmando unos entornos realistas y detallados que nos ayudan a no perder el hilo de la historia. La limpieza de trazo y el entintado son correctísimos, lo cual es de agradecer en un trabajo con tramas. Quizás el único «pero» que podemos apuntar sea lo repetitivos que son sus personajes a nivel de dibujo, pero eso es algo habitual y como al principio he comentado lo importante no es el viaje sino adónde nos lleva.

Conclusión.
Este es un cómic imprescindible para cualquier seguidor de Jiro Taniguchi, pero también es altamente recomendable para todo aquel que desee leer un manga que se aleja del mainstream para adentrarse en aspectos más humanistas y cotidianos. No es una historia de fantasmas al uso, simplemente aprovecha un suceso sobrenatural de carácter ficticio para mostrarnos las vicisitudes de dos personas que tras un terrible accidente ven cambiadas sus vidas. En resumen, esta es una de esas maravillas que se saca Taniguchi de la manga cuando más inspirado está, creedme que sería un error no darle una oportunidad si tenéis la ocasión.

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