Gremlins
Estamos en Navidad y Rand Peltzer es un obstinado inventor que busca un buen regalo para su hijo, Billy. Esta búsqueda le lleva a una pequeña tienda oriental en dónde se encapricha de Mogwai, una extrañísima criatura con forma de peluche entrañable. Pero para cuidarla perfectamente hay que respetar tres reglas de oro: “Que no le dé la luz”, “que esté lejos del agua” y “que nunca se le dé de comer después de medianoche”. Cuando estas reglas se rompan, los problemas habrán comenzado para la familia Peltzer y para el pequeño pueblecito de Kingston Falls. (Cineycine).
“Amigos, permítanme que me presente. Mi nombre es Peltzer, Rand Peltzer. Soy ese de la esquina. Soy inventor y tengo una historia que contarles. Sí, ya lo sé, todo el mundo tiene una historia que contar, pero nadie tiene una como esta…”. Joe Dante nos invita a conocer a los… ‘Gremlins’.
“Y lo que nunca debe olvidar… que por mucho que llore, por mucho que suplique…nunca, nunca debe comer después de medianoche” (Vendedor)
Crítica de Gremlins
Estamos, sin duda alguna, ante un film de esos que mi amigo J. Glez calificaría como: “Película de infancia”. Es decir, cintas que vimos en nuestra niñez, nos dejaron un grandísimo recuerdo y siempre conservamos en nuestro corazón. En mi caso, vi ‘Gremlins’ en su momento. Me refiero a cuando la estrenaron en cines y yo residía en Zaragoza. La pude ver gracias a que logré arrastrar a mi padre para que me llevara al cine fascinado por el cártel y el tráiler que la promocionaban. La experiencia fue tan inolvidable que empecé a coleccionar el merchandising que sacaron en aquella época: álbum de cromos, figuritas de los gremlins y hasta un fabuloso peluche de Gizmo aka Mogwai. Todo esto lo sigo conservando a día de hoy.
Al margen de calificar ‘Gremlins’ como “película de infancia”, también estamos ante un film que logró trascender. La película consiguió su correspondiente secuela bajo el título de ‘Gremlins 2: La nueva generación’ (Joe Dante, 1990), merchandising muy variado como ya he expuesto… y hasta una serie de animación estrenada actualmente en max, la plataforma de streaming. Por no hablar de las típicas películas que surgieron a su rebufo imitando parte de su espíritu. Este tipo de cintas se basaban, sobre todo, en la aparición de pequeñas, monstruosas y divertidas criaturas que se las hacían pasar canutas a los protagonistas de turno. Sin lugar a dudas, el caso más exitoso fue el de ‘Critters’ (Stephen Herek, 1986). Estos “primos espaciales” de los gremlins también han logrado mantener intacta su fama hasta nuestros días.
Dejando al margen la trascendencia de la película, paso ahora a la dirección. En la misma encontramos a todo un genio de los 80 como Joe Dante. Hablamos de un realizador fascinante que hoy tristemente ha caído en el olvido. Suyas son obras del calado de ‘Piraña’ (1978), ‘Aullidos’ (1981) o ‘El chip prodigioso’ (1987). En ‘Gremlins’ logra combinar muy hábilmente momentos navideños, humorísticos y terroríficos. La mezcla en todo momento funciona y es fabulosa. Eso sí, hay que dejar claro que la ambientación navideña de ‘Gremlins’ la convierte en una película para visionar exclusivamente en esas mágicas fiestas. Verla en verano, o primavera, carece de sentido y le hace perder mucha magia a la propuesta. Una propuesta que además vino apadrinada en la producción por un trío fantástico de la época: Steven Spielberg, Frank Marshall y Kathleen Kennedy. ¡Palabras mayores!
Y si en la dirección figura un genio como Joe Dante… en el guión tenemos a otro: Chris Columbus. Otras “Películas de infancia”, fantásticas y ochenteras como ‘Los Goonies’ (Richard Donner, 1985) o ‘El secreto de la pirámide’ (Barry Levinson, 1985) llevaron su firma. En el caso de ‘Gremlins’, la trama se construye sobre las 3 reglas que hay que cumplir para el cuidado del Mogwai. Si estas reglas se rompen podrían dar lugar a algo terrorífico. Naturalmente, todos sabemos que las normas se van a ir incumpliendo irremediablemente una a una. Así pues, lo queda es sentarse a presenciar sus terribles consecuencias. Y de ahí viene el terror, el misterio y también el humor. Porque los gremlins, y sus actos, provocan todas estas emociones al mismo tiempo. Y el humor también queda representado en la figura de Randall Peltzer y sus defectuosos inventos con gags incluidos.
El libreto de Columbus también recoge una cierta crítica a la Navidad que se personifica en la figura y discursos de Kate. Y, por supuesto, incide en el miedo que siempre han tenido ciertos sectores norteamericanos a los duendes malignos o “extranjeros”. Esto último personificado en la figura del señor Futterman. Y, para terminar, Columbus y Dante trufan la propuesta de innumerables guiños a la cultura popular del momento, especialmente a la cinéfila. Así pues, son cientos las referencias, directas o indirectas, a cómics, actores y películas. Entre estas últimas estarían: ‘Indianápolis’ (Clarence Brown, 1950), ‘¡Qué bello es vivir!’ (Frank Capra, 1946), ‘Planeta prohibido’ (Fred M. Wilcox, 1956), ‘E.T.’ (Steven Spielberg, 1982), o el inolvidable momento en el cine con ‘Blancanieves y los siete enanitos’…
A los legendarios nombres de Joe Dante y Chris Columbus, se les sumó otro más en la banda sonora. Ahí encontramos al mítico Jerry Goldsmith. El inolvidable compositor recrea un fantástico, navideño y divertido marco musical. El maestro de la batuta capta plenamente la diferente personalidad del film en sus composiciones. Además nos regala el tema o canción de Mogwai y la pegadiza melodía que suena cuando los gremlins desatan su locura en Kingston Falls. Por supuesto, también podremos escuchar canciones y villancicos típicos de la Navidad.
Otro aspecto a destacar son los efectos especiales, más concretamente todos los muñecos y/o animatrónicos creados por Chris Wallas para dar vida a Gizmo, Stripe y todos los demás. Estamos ante un trabajo sensacional que incluso pasa perfectamente el corte actualmente… sobre todo en los increíbles primeros planos de las criaturas. Siempre he dicho que el trabajo artesanal tiene un tiempo de caducidad casi infinito frente a todo lo digital. Y lo mantengo. Además no se esconden en ningún momento a los monstruitos y se llegan a mostrar gran cantidad de ellos en pantalla. Ejemplos de esto último serían las secuencias del bar o la del cine. Sus movimientos tan perfectos se lograron gracias al empleo de títeres y a la mítica stop-motion, aquí aportada por Fantasy II. Por cierto, poniendo voz y/o sonidos a los gremlins encontramos al mejor amigo de Optimus Prime, Peter Cullen.
La plantilla actoral no entrega actuaciones sublimes, pero sí que estamos ante actores y actrices muy bien escogidos para sus papeles. La pareja protagonista la forman Zach Galligan y Phoebe Cates como Billy y Kate. Él es un chico bueno y comedido y ella una chica trabajadora con sus preferencias muy claras. Ambos hacen una tierna pareja que es imposible que caiga mal. Además son capaces de sacar habilidades insospechadas para hacer frente a los gremlins. Al hablar de Billy es obligatorio detenerse en sus progenitores. Su padre, Randall, está interpretado por Hoyt Axton que encarna a un tipo muy agradable al que es imposible echarle en cara lo mal que funcionan sus inventos. Y su madre, Lynn, está interpretada por Frances Lee McCain que entrega a una dedicada ama de casa. Sin embargo, mucho ojo a cuando saca su fuerza y valor interior…
El resto de intérpretes bien podemos considerarlos secundarios con más o menos minutos. Entre ellos destaca Dick Miller, el actor fetiche de Joe Dante que aquí da vida a Míster Futterman, un veterano americano que odia todo lo extranjero. Otras caras muy conocidas son las de Corey Feldman (Peter, el amigo preadolescente de Billy), Belinda Balaski (la pobre señora Harris), Judge Reinhold (Gerald, el subdirector del banco) y Polly Holliday como la avariciosa e irritante Señora Deagle, una especie de Mister Scrooge en femenino. Y ya por último muy justa es la mención para Keye Luke como el sabio y anciano chino en cuya mística tienda se encuentra Gizmo al principio del film.
“Hola, Rockin’ Ricky. Me llamo Peter. Hay unos hombrecitos verdes con dientes muy largos que están destruyendo la ciudad” (Peter)
En conclusión.
Termino esta crítica de Gremlins, otro ejemplo más de que no hace falta que una película sea una completa obra maestra para que logre trascender. Y es que, notas y calificaciones al margen, estamos ante una cinta de culto que los que la vimos en su momento no la hemos podido olvidar y la tenemos en gran estima dentro de nuestra particular colección. Y, por si fuera poco, convirtió a Gizmo y Stripe en dos figuras icónicas del fantástico.
Tráiler de Gremlins
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