Planeta prohibido
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Hoy tenemos entre manos un pequeño pero gran pedazo de la historia del cine de ciencia-ficción. La influencia de esta película en otras cintas posteriores es incalculable. Incluso podemos decir que fue la principal pionera de la exploración y conquista espacial en la gran pantalla. Cojan su billete porque ya mismo ponemos rumbo a ‘Planeta prohibido’.

“Sean bienvenidos a Altair-4, caballeros” (Robby)

Crítica de Planeta prohibido

Toca hablar ya mismo de este mítico título estrenado en 1956 y que ya tiene la friolera de ¡65 años! a sus espaldas. Recuerdo lo mucho que me asombró cuando la vi por primera vez siendo un niño. Posteriormente la recuperé en VHS y luego en DVD. No es para menos. Independientemente de las puntuaciones en sus diferentes apartados, estamos ante una película importantísima en la sci-fi. Afirmo esto porque muchas de las grandes películas y sagas que hoy todos alabamos tuvieron en ‘Planeta prohibido’ su punto de origen. Nada más hay que ver como este film anticipaba los viajes y conquistas espaciales, el lado oscuro del subconsciente (la “fuerza” para los Jedis) o la presencia de robots interactuando con humanos. Bastan estos ejemplos para poner encima de la mesa todos los méritos del film.

En la dirección encontramos a un artesano de los años 40 y 50 como Fred M. Wilcox. Hablamos de un director que había apuntalado su fama dirigiendo hasta tres películas de la mítica Lassie. ‘Planeta prohibido’ fue la película por la que pasó a la posteridad. Posteriormente a ella sólo estrenó otro título, ‘Leila’ (1960), hasta fallecer en 1964 a los 56 años. En ‘Planeta prohibido’ apuesta por un diseño de producción y una dirección claramente pulps. Presten atención a los uniformes del pelotón del crucero y sus armas, los vestiditos que luce Anne Francis, el robot Robby o la exótica ambientación que combina escenarios radicalmente diferentes unos de otros. Este estilo pulp es lo que, todavía actualmente, marca la diferencia convirtiendo la película en una curiosísima propuesta.

Respecto a los efectos especiales decir que se les nota el paso del tiempo pero realmente resultan muy entrañables. Fueron obra de A. Arnold Gillespie y están formados por fondos pintados, maquetas y animación. Los fondos pintados más “cantosos” son los del exterior del planeta notándose claramente como un añadido al que se dota de profundidad. Las maquetas están bastante logradas, especialmente la artillería pesada y el “platillo volante” que hace las veces de “crucero espacial”. Finalmente, y para la animación, se contrató al animador Joshua Meador que trabajaba para Disney. Su labor en ‘Planeta prohibido’ fue la creación del monstruo ID, una criatura que todavía actualmente luce muy bien y que te lleva a alabar un trabajo animado incorporado a un film de imagen real de hace 65 años.

Mención al margen merece Robby presentando con un “introducing” y todo en los créditos del film. Hablamos de un robot “mayordomo” diseñado por Robert Kinoshita que se convirtió en todo un icono llegando a protagonizar otros shows y películas como ‘The Invisible Boy’ (Herman Hoffman, 1957). Tal fue su impacto que su tosca pero querida figura se ha mantenido en el recuerdo hasta nuestros días. En Robby rigen muy claramente las ‘Tres leyes de la robótica’ elaboradas por Isaac Asimov. Las mismas le hacen servir lealmente al Doctor Morbius y a su hija, Altaira. Como curiosidad apuntar que dentro del traje de Robby estaba el especialista Frankie Darro mientras que el locutor Marvin Miller le ponía la voz.

La trama está basada parcialmente en ‘La tempestad’, la famosa obra de William Shakespeare. De entrada, el planteamiento inicial resulta muy moderno para su época, tal y como ya adelanté anteriormente. Aquí se nos presenta una humanidad que ha conquistado el espacio colonizando muchos planetas y superando logros impresionantes como dejar atrás la velocidad de la luz. Una vez situada la acción en Altair-4 todo se va enriqueciendo todavía más con la incorporación de temas tan interesantes como los monstruos del subconsciente o la extinción de las razas. Estas temáticas que hoy nos parecen tan habituales no lo eran tanto en el gran cine comercial de los años cincuenta más centrado en monstruos colosales que atacaban la Tierra.

La banda sonora merece más que nunca una mención destacada y fue obra de Electronic Tonalities. Bajo esa denominación encontramos a Louis y Bebe Barron, un matrimonio de unos auténticos pioneros al llevar la música electrónica a la gran pantalla. Su soundtrack está reconocida como la primera banda sonora electrónica del cine. Los Barron usaron muchos circuitos eléctricos, bucles y válvulas de vacío. El resultado es una música experimental repleta de tonos, sonidos, pitidos y zumbidos muy singulares que se extendieron también a los efectos de sonido.

“La creación por el simple pensamiento”. Mundos olvidados.

Walter Pidgeon y un irreconociblemente serio Leslie Nielsen fueron los grandes protagonistas batiéndose en duelo actoral. Pidgeon hace un gran retrato del Doctor Morbius, el típico científico serio que desconfía de la humanidad guardándose para sí poderosos secretos. Atención especial a su apariencia externa que da totalmente la impresión de un gran mentalista. Por su parte, Nielsen fue lanzado en este film como el prototipo de caballero encarnando al Comandante Adams, un militar preparado y un tipo recto y con carácter. Otros compañeros de Nielsen que tienen cierta importancia son Warren Stevens como el Doctor Ostrow y Jack Kelly como el teniente Farman, un “donjuán” en toda regla. Para las gracietas quedó Earl Holliman como el cocinero de la misión apareciendo con gorro y mandil blancos incluidos.

Finalmente, el tercer papel importante fue para Anne Francis encarnando a Altaira, la hija del Doctor Morbius. La actriz aprovecha sus 25 años para explotar su belleza haciendo un retrato de una virginal e ingenua chica que no ha conocido a más hombres que a su padre. Su inocencia y hermosura, unidas a sus vestiditos con minifaldas cortísimas y siempre descalza, provocarán que el comandante Adams le termine llamando la atención antes de caer rendido ante ella… Lo cierto es que Francis no hace “mucho” más que exhibirse cándidamente, pero si no estuviera en el film la echaríamos de menos. La dulzura y pureza de su Altaira es un buen contrapeso para todos los hombres del film y otro elemento imprescindible del mismo.

“Al fin y al cabo no somos dioses” (Comandante Adams)

En conclusión.
Finalizo está crítica de Planeta prohibido, creo que puedo afirmar sin muchas dudas que estamos delante de la primera gran producción de ciencia-ficción en color. Toda una rara-avis para su tiempo y una de las pioneras en “la conquista del espacio” a nivel cinematográfico. Vista actualmente resulta tremendamente exótica, interesante y entrañable. Un film que no debe faltar en la colección de todo buen amante de la sci-fi que se precie de serlo.

Tráiler de Planeta prohibido

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