1997: Rescate en Nueva York
Comparte con tus amigos










Enviar

En 1988 el índice de criminal en EEUU asciende un 400%. La ciudad de Nueva York, libre hasta entonces, se convierte en una prisión de máxima seguridad para convictos de todo el país. Una prisión completamente aislada del resto del territorio y sin guardianes. Allí sólo hay prisioneros y el mundo que ellos han creado. Y ahora encima ¡Tienen al presidente! Es hora de sacar a “Serpiente Plissken” del agujero y montar una operación límite con nombre en clave: ‘1997: Rescate en Nueva York’.

“Llámame Serpiente” (Plissken)

Crítica de 1997: Rescate en Nueva York

Aquí estamos ante un film altamente flipado. Una cinta que mezcla de, entre muchas otras, las dos epopeyas futuristas de Charlton Heston en los setenta. Me refiero a El último hombre… vivo (Boris Sagal, 1971) y Cuando el destino nos alcance (Richard Fleischer, 1973). Ambas películas mezcladas con ecos en clave urbanita de la saga Mad Max creada por George Miller. ‘1997: Rescate en Nueva York’ tiene una fama mucho más grande que su propia calidad artística. Toda una mítica de los ochenta y una imprescindible de la dupla formada por John Carpenter y Kurt Russell.

Después trabajar juntos en la tele-movie ‘Elvis’ (1979), Carpenter y Russell hicieron las suficientes buenas migas como para quedar en volver a unir fuerzas en próximos proyectos. Carpenter en la búsqueda de un actor con caché para liderar sus films con el objetivo de aspirar a proyectos de mayor calado. Y Russell para quitarse de encima, y de una vez por todas, la imagen de chico Disney con la que cargaba desde los años sesenta cuando salió de la cantera de la factoría del ratón Mickey. Así fue como, casi consecutivamente, acabaron uniéndose en tres films de gran calado histórico para ambos. Una trilogía absolutamente imprescindible de la acción, el fantástico y el terror. Hablamos del film que hoy nos ocupa más La cosa (1982) y Golpe en la pequeña China (1986).

A pesar de sus ambiciones apocalípticas, ‘1997: Rescate en Nueva York’ es una modesta producción firmada por Debra Hill y Larry Franco. La propuesta fue lanzada bajo el amparo de AVCO/Embassy Pictures y estrenada un 10 de julio de 1981 con un éxito no muy habitual en los films de Carpenter. Más de 25 millones de dólares a la buchaca y Nº1 de taquilla. Como es bien conocido, en 1996, tanto Carpenter como Russell volvieron para una secuela largamente acariciada bajo el título de ‘2013: Rescate en L.A.’, ya con Paramount Pictures como la major detrás del asunto.

La modestia de medios del film es muy evidente en lo que vemos en pantalla. Ahora bien, esto no es del todo malo, de hecho, es parte de su encanto. Esta película es una buena prueba de cómo hacer mucho con muy poco. Y eso a pesar de que incluso algunos efectos para la época ya quedaban bastante flojos vistos en pantalla. Por ejemplo: todo lo que tiene que ver con el planeador con el que aterriza Plissken en el World Trade Center. En cambio, las retroproyecciones de un desolado Nueva York, en su mayoría, dan muy bien el pego. Estas últimas fueron realizadas por el mismísimo James Cameron.

En general, el tono del film canta a maquetas, corcho y decorados. Y se nota que al final tanto Plissken como el resto de los personajes van y vienen por las mismas localizaciones… ¡porque básicamente no había más! En realidad, aunque la práctica totalidad de la cinta está situada en Nueva York, apenas se rodaron unos pocos días de Liberty Island y básicamente para planos generales. Tan es así que el grueso de la producción se filmó en estudios montados en Missouri y Los Ángeles.

Ante todo, y como la inmensa mayoría de films de John Carpenter, ‘1997’ es un western de rescate. En este caso la partida de salvamento es un solo hombre. Un renegado en la línea de épicos personajes del género como el Shame de ‘Raíces profundas’ (George Stevens, 1953). Serpiente es ese hombre y deberá ejecutar diferentes acciones. En este sentido, y entre las set-pieces del film destacan los combates cuerpo a cuerpo (ojo a la mítica la lucha en el ring con el gigante), los enfrentamientos en fuego cruzado y la lucha con elementos puramente ninjas tan delirantes como caseros… Para el recuerdo queda la tremebunda huida final con una psicótica persecución en coche muy deudora de la ya citada Mad Max.

La música del film fue obra del propio Carpenter en colaboración con su habitual, Alan Howart. La partitura destila su sello ya desde el primer acorde. Presten atención especial a los créditos iniciales tan típicos de sus films. Otro colaborador asiduo como Dean Cundey firma la fotografía de la cinta. Como apunte curioso, y que solo podrán apreciar aquellos que vean el film en versión original, queda la voz en la narración de Jamie Lee Curtis.

El casting lo lidera con un solo ojo y toda la chulería del mundo Kurt Russell. Seguramente, “Serpiente” Plissken sea su personaje más legendario a todos los niveles. Aquí tenemos a un antihéroe total con parche en el ojo, cazadora de cuero y legendario tatuaje de serpiente en el vientre. Un sujeto al que todos conocen y que no necesita presentación… Antes de que casi abra la boca ya el resto de personajes se encargan de decirnos quién es y de que lo creían muerto, en lo que es un genial chiste recurrente del film que ayuda mucho a mitificar al personaje.

Junto a Russell encontraremos al legendario Lee Van Cleef (1925-1989) dando vida a Haunk, un jefe de policía que sale huyendo de Manhattan cuando le plantan cara los reos allí apostados enseñándole un souvenir muy curioso del propio presidente. Así las cosas, decide mandar al mayor criminal que tiene a mano para salvar la vida de su “amado líder” y sentarse en un sillón a esperar acontecimientos. Al parecer, Van Cleef tenía una rodilla bastante afectada cuando se filmó la cinta y puso como condición salir en sus escenas sentado o en posición estática. Esto se nota en los pocos momentos que camina haciéndolo con dificultad y un andar molesto.

En papeles de peso destaca Frank Doubleday (1945-2018) en un descolocante y espeluznante rol de Romero, la mano derecha del gran villano del film, El duque. A este último lo inmortaliza Isaac Hayes (1942-2008) en una no menos inenarrable aportación. Hayes se luce como un autonombrado rey de NY, soltando buenas sentencias y escupiendo fuego sin temblarle el pulso. Buena labor también para Ernest Borgnine (1917-2012) como el taxista acreditado con el nombre de Cabbie. Y aparición especial para Harry Dean Stanton (1926-2017) como Cerebro. A su lado, y en prácticamente toda la totalidad de sus escenas, está una llamativa y dura Adrienne Barbeau como Maggie.

Como curiosidad, tanto Adrienne Barbeau como Season Hubley (la chica de la cafetería) eran parejas de Russell y Carpenter cuando se rodó el film. Finalmente, imposible dejar de citar el aporte de Donald Pleasence (1919-1995) como presidente de EEUU. El hombre fuerte del país será víctima de mil y una fechorías por parte de la banda de tarados del Duque. Y ojo a algunos cameos importantes del universo de John Carpenter, entre ellos el suyo propio.

“Nos han mandado a su mejor hombre. Cuando mañana crucemos el puente de la calle 69 camino de la libertad abrirá nuestra marcha este maldito traidor de cuello para arriba. ¡Clavado en la capota de mi coche! ¡Adelante!” (Duque)

En resumidas cuentas.
Termino esta crítica de 1997: Rescate en Nueva York, un film de clara vocación “made in Carpenter” con un toque pesimista y un halo de ciencia ficción muy de los años setenta. Destaca también su típico prisma pesimista e incluso terrorífico, aunque no sea el género que aquí toca. Mitificada incluso por Kurt Russell, quien la sitúa no sólo como una de sus mejores películas, sino como su mejor papel en cines. Cult movie de cajón.

Tráiler de 1997: Rescate en Nueva York

Escucha nuestro podcast